Se llama Yanina Alfaro, tiene 44 años y sorprendió al revelar el estilo de vida que lleva, viajando y pagando costosos alojamientos. “Me gusta disfrutar y con mi trabajo me doy todos los gustos”, asegura.
Yanina Alfaro (44) es una vecina de Ingeniero Maschwitz que se gana la vida como empleada doméstica y se hizo viral a través de la plataforma TikTok, donde ofrece tips de limpieza, graba rutinas en las casas en las que trabaja y muestra los gustos que se da en base a su esfuerzo.
Dice que hace más de 10 años su entonces marido ocultaba que ella era empleada doméstica. “Pero bien que comía lo que yo compraba con la plata que aportaba”, aún le reprocha, en una entrevista con la periodista Gabriela Cicero para Infobae. La nota transcurrió mientras estaba de vacaciones en uno de los hoteles más exclusivos de Ushuaia, frente al canal de Beagle.
Es su cuarto viaje en lo que va del año. El próximo destino será Jujuy. “No son cuatro horitas de trabajo las que hago. Son 12 horas por día, de 7 a 19”, destaca en sus videos de TikTok (@yanivalfaro).
Como muchos usuarios, Yanina se enganchó con la red durante la cuarentena. Tiene más de 25 mil seguidores y casi 500 mil likes. Al principio no sabía bien qué contenidos subir. No se le dio por hacer nada gracioso, pero cuando vio que había personas que mostraban sus rutinas ahí le gustó más y decidió mostrar lo suyo.
@yanivalfaro #empleadasdomesticas #empleadasdelimpieza #organizacion #orden #limpiezadecasas ♬ sonido original – user4183303295166
Ese trabajo que realiza desde hace 13 años, enseguida captó interés en el público. “Lo que noté es que me siguen muchas chicas que limpian casas. Dicen que yo ‘inspiro’. Varias me preguntaron cómo logré mi primer trabajo. También por TikTok conseguí limpiar en una nueva casa. Me contactaron muchos interesados. Pero ya no tengo horarios disponibles”, comenta.
En sus publicaciones muestra sus gustos y aclara que puede dárselos gracias a que no tiene que pagar un alquiler y a que, además, comparte los gastos con su actual pareja, Nicolás, quien trabaja en una empresa de limpieza. Llevan diez años de relación.
Cuando muestra la intimidad de su hogar, en Maschwitz, sus seguidores también le hacen todo tipo de preguntas y muchas son claramente discriminatorias. Ven como algo raro que una empleada doméstica pueda darse una buena vida, con electrodomésticos lindos, la cocina perfecta y que además viaje mucho.
“Vos te das esos lujos porque trabajás en la Municipalidad. Seguro que estás cobrando algo del gobierno. O sos una planera”, le dijeron en un comentario. “Entonces empecé a mostrar como ‘la planera’ se levantaba a las cinco de la mañana a trabajar. Un poco por bronca mostré mi rutina porque me cansaron. En la Argentina si la estás pasando bien es porque sos planero, nunca va a ser por trabajo, siempre eso, o sino porque trabajás en el gobierno o porque estás robando. Eso es lo que se expresó en la cuenta”.
“A mí me gusta disfrutar la vida. ¿A quién no? Uno no sabe hasta cuándo va a vivir. Entonces, para disfrutar como yo quiero me tengo que levantar a las seis de la mañana, porque nadie me va a regalar nada. Me levanto temprano y después me doy una semana en el hotel más caro de Ushuaia”, afirma.
Con esa mentalidad, cada día destina entre 10 y 12 horas a limpiar casas con la motivación de hacer varios viajes al año: “Hice todo con esfuerzo. Ahora que mi hijo es más grande puedo trabajar todo el día. Por ahí a una empleada que trabaja cinco horas no le va rendir lo mismo”, remarca.
La vecina maschwitzense cuenta que cobra $700 por hora: «Por lo general, no tengo casas a las que vaya varias veces a la semana. Por eso hago la diferencia. Por ahí hay chicas que van todos los días a la misma casa 8 horas y cobran mucho menos de lo que cobro yo. Si están en blanco, se paga lo que dice el gremio que es poco”.
