La hoguera de las apetencias peronistas

La situación política en Escobar, en otros municipios bonaerenses y la ruptura de Moyano con el gobierno nacional. Por Jorge L. Bonfanti.

Decía Perón que cada peronista lleva el bastón de mariscal en la mochila. También, cuando se dispara la pelea por el poder lleva una cajita de Fragata y un Carusita por las dudas, además de leña y un bidón de kerosene.

Como desde el minuto 1 del 24 de octubre se abrieron las puertas de la renovación, por el límite a los mandatos de la presidenta y el gobernador, cada militante empieza a soñar con llegar al poder, o por lo menos a su sombra, desde los pesos pesados hasta los militantes de base que nunca mojaron el pan en la salsa de las grandes decisiones.

Para no ir muy lejos, en nuestro pago escobarense ya hay una serie de movimientos de calentamiento previo a salir a la cancha, porque si bien Sandro si quiere se puede volver a presentar, se van produciendo los corrimientos de acuerdo a cómo se juegan las fichas más arriba. En cada distrito ya se van perfilando los que se van con Massa y los que se arriman a Mariotto, los dos precandidatos potenciales a suceder a Scioli.

Pero el esquema no resulta tan sencillo, hay otros interesados en porfiar: Randazzo, Aníbal, dos o tres herederos del actual “Goberna”, Sabbatella, que pide un lugar formal dentro del FPV, y Moyano también tiene algo que decir, no se resigna a tener tanto poder de movilización al cohete.

Todo aquel que se acerca a colaborar con la mejor buena voluntad para hacer el fuego para el asado, y tira una ramita, termina por ser corresponsable de un incendio que se retroalimenta por la voracidad de poder, que es la marca genética del peronismo. Porque cada vez que se rompe -o se fisura- el frente interno peronista, el resto del país tiembla, le agarran terrible ganas de meterse debajo de la cama hasta nuevo aviso.

Algunos se juegan desde una posición de debilidad para crecer. Para dar tres casos, José Ottavis, titular de la JP provincial y flamante vice de la Cámara de Diputados bonaerense, anunció que quiere ir por la intendencia de San Isidro, especulando con que tiene una chance si Posse corre en 2015 la misma suerte que el “Japonés” García este año. Diego Acchilli, concejal en Tres de Febrero, hasta ahora enrolado con De Narváez, se pasó al massismo y disputará con el presidente del HCD el cargo del ya casi anciano Hugo Curto. En Merlo, dos sectores esperan la caída en desgracia electoral, o política, o judicial, del “Vasco” Othacehé. Gustavo Menéndez fue con la boleta de Duhalde pero es sciolista, y Patricia Alves, concejal de Nuevo Encuentro, salió segunda en la última elección.

En otros casos donde el intendente está mejor parado, como en Escobar, Sandro se puede dar el lujo de coquetear y chichonear con unos y otros y no definirse hasta el último momento. Las ambivalencias van a ser la moneda corriente.

También existen las variantes forzadas: José Molina, de Pilar, ex poderoso senador y virtual ministro de Medio Ambiente, convocó a dividir al municipio vecino independizando a Derqui para ser el primer alcalde y quedar en la historia, aunque le dijo a este cronista que estaba más cerca del retiro que la “Bruja” Verón.

El problema es que la hoguera donde se cocinan las apetencia de muchos no termine quemando a todo el mundo, entre ellos a la Presidenta, que tiene que lidiar con cada uno.

Un caso aparte: Moyano

Para quienes no lo sepan, el marplatense construyó su liderazgo en la lucha contra el menemismo, cuando todos los demás popes del dispositivo sindical del peronismo defeccionaba, se llamen Barrionuevo, Cavallieri, José Rodríguez, Maturano o Pedraza.

Pero a los fines últimos del análisis, las diferencias fueron importantes pero coyunturales, todos son cortados por la misma tijera, viven de la teta del Estado, obras sociales, negocios por atrás con la guita de los afiliados.

Ahora no hay tanto bardo con las financieras porque hay paritarias y mejoras salariales importantes que garantizan la continuidad de la explosión de consumo posterior a la caída del paradigma neoliberal.
Moyano siempre soñó con no ser más la columna vertebral de un movimiento donde la cabeza la ponen otros que no llenan ni un taxi con su poder de movilización.

Es indudable que la experiencia de Lula es un faro. Como la Presidenta intenta poner orden en las cuentas para que la crisis financiera internacional no nos pegue de lleno, y el manejo de las bolsas de las obras sociales y los contratos de la recolección de basura son un botín en disputa, Moyano se para de manos metiendo miedo en todos los demás competidores, ninguno de los cuales puede llenar el estadio Tomás A. Ducó.

Pero no va a llegar la sangre al río. Todos saben que, para tener posibilidades, tienen que jugar la interna con el escudito del PJ, caso contrario tienen en el horizonte menos gloria que “Lilita”, que perdió contra el Partido Obrero…

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