Ensayo general para un juego de roles

Concejales oficialistas y de bloques minoritarios se sumergieron en excesos orales y sobreactuaciones.

Casi a los gritos y apelando a un tono que intentaba ser conmovedor, Jesús Angioi parecía estar sumido en un ardiente debate mientras hacía uso de la palabra. Era antes de que se apruebe, por unanimidad, un proyecto para respaldar la creación de una escuela de formación laboral para chicos con necesidades especiales, tema por el que una veintena de padres y dirigentes de Suteba se habían movilizado -una vez más- hasta el Concejo Deliberante. Durante esos minutos, más de un concejal debió hacer esfuerzos para contener la risa ante tanto impertinente derroche de énfasis en una alocución que, quizás por forzada, no le reportó al garinense el más aislado aplauso. Sin embargo, sería cuestión de tiempo para comprobar que solo se estaba en el comienzo de una sesión definitivamente fuera de lo común, donde las similitudes con un juego de roles terminaron siendo insalvables.
En ese escenario de conductas (cuasi) artificiales, al generalmente silencioso Cristian Romano le tocó un libreto que debió leer para cumplir a pie juntillas. Su misión fue arremeter contra los dueños del complejo Solanas de Escobar, quienes la semana pasada prohibieron el ingreso de la secretaria del Concejo Deliberante, Patricia De la Cruz, al salón de eventos donde hacía su presentación el ministro del Interior, Florencio Randazzo.
Tras considerar que se trató de una actitud “discriminatoria, digna de la época de la dictadura militar”, el concejal oficialista se refirió sarcásticamente a los conocidos empresarios de apellido Barbagelatta como “los dueños de la moral de Escobar”, al mismo tiempo que los invitó a “afiliarse al Paufe o a cualquier partido de derecha” y a “conseguir los votos de la mayoría ciudadana para excluir, expulsar, humillar y prejuzgar” (sic).
“Los tiempos de Videla y Patti terminaron”, señaló un Romano irreconocible en su rol de barricada, que justificó su apreciación al argumentar que “los propietarios de Solanas evidentemente responden a esa lógica de la dictadura y de la gorra”. También los tildó de “gorilones” y agregó: “Nosotros acompañamos al Intendente para que no sea rehén de quienes creen que por tener un billete más se dedican a apuntar con el dedo al prójimo sin mirarse sus propios errores”.
Aunque evitó indagar sobre las causas del episodio, el edil no omitió que un hecho similar se había dado antes con el marido de la funcionaria y ex secretario de Gobierno, Hugo Cantero. El antecedente no es para nada casual, ya que un pariente de Cantero habría estado vinculado al secuestro extorsivo de un miembro de la familia Barbagelatta, ocurrido en la década del ’90. “Entiendo y compadezco lo que sufrieron en su momento, pero pasaron quince años. Ahora bien, esta gente, ¿tiene pruebas para andar apuntando a uno o a otro como lo están haciendo?”, planteó.
En su corrosivo guión, el concejal también dedicó algunos párrafos para el delegado municipal de Islas, Ricardo Alderetes. Fue él quien interceptó a De la Cruz para ejecutar la orden de que no ingresara al acto. En ese punto, Romano recurrió al plural para aludir a “idiotas útiles que se convierten en cómplices y mendigos de gente (a la) que aún no se le han puesto límites”.
Su derrotero de insultos no encontró adhesiones ni siquiera en sus compañeros de bloque, que rápidamente salieron a tomar distancia de todas las acusaciones vertidas por el saviense. En esa lista se anotaron María Rosa Pereyra, Luis Carranza y Germán Maldonado, quienes no obstante acompañaron el pedido de desagravio presentado por Romano y su pedido de informes para que el Ejecutivo eche luz sobre la conducta de los empresarios y de Alderetes.
Ya en el último tramo de la sesión, al juego de roles se sumó Luis Balbi, empecinado. Fue al tratarse la venta de 22 mil metros cuadrados de una calle pública al barrio Santa Isabel a un valor de $ 1.260.000. Como portavoz del denarvaista bloque Celeste y Blanco que comparte con Angioi y Néstor Bodes, el concejal de Belén objetó sin ruborizarse que para calcular el monto de la transacción el Ejecutivo haya multiplicado por 5 y no por 7 la tasación del Banco Provincia.
En tiempos en que el Concejo Deliberante es criticado con absoluto asidero por la ausencia casi total de debate y la imperceptible acción opositora de las bancadas minoritarias, quedó flotando en el ambiente la sensación de que la sesión de este miércoles tendría que haberse realizado en el teatro Seminari.
Por Ciro D. Yacuzzi
El concejal Romano disparó duras acusaciones contra los empresarios Barbagelatta y dividió aguas en el bloque del PJ.

