Los herederos y el pato rengo, de Venezuela a Argentina

Resulta apasionante seguir el proceso político de Venezuela, al menos para mí. Por las desencadenantes similares que tiene con nuestro país… Por Ricardo F. Choffi.

Resulta apasionante seguir el proceso político del hermano país de Venezuela, al menos para mí. Por las desencadenantes similares que tiene con nuestro país. Aunque la lamentable enfermedad del recientemente electo presidente Hugo Chávez esta vez apresuró los acontecimientos y le obligó aun antes de reasumir a la elección del “heredero”. No es poca la responsabilidad que pesa sobre el designado vicepresidente Nicolás Maduro, nada menos que la continuidad de un gobierno que es revolucionario para los seguidores del comandante bolivariano y dictatorial para los voceros opositores.

Trasladándonos a nuestro país, este año será clave para los posibles herederos. Tres de los cargos electivos más importantes del país, por su impacto político y económico, estarán en disputa dentro de dos años y no tienen reelección. Tanto Cristina a nivel nacional como Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires y Mauricio Macri en Capital Federal, según las Constituciones respectivas y vigentes, deberán dejar sus cargos, quizás ir por otros y, en teoría, dejar un heredero. Además, es fundamental evitar ser “patos rengos” en el trayecto de los últimos meses de sus gestiones.

“Lame duck” o pato rengo: figura que surge de la historia cuando marinos del siglo XVIII denominaban así a los barcos que necesitaban la ayuda de otros más pequeños para cubrir la última distancia entre el mar y la costa, luego adoptada por la jerga política en Estados Unidos para quienes deben terminar un mandato y no tienen reelección. El recordado presidente Raúl Alfonsín recordaba jocosamente: “Después de perder la elección de 1987 me costaba convencer al ordenanza para que me sirviera el café”.

Un experimentado dirigente local, celebré por sus frases ocurrentes y de varios sentidos, nos dijo hace más de una década a un grupo jóvenes militantes de aquel tiempo, cuando esperábamos su definición sobre la designación de “un heredero”: “No esperen nunca que le levante la mano de alguien”. Fue todo curso express del manual de conducción política. Muchas veces cuesta años y varios tropiezos comprender este laberinto. Es inerte esperar en el peronismo que alguien le abra la puerta a otro.

El Intendente de Escobar sí tiene reelección. Sorpresivamente, apenas después de haber triunfado holgadamente, en diciembre de 2011, cuando aun duraban los festejos, confesó a EL DIA de Escobar que esta sería su última gestión. Luego de reflexionar sobre sus palabras corrigió que volvería a postularse en 2015, según mi entender en forma atinada, ya que hubiera desatado anticipadamente una puja por la sucesión y la búsqueda del heredero que dañaría al distrito, con el peligro latente del síndrome del pato rengo.

Volviendo rápidamente a la palpitante política de Venezuela, para graficar este momento político con Maduro reaccionando contra “quienes conspiran contra el proceso revolucionario” y el opositor Enrique Capriles reclamando que “intentan desmoralizarnos imponiendo el miedo”, rescato una frase del brillante guionista de cine y filósofo Juan Pablo Feinmann que puso en las palabras del actor que interpretó al diputado John William Cooke en una imaginaría charla con Eva Perón cuando discutían sobre la rispidez del peronismo con la prensa en los fines de los ‘40: “Señora, si una dictadura es una revolución, se justifica, pero si una dictadura no es una revolución, es simple y lamentablemente eso… solo una dictadura”.

Hasta la victoria…

Por Ricardo F. Choffi

ricardo@jauretche.org.ar

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