“La vara que nos separa”

Escobar ha cerrado un capítulo. Es una buena oportunidad para reconstruirse. Por Jorge A. Derra.

Y si el hombre se comporta aquí de un modo demasiado humano, no busca la verdad más que para hacer el bien, ¡Apuesto a que no encuentra nada! Friedrich Nietzsche.
Luis Patti ha sido condenado. Este hecho, medular para el distrito, es un capítulo de un extenso proceso que se extiende por todo el país.
Se busca la verdad, aunque esta flote como niebla sobre la sociedad. En esa búsqueda, la justicia ha tenido que desatar nudos que la política y, por ende, la sociedad, ayudaron a ceñir.
No se trata solo de probar horrores, ni documentar perversidades. Se trata de exponerlos, desnudarlos frente a la sociedad, para que ésta se haga cargo, para que se mire en ese espejo traumático.
El terrorismo de Estado construyó una sociedad afín, compatible, que aún hoy sigue vigente. La tarea que queda pendiente, desmantelado ya el peor escenario, es reconstruir la sociedad especular que lo acompañó y ese debe ser el contexto de análisis de esta condena. Para que la justicia sea plena.
A Escobar le ha llegado la hora de dar vuelta una página, sin cerrar el libro, porque la historia necesita continuidad en su narración para ser memoria fértil. Por lo tanto, a partir de ahora debería evaluarse todo con un nuevo horizonte futuro, pero con el pasado como marco de fondo.
Sandro Guzmán es parte de esa sociedad-espejo que avaló y sustentó a Patti y todo lo que él representaba. Más por conveniencia que convencido, decidió darle la espalda. Su decisión es una bisagra de la historia política escobarense y todos necesitábamos esa bisagra.
¿Cuál sería la suerte de un distrito cuyo intendente tributa al liderazgo político de un hombre que asiste en una camilla a escuchar la sentencia que lo condena a reclusión perpetua en cárcel común, acusado de delitos de lesa humanidad?
La pregunta que antecede no se restringe solo a la posibilidad de recibir recursos económicos de otros niveles de gobierno sino que abarca cuestiones más profundas, más sustanciales. Por ejemplo, si podríamos, sin esa bisagra, dejar de ser una sociedad-espejo del horror.
La gran mayoría que conformó el sostén político-electoral de Patti no lo hizo por desconocimiento o porque creyera en su inocencia. Lo hizo porque no le importó y hasta estaba de acuerdo con los hechos que lo llevaron a la reclusión perpetua.
Escobar ha cerrado un capítulo, es una buena oportunidad para reconstruirse.
Una sociedad no es mejor porque todos sus integrantes están unidos o piensan de forma similar, es mejor cuando logra elevar el nivel ético, moral y humano de sus discrepancias.
La aparición política de Patti llevó esa vara al punto más bajo. Una sociedad dividida entre quienes aprueban el terrorismo de Estado y quienes lo condenan es lamentable. Estamos ante un cambio de época, es necesario levantar la vara que nos divide y constituirnos en la sociedad-espejo de un escenario que, pese a todos los inconvenientes, es a todas luces más auspicioso.
La irrupción de jóvenes que luchan y se comprometen, con el CBC, con los corsos, con sus actividades culturales, organizaciones ambientalistas que pelean por defender los humedales o el río, o un grupo de militantes que decide llevar adelante una preinterna para sumarle democracia a la democracia, son buenas señales de que vamos en el camino correcto. ¡Así sea!
Por Jorge A. Derra

Y si el hombre se comporta aquí de un modo demasiado humano, no busca la verdad más que para hacer el bien, ¡Apuesto a que no encuentra nada! Friedrich Nietzsche.

Luis Patti ha sido condenado. Este hecho, medular para el distrito, es un capítulo de un extenso proceso que se extiende por todo el país.

Se busca la verdad, aunque esta flote como niebla sobre la sociedad. En esa búsqueda, la justicia ha tenido que desatar nudos que la política y, por ende, la sociedad, ayudaron a ceñir.

No se trata solo de probar horrores, ni documentar perversidades. Se trata de exponerlos, desnudarlos frente a la sociedad, para que ésta se haga cargo, para que se mire en ese espejo traumático.

El terrorismo de Estado construyó una sociedad afín, compatible, que aún hoy sigue vigente. La tarea que queda pendiente, desmantelado ya el peor escenario, es reconstruir la sociedad especular que lo acompañó y ese debe ser el contexto de análisis de esta condena. Para que la justicia sea plena.

