Un empréstito entre gallos y mediasnoches

“¿Por qué si el Municipio habla de solvencia financiera debe salir a pedir dinero?”. Por Jorge A. Derra.

Esta nota surge como consecuencia de una pregunta, que interpela. ¿Vos qué hubieras hecho si fueras concejal? Por lo tanto, esta nota es una respuesta esa pregunta y, por añadidura, es subjetiva y autoreferencial en algunos puntos.
Lo primero que hay que decir es que, en el marco del capitalismo burgués en el que vivimos, tomar un crédito no es un ilícito y muchas veces ni siquiera es desacertado. Sin conocer a fondo el crédito que decidió tomar el Municipio, es probable que las condiciones del mismo sean técnicamente blandas. Una tasa del 11% tomado contra un banco estatal, a pagar en cinco años y por un monto inicial que resulta aproximadamente el 8% del cálculo de recursos del Municipio no parece descabellado.
Ahora bien, salvado el tipo de crédito en sí mismo, todo lo demás se hizo mal, como suele hacer las cosas el gobierno municipal.
La primera pregunta que surge es: ¿Por qué si el Municipio habla de solvencia financiera debe salir a pedir dinero para encarar una serie de obras que, por difusas en su mención, terminan poniendo el monto ingresado del crédito dentro del rubro gastos generales? ¿Por qué esas obras no se hacen dentro de algunos de los diversos programas de fomento que existen a nivel nacional y provincial?
Todas las dudas que podrían surgir se agigantan ante la conducta del HCD, que nuevamente decide tomar una decisión de trascendencia (un endeudamiento, más allá del hipotético segundo mandato de Guzmón) casi clandestinamente, entre gallos y medias noches, sin discusión en las bancas.
Este Concejo Deliberante parece no entender que la función del tratamiento público de los proyectos sirve, en principio, para mejorarlos, pero sobre todo para ponerlos al alcance de la ciudadanía. Las objeciones o apoyos que se hagan explícitos en la sesión es el trabajo que los concejales deben entregar a los ciudadanos que los votaron, y en este punto la responsabilidad es compartida entre el oficialismo y la ¿oposición?
Pero, otra vez, como sucedió con el Código de Planeamiento y con la aprobación de la instalacion del puerto metanero, la actitud fue esconderse. Esto, además de no contemplar las expectativas de los escobarenses, da lugar a una serie de suspicacias que es probable sean infundadas, pero las sospechas son convocadas por los mismos ediles.
Puntualmente, respondiendo a la pregunta inicial, sin conocimiento del expediente, lo primero que hubiera intentado es dar el debate, por la positiva o la negativa, según mi entendimiento de la lectura. Hubiera pretendido que el monto ingresado tenga una asignación específica a las partidas presupuestarias para obras claramente mencionada.
Por ejemplo, se me ocurre que hubiera convocado a todos aquellos que luchan por el centro universitario para que se acerquen a pedir que parte del crédito se utilice para ese fin (de hecho, chicos, no estaría mal ir a hablar con los concejales y los mayores contribuyentes antes y durante la sesión).
Intentaria que las obras sean propuestas por los vecinos, y los concejales y el Ejecutivo terminen tomando la decisión a partir de ese universo de posibilidades, más las que se consideren esenciales. Porque la pregunta de fondo es: ¿cómo se puede aceptar o rechazar un crédito, si no está claro para qué es, si no está fehacientemente establecido?
Insisto, no es delito ni es perjuicio tomar un crédito en estas condiciones. Lo que resulta perverso es que el oficialismo use el respaldo aplastante de los votos que le dieron los ciudadanos para ignorarlos y desconocer sus obligaciones para con ellos. Y resulta lamentable que la ¿oposición? no haya terminado de entender el mensaje de las urnas.
Escobar necesita concejales oficialistas y opositores; discutir, debatir y, finalmente, votar; en contra, si es necesario. No es poner palos en la rueda sino salir del pacto espureo que ha puesto al HCD en la categoría de prescindible.
Por Jorge A. Derra

Esta nota surge como consecuencia de una pregunta, que interpela. ¿Vos qué hubieras hecho si fueras concejal? Por lo tanto, esta nota es una respuesta esa pregunta y, por añadidura, es subjetiva y autoreferencial en algunos puntos.