El concejal Romano disparó duras acusaciones contra los empresarios Barbagelatta y dividió aguas en el bloque del PJ.

Casi a los gritos y apelando a un tono que intentaba ser conmovedor, Jesús Angioi parecía estar sumido en un ardiente debate mientras hacía uso de la palabra. Era antes de que se apruebe, por unanimidad, un proyecto para respaldar la creación de una escuela de formación laboral para chicos con necesidades especiales, tema por el que una veintena de padres y dirigentes de Suteba se habían movilizado -una vez más- hasta el Concejo Deliberante. Durante esos minutos, más de un concejal debió hacer esfuerzos para contener la risa ante tanto impertinente derroche de énfasis en una alocución que, quizás por forzada, no le reportó al garinense el más aislado aplauso. Sin embargo, sería cuestión de tiempo para comprobar que solo se estaba en el comienzo de una sesión definitivamente fuera de lo común, donde las similitudes con un juego de roles terminaron siendo insalvables.

En ese escenario de conductas (cuasi) artificiales, al generalmente silencioso Cristian Romano le tocó un libreto que debió leer para cumplir a pie juntillas. Su misión fue arremeter contra los dueños del complejo Solanas de Escobar, quienes la semana pasada prohibieron el ingreso de la secretaria del Concejo Deliberante, Patricia De la Cruz, al salón de eventos donde hacía su presentación el ministro del Interior, Florencio Randazzo.

Tras considerar que se trató de una actitud “discriminatoria, digna de la época de la dictadura militar”, el concejal oficialista se refirió sarcásticamente a los conocidos empresarios de apellido Barbagelatta como “los dueños de la moral de Escobar”, al mismo tiempo que los invitó a “afiliarse al Paufe o a cualquier partido de derecha” y a “conseguir los votos de la mayoría ciudadana para excluir, expulsar, humillar y prejuzgar” (sic).

“Los tiempos de Videla y Patti terminaron”, señaló un Romano irreconocible en su rol de barricada, que justificó su apreciación al argumentar que “los propietarios de Solanas evidentemente responden a esa lógica de la dictadura y de la gorra”. También los tildó de “gorilones” y agregó: “Nosotros acompañamos al Intendente para que no sea rehén de quienes creen que por tener un billete más se dedican a apuntar con el dedo al prójimo sin mirarse sus propios errores”.

Aunque evitó indagar sobre las causas del episodio, el edil no omitió que un hecho similar se había dado antes con el marido de la funcionaria y ex secretario de Gobierno, Hugo Cantero. El antecedente no es para nada casual, ya que un pariente de Cantero habría estado vinculado al secuestro extorsivo de un miembro de la familia Barbagelatta, ocurrido en la década del ’90. “Entiendo y compadezco lo que sufrieron en su momento, pero pasaron quince años. Ahora bien, esta gente, ¿tiene pruebas para andar apuntando a uno o a otro como lo están haciendo?”, planteó.

En su corrosivo guión, el concejal también dedicó algunos párrafos para el delegado municipal de Islas, Ricardo Alderetes. Fue él quien interceptó a De la Cruz para ejecutar la orden de que no ingresara al acto. En ese punto, Romano recurrió al plural para aludir a “idiotas útiles que se convierten en cómplices y mendigos de gente (a la) que aún no se le han puesto límites”.

Su derrotero de insultos no encontró adhesiones ni siquiera en sus compañeros de bloque, que rápidamente salieron a tomar distancia de todas las acusaciones vertidas por el saviense. En esa lista se anotaron María Rosa Pereyra, Luis Carranza y Germán Maldonado, quienes no obstante acompañaron el pedido de desagravio presentado por Romano y su pedido de informes para que el Ejecutivo eche luz sobre la conducta de los empresarios y de Alderetes.

Ya en el último tramo de la sesión, al juego de roles se sumó Luis Balbi, empecinado. Fue al tratarse la venta de 22 mil metros cuadrados de una calle pública al barrio Santa Isabel a un valor de $ 1.260.000. Como portavoz del denarvaista bloque Celeste y Blanco que comparte con Angioi y Néstor Bodes, el concejal de Belén objetó sin ruborizarse que para calcular el monto de la transacción el Ejecutivo haya multiplicado por 5 y no por 7 la tasación del Banco Provincia.

En tiempos en que el Concejo Deliberante es criticado con absoluto asidero por la ausencia casi total de debate y la imperceptible acción opositora de las bancadas minoritarias, quedó flotando en el ambiente la sensación de que la sesión de este miércoles tendría que haberse realizado en el teatro Seminari.

Por Ciro D. Yacuzzi

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