Palabra de ferroviario

Es muy fácil hacer proselitismo barato pidiendo la cabeza de los hermanos Cirigliano y la reestatización, pero hay que leer bien los pliegos menemistas.

Cuando ocurre alguna desgracia que involucra a los trenes, para los ferroviarios la pena es doble, la normal y humana, más algo que los que no son del palo quizás no puedan comprender, el dolor que nos provoca que las patas de fierro se manchen con sangre, por lo general, de laburantes; los oligarcas no andan cerca de las vías, no van a orinar al baño de las estaciones. El territorio ferroviario es de los trabajadores.

Del accidente de la estación de Once no se puede hablar mucho hasta que no estén realizadas las pericias. Yo fui obrero de Vías y Obras, por lo tanto no sé nada de material rodante, pero un par de amigos conductores me dijeron que, lo más probable, es una falla en los compresores, aunque en última instancia siempre se podría encontrar una falla humana, el que no controló, el que despachó el tren, quizás el pibe de la “Frate” que no mandó la reversa a tiempo…

A partir de ese momento empezó, o mejor dicho, continuó, una batalla mediática entre los que cualquier evento los convoca a soñar con la destitución de la presidenta por un lado, y los que, al decir de un viejo bolche, cualquier flatulencia peronista les parece perfume.

Se cae de maduro que nuestro país necesita urgentemente un proyecto de transporte que pueda incorporar las nuevas tecnologías, y considerar las nuevas situaciones, como el boom automovilístico, el de las motos, y del absurdo porcentaje de cargas transportadas por camión, que siguen andando por calles construidas en tiempos en que pasaban cuatro Ford T por día.

Algunos nostálgicos quieren volver a la vieja Ferrocarriles Argentinos (FF.AA), una empresa nacional que se encargue de hacer correr los trenes por todo el país, dicen que los principales países del mundo tienen las empresas ferroviarias estatales, lo concreto es que existen áreas de la actividad económica que todavía no salieron del paradigma neoliberal, la Argentina tampoco tiene una empresa petrolera de bandera, porque para hacerlo, abandonar los mecanismos tan acordes al pensamiento de Fredrik Hayek y Milton Friedmann, son necesarios muchos y fuertes consensos políticos policlasistas.

Volver a la vieja, corrupta y elefantiásica FF.AA. no será una solución viable, mantener el actual esquema de subsidios que no retornan como inversiones para viajar mejor tampoco sirve para nada.

Hace unos años, un grupo de ex ferroviarios le presentamos un plan a Sergio Massa cuando era jefe de Gabinete, donde proponíamos la municipalización y regionalización del servicio, la creación de una cooperativa que garantizara correr los trenes. Con este criterio, en Escobar, en el ramal Ballester Zárate, la idea era construir apeaderos en el barrio San Luis, en Stone, Bourdet, Phillips y Loma Verde. Ahora habría que agregar una parada en lo que será la sede universitaria de Maschwitz. Los trenes serían los conocidos como ferrobuses o “pitufos”.

Esta idea partía de la nueva composición geográfica del municipio, de la nueva realidad del trabajo, de la complejidad del tránsito, de las necesidades de mejorar la conectividad entre los barrios.

Era un plan alcanzable en lo financiero y en lo legal, pero falló, desde el lado de los trabajadores, porque entre las organizaciones creadas para “Salvar al tren” y “Que el tren sea para todos” existían tantas internas, tantos celos y recelos entre sus pocos componentes, que resultaba un clima peor que el del vestuario de Boca.

Desde el Estado, porque es insalvable sin un fuerte apoyo político la ventaja que les dio Dromi a las concesionarias, hoy la vía pertenece a la empresa Nuevo Central Argentino, a la que se debería pagar un canon no por peso sino por frecuencia, lo que lo hacía imposible, por más que fuera de interés público y bien nacional y popular.

Los sindicatos estaban en contra porque son beneficiarios directos de los subsidios, y acá había que laburar para ganarse el mango.

Todo esto muestra que es muy fácil para la oposición hacer proselitismo barato pidiendo la cabeza de los hermanos Cirigliano y la reestatización, pero no es tan fácil, hay que leer bien los pliegos menemistas.

Por otro lado, con el oficialismo con el nubarrón de la no reelección en el horizonte y la falta de herederos políticos con posibilidades de triunfo, las posibilidades de profundizar el curso de acumulación neokeynesiano parecen cada día más lejanas.

Con todo lo terrible que puede ser un accidente así, 51 muertos son los que producen cada dos o tres días nuestras carreteras y calles. El tren sigue siendo seguro, salvo cuando se cruza con las barreras bajas un colectivo, los suicidas o los que pasan la vía escribiendo mensajitos.

Para el Sarmiento la salida más posible para mejorar el servicio es el soterramiento, por lo menos hasta Morón, lo que permitiría mejorar las frecuencias y alargar el tamaño de las formaciones, pero yendo más allá con la mirada, pensando en el futuro, es ultra-necesario un nuevo plan de repoblamiento. Un área urbana de 15 millones de personas con empresas de servicio creadas para abastecer a 5 millones, y que aún así no daban abasto, es una locura, es el dios capitalista que exige un tributo diario en sangre, y no solo en la forma de accidentes y catástrofes.

Piénsenlo bien si no es así.

Por Jorge L. Bonfanti

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