“A mí no me dan las horas para estar en blanco”, reconoce, al tiempo que opina que quienes están registradas están mal pagas: “No alcanza para nada. Son 10 horas de estar afuera por 3.600 pesos al día”.
A sus colegas les recomienda no bajar el precio, porque perjudican al resto: “Tienen que cobrar desde $500 la hora para arriba. Y lamentablemente, quien no pueda pagar, que no tenga empleada. Yo lo veo como un servicio de lujo. Hoy en día, una persona que deja tu casa impecable y cuando llegás tenés todo como si fuera un hotel… es un servicio de lujo al que no todos pueden acceder”, enfatiza.
También están aquellas mujeres que quieren seguir sus pasos y le preguntan de todo. Hace 13 años, Yanina se dio cuenta de que limpiando casas tendría mayores ventajas que yendo a su trabajo de siempre. Podría manejar sus horarios y vacaciones a gusto.
Antes de pasarse de rubro se dedicaba a la gastronomía en una empresa que tenía concesiones de comedores industriales. Ella tenía un buen puesto, le habían ofrecido un ascenso como encargada y cuando quiso irse, incluso quisieron retenerla con más plata. Pero ya tenía tomada la decisión. Había tenido a su bebé, pasaba muchas horas fuera de su casa -9 horas de trabajo, más una hora de ida y otra de vuelta- y a veces se tenía que quedar después de hora.
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A Benjamín no le gustaba estar con la niñera y ella al final notó que estaba haciendo un intercambio de plata. Cuando el hijo cumplió tres años empezó con su nuevo oficio, manejando sus tiempos. Las casas en los barrios por donde trabaja están en su misma localidad y se mueve en bicicleta. Hoy Benjamín cursa en una escuela técnica y sueña con estudiar en el Instituto Balseiro de Bariloche.
“Limpiar casas era lo único que podía hacer. Incluso podía llevar al nene al trabajo porque era muy tranquilo. Hasta que empezó el jardín”. Cuenta que en esos tiempos no hacía tantas horas como ahora que su hijo ya cumplió 16. Pero le daba lo suficiente para servir la mesa en su casa durante toda la semana. Era una gran ayuda.
La mujer enumera todas las ventajas que la hicieron decidirse por su nueva profesión: “Yo acá manejo mis tiempos. Si no voy a trabajar no es la muerte de nadie. No es que cuido chicos. Si un día no voy a limpiar, no pasa nada. Si me enfermo, no pasa nada. Si me tengo que pedir un día, tampoco. Si quiero vacaciones, menos. Y además lo cobro bien. Trabajando en una oficina cobraba mucho menos, entonces no me cerraba. Tampoco tengo que estar aguantando gente. Cuando trabajo ahora estoy sola y me dedico a limpiar, haciendo mi vida. Nadie me molesta”, destaca.
Por querer trabajar y darse gustos que sus padres no podían afrontar, Yanina había dejado el secundario en tercer año. También vendió café con un carrito por las calles de Munro, a los 18, en una zona de fábricas.
Su matrimonio no terminó bien. “Él era muy machista. Estábamos construyendo nuestra casa y yo no tenía ni voz ni voto sobre lo que había que hacer. Había maltrato psicológico. Él me decía: ‘Vos no podés opinar porque no terminaste el secundario’”, cuenta. “Si yo aportaba… ¿mi plata no valía? Si además esa iba a ser mi casa”. Así fue como terminó de decidirse por completar sus estudios. Cursó embarazada y el último año con su bebé en brazos en el aula. Después terminó separándose de su marido. El maltrato verbal había pasado al físico. Ella hoy vive en la casa que estaban construyendo y dice que no recibe ninguna mensualidad del padre de su hijo: “Lo mantengo íntegramente yo con mi trabajo”.
Yanina cuenta que viene de una familia trabajadora y que nota que hay personas que les falta “garra”. “No están preparadas psicológicamente para el trabajo. Y hay otras que trabajan de cualquier cosa y le dan siempre para adelante. En Buenos Aires siempre algo se puede hacer. Nunca me faltó trabajo. De hecho, me sobra. Incluso, no me da el tiempo”, concluye la vecina maschwitzense que se hizo influencer limpiando casas.
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