Lo primero que hay que decir es que, en el marco del capitalismo burgués en el que vivimos, tomar un crédito no es un ilícito y muchas veces ni siquiera es desacertado. Sin conocer a fondo el crédito que decidió tomar el Municipio, es probable que las condiciones del mismo sean técnicamente blandas. Una tasa del 11% tomado contra un banco estatal, a pagar en cinco años y por un monto inicial que resulta aproximadamente el 8% del cálculo de recursos del Municipio no parece descabellado.

Ahora bien, salvado el tipo de crédito en sí mismo, todo lo demás se hizo mal, como suele hacer las cosas el gobierno municipal.

La primera pregunta que surge es: ¿Por qué si el Municipio habla de solvencia financiera debe salir a pedir dinero para encarar una serie de obras que, por difusas en su mención, terminan poniendo el monto ingresado del crédito dentro del rubro gastos generales? ¿Por qué esas obras no se hacen dentro de algunos de los diversos programas de fomento que existen a nivel nacional y provincial?

Todas las dudas que podrían surgir se agigantan ante la conducta del HCD, que nuevamente decide tomar una decisión de trascendencia (un endeudamiento, más allá del hipotético segundo mandato de Guzmón) casi clandestinamente, entre gallos y medias noches, sin discusión en las bancas.

Este Concejo Deliberante parece no entender que la función del tratamiento público de los proyectos sirve, en principio, para mejorarlos, pero sobre todo para ponerlos al alcance de la ciudadanía. Las objeciones o apoyos que se hagan explícitos en la sesión es el trabajo que los concejales deben entregar a los ciudadanos que los votaron, y en este punto la responsabilidad es compartida entre el oficialismo y la ¿oposición?

Pero, otra vez, como sucedió con el Código de Planeamiento y con la aprobación de la instalacion del puerto metanero, la actitud fue esconderse. Esto, además de no contemplar las expectativas de los escobarenses, da lugar a una serie de suspicacias que es probable sean infundadas, pero las sospechas son convocadas por los mismos ediles.

Puntualmente, respondiendo a la pregunta inicial, sin conocimiento del expediente, lo primero que hubiera intentado es dar el debate, por la positiva o la negativa, según mi entendimiento de la lectura. Hubiera pretendido que el monto ingresado tenga una asignación específica a las partidas presupuestarias para obras claramente mencionada.

Por ejemplo, se me ocurre que hubiera convocado a todos aquellos que luchan por el centro universitario para que se acerquen a pedir que parte del crédito se utilice para ese fin (de hecho, chicos, no estaría mal ir a hablar con los concejales y los mayores contribuyentes antes y durante la sesión).

Intentaria que las obras sean propuestas por los vecinos, y los concejales y el Ejecutivo terminen tomando la decisión a partir de ese universo de posibilidades, más las que se consideren esenciales. Porque la pregunta de fondo es: ¿cómo se puede aceptar o rechazar un crédito, si no está claro para qué es, si no está fehacientemente establecido?

Insisto, no es delito ni es perjuicio tomar un crédito en estas condiciones. Lo que resulta perverso es que el oficialismo use el respaldo aplastante de los votos que le dieron los ciudadanos para ignorarlos y desconocer sus obligaciones para con ellos. Y resulta lamentable que la ¿oposición? no haya terminado de entender el mensaje de las urnas.

Escobar necesita concejales oficialistas y opositores; discutir, debatir y, finalmente, votar; en contra, si es necesario. No es poner palos en la rueda sino salir del pacto espureo que ha puesto al HCD en la categoría de prescindible.

Por Jorge A. Derra

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