Falleció a los 89 años Salvador Rizzo, un vecino ejemplar y muy querido de Escobar

Sufrió un infarto fulminante tras una cena con su familia. Fue directivo de la Fiesta de la Flor durante varias décadas y candidato a intendente de la UCR en 1995. “La política no era para mí, hay que tener dos caras”, había declarado en una entrevista.

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Pensativo. Salvador Rizzo había nacido en San Fernando y llegó a Belén de Escobar en 1957.

Sufrió un infarto fulminante tras una cena con su familia. Fue directivo de la Fiesta de la Flor y candidato a intendente de la UCR en 1995. “La política no era para mí, hay que tener dos caras”, había declarado en una entrevista.

Víctima de un infarto fulminante que lo sorprendió tras haber cenado junto a su familia en su domicilio de la calle Belgrano, falleció este miércoles a la noche el conocido y queridísimo vecino escobarense Salvador Rizzo, quien contaba con 89 años.

Nacido el 13 de noviembre de 1926 y oriundo de San Fernando, Rizzo se instaló en Belén de Escobar a los 31 años. En la ciudad de la flor conoció a “Coca” Radanovich, quien sería su esposa y la madre de sus cuatro hijos: Adriana, Patricia, María Fernanda y Gustavo.

Comenzó trabajando en la ferretería y corralón “Los dos cuñados” (Rizzardi-Torres), que estaba frente a la plaza principal, y por su forma de ser no tardó en hacerse conocido y granjearse sus primeras nuevas amistades.

Por entonces, “Salva”, como muchos le decían, era un distinguido futbolista, aunque por esas cosas del destino no pudo llegar a mostrarse en primera división. Aguerrido volante central, jugó en la cuarta de Tigre -el club de sus amores-, defendió los colores verdinegros de Independiente de Escobar y fue el capitán de la selección de la Liga Escobarense.

Su incursión en la comisión directiva de la Fiesta de la Flor se dio por intermedio de quien fuera el histórico mandamás de la entidad, don Luis Brussi. “Tenés que venir conmigo, porque nos propusieron y no queda otra. Hay que agarrar. Y así llegamos: él como presidente y yo como vicepresidente. Fuimos a poner el hombro”, recordaba en declaraciones a la revista DIA 32.

A partir de entonces se inició un romance eterno entre él y la emblemática exposición escobarense, a la que le aportó toda la sabiduría, la meticulosidad y la pasión que volcaba sobre cada cosa con la que se involucraba.

En la década del ’90 se interesó por participar en la vida política del distrito. Fue secretario y presidente del comité de la UCR. Y en 1995 aceptó el ofrecimiento de postularse a intendente, en un contexto donde la segunda gestión de Fernando Valle al frente del Municipio había generado un gran descontento vecinal. A esa altura no tenía idea de que su oponente del PJ sería nada menos  que Luis Patti, quien obtuvo más del 70% de los votos.

“En la campaña la gente de la otra línea (interna del radicalismo) me criticaba: ‘Nunca nombrás a Patti, tenés que darle con todo’, me decían. Pero yo les contestaba que haría mi campaña con lo que pensaba hacer yo, no basándome en lo que hizo mal el otro”, contaba en la mencionada entrevista, publicada en mayo de 2009.

“Fue terrible cómo sufrí esa campaña. Ahí llegué a convencerme de que la política no era para mí, porque hay que tener dos caras. Te venían con cosas que no estaban en mi forma de ser ni de tratar a la gente”. Frases que pintan de cuerpo entero la integridad, moral y rectitud de las que Salvador Rizzo hizo un culto a lo largo de 89 años intensamente vividos.

Se fue un grande de la ciudad. Tal vez el día de mañana alguna calle, algún lugar o alguna cancha de fútbol inmortalicen con su nombre a este vecino querido, respetado y valorado por todos los que tuvieron la suerte de conocerlo. El incesante ir y venir de gente en su corto velorio -se realizó de 11 a 16 en una cochería de la calle Asborno al 1000- es la demostración más palmaria del afecto que supo cosechar. Como alguien soltó al pasar: “Tenía un millón de amigos”.

Por Ciro D. Yacuzzi

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