A Escobar le ha llegado la hora de dar vuelta una página, sin cerrar el libro, porque la historia necesita continuidad en su narración para ser memoria fértil. Por lo tanto, a partir de ahora debería evaluarse todo con un nuevo horizonte futuro, pero con el pasado como marco de fondo.

Sandro Guzmán es parte de esa sociedad-espejo que avaló y sustentó a Patti y todo lo que él representaba. Más por conveniencia que convencido, decidió darle la espalda. Su decisión es una bisagra de la historia política escobarense y todos necesitábamos esa bisagra.

¿Cuál sería la suerte de un distrito cuyo intendente tributa al liderazgo político de un hombre que asiste en una camilla a escuchar la sentencia que lo condena a reclusión perpetua en cárcel común, acusado de delitos de lesa humanidad?

La pregunta que antecede no se restringe solo a la posibilidad de recibir recursos económicos de otros niveles de gobierno sino que abarca cuestiones más profundas, más sustanciales. Por ejemplo, si podríamos, sin esa bisagra, dejar de ser una sociedad-espejo del horror.

La gran mayoría que conformó el sostén político-electoral de Patti no lo hizo por desconocimiento o porque creyera en su inocencia. Lo hizo porque no le importó y hasta estaba de acuerdo con los hechos que lo llevaron a la reclusión perpetua.

Escobar ha cerrado un capítulo, es una buena oportunidad para reconstruirse.

Una sociedad no es mejor porque todos sus integrantes están unidos o piensan de forma similar, es mejor cuando logra elevar el nivel ético, moral y humano de sus discrepancias.

La aparición política de Patti llevó esa vara al punto más bajo. Una sociedad dividida entre quienes aprueban el terrorismo de Estado y quienes lo condenan es lamentable. Estamos ante un cambio de época, es necesario levantar la vara que nos divide y constituirnos en la sociedad-espejo de un escenario que, pese a todos los inconvenientes, es a todas luces más auspicioso.

La irrupción de jóvenes que luchan y se comprometen, con el CBC, con los corsos, con sus actividades culturales, organizaciones ambientalistas que pelean por defender los humedales o el río, o un grupo de militantes que decide llevar adelante una preinterna para sumarle democracia a la democracia, son buenas señales de que vamos en el camino correcto. ¡Así sea!

Por Jorge A. Derra

3 Comentarios

  1. Miguel Gaztañaga

    del bloque del pj que hoy gobierna este municipio, el Pattismo atravesó a otros partidos y bloques también).
    Saludos Derra y felicitaciones.

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  2. Miguel Gaztañaga

    dando desde abajo, como en la biblioteca popular de Matheu «nuestra america», primera biblioteca de la historia de Matheu (en cuya construcción participo); donde el municipio en lugar de atender al reclamo de un lugar para que funcione (hoy tenemos cerca mas de 150 socios, miles de libros en cajas sin inventariar porq no tenemos lugar donde ponerlos porq la biblio funciona en el living de una vecina), el municipio en lugar de atender ese reclamo, decide crear su propia biblioteca municipal. Lo cual nos parece genial (como nos va a molestar que POR FIN HAGAN ALGO). Pero nuestro reclamo no es atendido, y los talleres de guitarra, de costura, de percusión, las clases de apoyo escolar, los microemprendimientos para los vecinos desocupados siguen funcionando en la calle.

    Sería interesante que la gente que quiere construir desde abajo empiece a establecer vinculos para pensar en una alternativa de poder a la dirigencia politica hegemónica actual en escobar (y no hablo solo

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  3. Miguel Gaztañaga

    Bravo Derra!!!

    Es cierto que necesitabamos una visagra para desligarnos del Pattismo. Pero eso es como una puerta que queda abierta 5 centímetros. No alcanza para abrise nuevos caminos. La puerta hay que abrirla del todo, hay que patearla, y eso se hace desde abajo y a la izquierda con organización y conciencia.

    Sandro Guzmán ES PATTI. Se ve en los hechos. El acto de festejo de la condena del torturador convocado por la CTA y demas organizaciones el pasado sábado lo demuestra. El municipio no colaboró en nada. No hubo apoyo de ningun tipo. Eso demuestra que el cambio se está dando en la sociedad, no en la dirigencia politica. La dirigencia politica sigue siendo la misma: la misma que pone piedras fundamentales y no construye nada, la misma que prohibe los carnavales con los mismos argumentos del pattismo, la misma que no cede ante los reclamos de las organizaciones culturales que tienen un fin social y tratan de apropiarse de sus banderas para cooptar los esfuerzos que se vienen

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