Kicillof, ese judío marxista

La “derecha bruta” de Pagni y las posiciones peligrosamente antidemocráticas de medios como La Nación. Por Jorge Luis Bonfanti.

No leo todas las columnas que publica Carlos Pagni en el matutino La Nación. Lo considero una pérdida de tiempo porque, al revés de otros, como -por ejemplo- el “Gallego” Fernández Díaz, otro escriba del diario de los Mitre, que expresa a una “derecha ilustrada”, Pagni representa a una derecha bruta, mucho más visceral que cerebral, que no ayuda en absoluto a entender los complejos procesos políticos, inabarcables desde un solo lugar ideológico.

Pero a veces, para ver si debo mantener o cambiar mi caracterización, me someto a la tortura literaria e intelectual de leerlo. Justo ese día de la columna sobre Kicillof lo leí.

Ya se conoce bastante del caso. Pagni sostiene en su artículo una endeble teoría: que el viceministro de Economía, por ser bisnieto de un rabino de Odessa, hijo de un psicoanalista, empeñoso admirador y estudioso de Carlos Marx al punto de estudiar alemán para leerlo en su idioma original, además de ser una especie de marcianito que egresó de la facultad con casi un diez de promedio; por todo esto, debía ser un producto acabado de dogmatismo; por lo tanto, un peligro para el libre mercado.

Una verdadera pelotudez por donde se la mire, pero acorde con la teoría de los genes Montoneros que propagandizan los medios de la derecha vernácula con el objetivo de desprestigiar a La Cámpora y otros sectores que apuestan a la profundización del proceso de reindustrialización.

Obviamente que tener un bisabuelo rabino no asegura que su bisnieto sea una tierra fértil para el crecimiento de ideas y prácticas supuestamente dogmáticas de aquel señor que habría vivido en Odessa. Ninguno de los hijos de Marx se distinguió por ser un gran revolucionario, Fidel Castro tiene una hija proyanqui y se pueden dar mil ejemplos más, si no resultara ridículo discutir estos temas.

El grave problema que subyace en esta nota es que asocia al judaísmo con el marxismo en una consonancia ideológica con las prácticas propagandísticas nazis. No es joda, es un asunto muy serio si hay algún sector que cree que Pagni transita un camino correcto.

Después Kicillof aclaró que ni sabía que había tenido un bisabuelo rabino, que su promedio universitario fue bastante más normal que el adjudicado por el escriba, que no habla una sola palabra de alemán, que estudió a Marx como cualquier economista a un clásico, pero que el principal objeto de su estudio y de su admiración es Keynes, al que le dedicó 8 años de intensas lecturas y reflexiones, que dieron por resultado una tesis doctoral que se transformó en un libro editado por Eudeba, que quien quiera adentrarse en el pensamiento del joven economista, sobre todo para criticarlo, debería conocer, por obvia responsabilidad periodística.

Es muy posible que para Pagni Keynes sea tan peligroso como Marx, y es por eso que lo defino como exponente de la derecha bestial, poco pulida y menos sofisticada. Podría decirse que es el defensor de la derecha “groncha”.

No voy a usar este espacio para defender a Kicilloff, a pesar de que uno de mis lemas es “mejor un neodesarrollista chorro que un neoliberal honesto”, aunque aclaro que no conozco a ningún neoliberal que entre en dicha categoría.

Lo peligroso para el pueblo no es el supuesto dogmatismo de un viceministro sino el discurso cada día más extremadamente reaccionario del conjunto de los medios dominantes del mercado. Es una responsabilidad individual y colectiva combatir a los Pagni del espectro periodístico, aunque eso no signifique objetar o aplaudir, según el caso, las políticas oficiales. Las posiciones de los medios como La Nación son peligrosamente antidemocráticas, esté el gobierno que esté y más allá de estos.

Por Jorge Luis Bonfanti

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