Punto final para el Plan de Desarme Voluntario en Escobar

Duró un mes y medio. “La expectativa se cumplió”, evaluó el director de Prevención Comunitaria, Juan Carlos Papa.

El Plan de Desarme Voluntario llegó a su fin este miércoles en el partido de Escobar, tras siete jornadas durante las cuales se recibieron 140 armas -pistolas, revólveres, escopetas- de manos de ciudadanos que quisieron deshacerse de ellas.
El programa había comenzado a mediados de julio y se extendió durante agosto en Escobar, que se adhirió al proyecto por primera vez junto a otros 36 municipios bonaerenses. Consistió en que todo aquel que quisiera deshacerse de sus armas de forma anónima y voluntaria pudiera hacerlo sin importar si el arma era legal o no.
La boca receptora funcionó en la Dirección General de Prevención Comunitaria, donde personal del Registro Nacional de Armas (RENAR) registraba el número de serie, marca, tipo y calibre para cotejar que el arma no tuviera pedido de secuestro. Si todo estaba en orden, la misma se destruía con una prensa hidráulica que le inutilizaba el cañón. Sino, se la separaba sin destruirla.
Se recibían hasta diez por persona y por cada una se entregaba un incentivo económico de entre 200 y 600 pesos, a través de un cheque preimpreso que se hacía efectivo en el Banco Nación.
“Con respecto a las expectativas, esto es lo que viene sucediendo en otras localidades, así que las cumplimos. Parece poco pero no lo es, porque son 140 armas que estaban en poder de la población y ahora no están más”, expresó a El Día de Escobar el director general de Prevención Comunitaria, Juan Carlos Papa.
“Así hubiera sido una, la finalidad se hubiera cumplido. Porque no es un programa donde hacen una requisa y salen a reclutar armas por todos lados. Acá la gente vino voluntariamente, entregó el arma y recibió una paga por ello”.
El funcionario también señaló que un arma siempre es un problema. “En una casa suele haber armas dejadas por un abuelo o por otra persona, y hay mucha gente que ni siquiera tiene instrucción para poder usarla. Y, a veces, tenerlas, ha provocado tragedias. Así que si el arma está destruida, mucho mejor”.
Quienes no entregaron sus armas durante el plan, ya no tienen posibilidades de hacerlo. “Esta etapa de la campaña se cerró hoy y por el momento no hay fecha para una segunda parte”, señala Papá.
Antecedentes
La primera etapa del proyecto, contemplado en la ley 26.216, rigió entre septiembre de 2006 y marzo de 2008, participaron varios distritos pero Escobar no se adhirió. En aquella oportunidad se incautaron 107.761 armas en toda la zona de acción, y 774.500 municiones de diversos calibres.
Una encuesta de la Asociación para Políticas Públicas (APP) determinó que en aquel momento la proliferación de armas en los hogares bajó un 2,7% y que se destruyó un 10% de las armas registradas en el país.
Terminado el plan, las armas se destruyeron reduciéndolas a chatarra, que luego fue donada a la Fundación Garraham.

En Escobar, la gente entregó escopetas, revólveres y pistolas.

El Plan de Desarme Voluntario llegó a su fin este miércoles en el partido de Escobar, tras ocho jornadas durante las cuales se recibieron 140 armas -pistolas, revólveres, escopetas- de manos de ciudadanos que quisieron deshacerse de ellas.

El programa había comenzado a mediados de julio y se extendió durante agosto en Escobar, que se adhirió al proyecto por primera vez junto a otros 36 municipios bonaerenses. Consistió en que todo aquel que quisiera deshacerse de sus armas de forma anónima y voluntaria pudiera hacerlo sin importar si el arma era legal o no.

La boca receptora funcionó en la Dirección General de Prevención Comunitaria, donde personal del Registro Nacional de Armas (RENAR) registraba el número de serie, marca, tipo y calibre para cotejar que el arma no tuviera pedido de secuestro. Si todo estaba en orden, la misma se destruía con una prensa hidráulica que le inutilizaba el cañón. Sino, se la separaba sin destruirla.

Se recibían hasta diez por persona y por cada una se entregaba un incentivo económico de entre 200 y 600 pesos, a través de un cheque preimpreso que se hacía efectivo en el Banco Nación.

“Con respecto a las expectativas, esto es lo que viene sucediendo en otras localidades, así que las cumplimos. Parece poco pero no lo es, porque son 140 armas que estaban en poder de la población y ahora no están más”, expresó a El Día de Escobar el director general de Prevención Comunitaria, Juan Carlos Papa.

“Así hubiera sido una, la finalidad se hubiera cumplido. Porque no es un programa donde hacen una requisa y salen a reclutar armas por todos lados. Acá la gente vino voluntariamente, entregó el arma y recibió una paga por ello”.

El funcionario también señaló que un arma siempre es un problema. “En una casa suele haber armas dejadas por un abuelo o por otra persona, y hay mucha gente que ni siquiera tiene instrucción para poder usarla. Y, a veces, tenerlas, ha provocado tragedias. Así que si el arma está destruida, mucho mejor”.

Quienes no entregaron sus armas durante el plan, ya no tienen posibilidades de hacerlo. “Esta etapa de la campaña se cerró hoy y por el momento no hay fecha para una segunda parte”, señala Papá.

Antecedentes

La primera etapa del proyecto, contemplado en la ley 26.216, rigió entre septiembre de 2006 y marzo de 2008, participaron varios distritos pero Escobar no se adhirió. En aquella oportunidad se incautaron 107.761 armas en toda la zona de acción, y 774.500 municiones de diversos calibres.

Una encuesta de la Asociación para Políticas Públicas (APP) determinó que en aquel momento la proliferación de armas en los hogares bajó un 2,7% y que se destruyó un 10% de las armas registradas en el país.

Terminado el plan, las armas se destruyeron reduciéndolas a chatarra, que luego fue donada a la Fundación Garraham.

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