La hora de los sueños

Aun se puede creer en la utopía de los sueños para torcer la realidad. La política, una herramienta para crear un compromiso de Nación. Por Ricardo F. Choffi.

Cuando un individuo o un colectivo se embarca en una tarea militante puede hacerlo motivado por distintas sensaciones: por convicción, por ambición, por compromiso, por obligación, como un medio para cambiar la realidad o su realidad, por un impulso espontáneo o simplemente por sus sueños.

Quizás cumplió su sueño militante el “Che” Guevara cuando le escribió a Fidel al salir de Cuba, rumbo a una muerte ineludible, una convencida frase que aun 40 años después muchos no tendríamos el coraje del rosarino de expresar: “No dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse”.

Cumplieron su sueño los intelectuales de FORJA cuando un astuto coronel memorizó sus cuadernos repletos de postulados nacionalistas y los distribuyó a sus camaradas del GOU. Homologando luego con su firma derechos a los trabajadores que dejaba con la boca abierta de sorpresa a curtidos anarquistas de los incipientes sindicatos, dando origen así a lo que hoy llamamos “Peronismo”.

Cumplieron su sueño las mujeres, niños y ancianos de esa época cuando una joven y frágil actriz, a la que bautizaron cariñosamente Evita, protegió con su manto angelical a los más humildes, haciendo frente a los poderosos y sus intereses espurios cuando venían por las entrañas de los que menos tienen.

También los enfermos cuando se creó el Ministerio de Salud Pública, porque pareciera ser de que antes que el ministro Ramón Carrillo asumiera solo los que podían pagar un sanatorio privado tenían derecho a enfermarse.

Soñaron los jóvenes de los ‘70 con las esperanzas del “hombre nuevo”, “del luche y vuelve”, de “Cámpora al gobierno y Perón al poder”. Pero recién pudieron cumplirlo siendo ya abuelos muchos de ellos, cuando un casi desconocido gobernador llegado del sur llamado Néstor Kirchner descolgó los cuadros de los genocidas en el Colegio Militar, cuando cortó las cadenas del Fondo Monetario Internacional y redujo una deuda asfixiante y vergonzosa. Cuando apostó al desarrollo de la industria nacional, del comercio regional y la economía solidaria.

Hasta se cumplió el sueño de Don Hipólito Yrigoyen (los radicales no podrán negarlo): la lucha contra la Stardard Oil y otras petroleras por el control estatal de los hidrocarburos le costó su gobierno y quizás hasta la vida. Hoy es una realidad con la expropiación de las acciones de la empresa española Repsol para el Estado argentino durante la actual gestión de la presidenta Cristina.

En Escobar vivimos de una pesadilla oscura e interminable que hasta ahora impedía soñar. Un grupo de compañeros encabezados por Ariel Sujarchuk instalaron una inédita propuesta: el Centro Cultural Macacha Güemes, una usina generadora de ideas que buscan mejorar la calidad de vida del vecino a partir de una premisa clara: profundizar en el distrito las políticas nacionales de inclusión y justicia social.

Hasta no hace mucho tiempo, la cultura pattista perseguía a las parejitas por besarse en público en las plazas; hoy los jóvenes desparraman su música y su alegría en los shows de Escobar en Vivo. Ayer nomás mendigaban bajo la lluvia ante los medios nacionales que el Municipio pagara el alquiler de la sede de la Universidad de Buenos Aires; hoy se pasean con sus apuntes bajo el apacible sol de Ingeniero Maschwitz en la amplia casa propia recientemente inaugurada con el impulso del ex rector Rubén Hallú y de Sujarchuk.

Se realizan actividades y charlas sobre derechos humanos. Actividades en la cultura como la Feria del Libro y la muestra de Ana Frank. En economía social, con la feria de artesanos, jornadas para empresas, pymes y cooperativas. En salud y educación. Nuestros centros culturales son sedes del Plan Fines, destinado para que jóvenes y adultos puedas concluir sus estudios.

El debate político estaba sesgado a un grupo elitista que decidía nuestro futuro y castraba nuestros sueños. Hoy nos permitimos debatir cara a cara en democracia, con tolerancia y respeto por la opinión del otro en plenarios amplios y abiertos, donde suelen participar intelectuales como los de Carta Abierta o técnicos como los del Grupo de Estudio de Economía Nacional y Popular que elevan el discurso, el conocimiento y nuestro pensamiento.

Embarcarse en proyectos en busca de los sueños no exime de frustraciones, de tropiezos, de desilusiones. No es sencillo el tránsito hacia un desenlace satisfactorio en esta empresa. Por eso mismo es menester alivianar el camino con participación, con debate, con inclusión, con trabajo solidario en defensa de nuestras convicciones.

Hay una alternativa de cambio para Escobar. Despertemos de la pesadilla, despejemos las tinieblas y recibamos con alegría la hora de sueños.

“Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación. Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional”. Arturo Jauretche (1901-1974)

¡Hasta la victoria!

Por Ricardo F. Choffi

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