La pavimentación de la calle Ballester, en Garín, un sueño que se convirtió en pesadilla

Baches, desniveles y cordones sin terminar son algunas de las falencias que presenta, a un mes de su construcción, una obra pública tan deseada como pésimamente hecha.

Delante del cartel de la obra, un bache enorme y agua acumulada son el fiel reflejo de la pésima calidad de los trabajos.

Enormes baches, capas asfálticas superpuestas y cordones sin terminar son algunas de las falencias que se pueden observar sin ser un especialista en la materia en la recientemente pavimentada calle Pedro Ballester de Garín. La obra pública más deseada por los vecinos de los barrios La Matilde y Los Tulipanes se convirtió, paradójicamente, en la peor realizada y más criticada.

El zanjeo, perfilado y la preparación del suelo (tosca-cal) se había hecho lenta pero aceptablemente, según lo que se podía apreciar y lo que los vecinos comentaban. Pero los problemas comenzaron cuando llegó el turno de la construcción del cordón-cuneta y la colocación de la carpeta asfáltica. Esta última se fue haciendo por tramos, dejando sorpresivamente algunos huecos en las esquinas, donde luego se depositarían los caños de desagüe que conectan con la colectora central que pasa por Arias. Esta impericia, o negligencia, por parte de la constructora tendría consecuencias nefastas para la obra toda.

Con el asfalto avanzando, otra parte de los obreros comenzó a colocar los caños de desagüe y seguidamente a taparlos con pavimento. Pero al hacerlo, en esas esquinas “huecas” la nueva capa asfáltica quedó superpuesta a la ya realizada, dejando la impresión de un parche, la superficie desnivelada y con al menos dos colores diferentes en el suelo por una construcción disímil en material y forma.

“Esperamos tanto por este asfalto y te dan ganas de llorar por el desastre que están haciendo”, expresó a EL DIA de Escobar una vecina de Ballester al 1800. “Esto es plata tirada, aunque no pasen camiones ni colectivos, en unos años va a estar todo roto”, señaló otro frentista de esa cuadra.

En tren de quejas, muchos vecinos también criticaron que la hayan abierto al tránsito el mes pasado “sin culminar el trabajo como corresponde” y que “hayan pintado los cordones arriba del barro”, evidenciando una clara falta de capacidad en la mano de obra empleada y un desinterés total por parte del área municipal encargada de controlar los trabajos.

A estas desprolijidades se suman otras con iguales o mayores consecuencias: escasas bocacalles bien terminadas -generando un barrial terrible en las intersecciones-; las zanjas en su mayoría finalizan atrás de los cordones -muchos sin unir- e inundan toda la calle, porque también faltan bocas de tormenta; ya aparecieron baches de magnitud y en algunas cuadras se ve que el asfalto se está resquebrajando.

Como si todo esto fuera poco, se agrega el caso de un vecino de Ballester al 1800 al que le rompieron la entrada de autos de su casa, que estrenó hace menos de un año, porque en pos de ser solidario dejó guardar en su parque una máquina vial de 30 toneladas ante el pedido de los operarios. “Me dijeron que me lo iban a pagar”, contó a este medio, pero nunca lo hicieron y debió abonar él mismo una nueva vereda.

Crónica de un desastre previsible

El inicio de la obra, en noviembre del año pasado, ya auguraba un final poco feliz para este asfalto. En principio se había informado que se colocarían adoquines fabricados por el Municipio y que la obra estaba a cargo de la Secretaría de Obras Públicas, aunque seis meses después se comunicó oficialmente que la Secretaría de Control de Gestión e Infraestructura Pública dirigiría los trabajos.

Finalmente, la pavimentación fue ejecutada por una empresa privada -con antecedentes poco alentadores- y se decidió emplear una carpeta asfáltica de cinco centímetros de espesor en vez del articulado estilo calle Arias.

Así las cosas, se comenzó con la obra en la esquina de la calle Buenos Aires hasta llegar a la intersección de Ballester con Jujuy. Once cuadras de pavimento para una arteria que comunica a los barrios La Matilde y Los Tulipanes, prácticamente con el centro de Garín.

La calle Ballester tiene una historia muy particular. Hasta la reciente obra, en los registros provinciales de Catastro figuraba asfaltada dos veces y el anhelado pavimento por el que tantas veces los vecinos juntaron cientos de firmas había sido anunciado a los mismos en mayo de 2011 por el intendente Sandro Guzmán mediante una carta.

Será por todo esto que ningún vecino imaginó que la obra por la que esperó toda su vida, o al menos la vivida sobre la calle Pedro Ballester, y que demando nueve meses de trabajo -con las complicaciones del caso-, terminaría siendo un verdadero desastre.

Por Damián Fernández

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