De elecciones y lecciones

Dijeron que es autoritaria, soberbia, bipolar, una yegua. Pero ella les dio una demostración épica de lo que es un estadista. Escribe Jorge Derra.

Dijeron que es autoritaria, que es soberbia, que es bipolar, que es una yegua. Que no iba a ser candidata, que lo mejor que le podía pasar al país era que se muriera su esposo. La acusaron de simular, engañar y mentir cuando se la vio quebrada por la muerte de su compañero. Dijeron que este murió para no recibir otra paliza electoral. Le aconsejaron que se bajara de la candidatura porque no tiene condiciones para gobernar, que no tiene resto, que está quebrada. Dijeron, dijeron y dijeron con perversidad, con maledicencia, con impunidad.
Quienes dijeron no fueron comadronas de la chusma del barrio sino la dirigencia politica que pretende llegar al poder formal, de la mano del poder real de las corporaciones, económicas y mediáticas. Salvo escasas excepciones, esta cataratas de dijeron fue el discurso político con que la oposición se paró frente a la realidad de un país que no les deja lugar para sus viejas recetas, para su eterno intento de retorno al pasado.
Cristina Kirchner no fue nunca de la preferencia de quien suscribe, pero sencillamente ha dado al país y a toda la sociedad una demostración épica de lo que es un estadista, que por si alguien no lo sabía está muy lejos de ser una persona perfecta y, a veces, ni siquiera buena.
Aquellos que dijeron, dijeron y dijeron, no entendieron, no comprendieron, porque su concepción de la realidad y de la política se lo impide, que su problema no era Ella sino su gobierno. Este incontenible proceso histórico, iniciado hace poco más de ocho años, que llevo el país de la ruina económica a la solidez frente a la crisis. De la desolación de la sociedad, a la inclusión y el desarrollo actual. De la formal acefalía del poder político, cuando los dirigentes eran corridos por la calle por los transeuntes, a este presente de activa militancia. Del que se vayan todos, a una eleccion primaria con una concurrencia de casi el 80% donde ella, la yegua, la bipolar, la autoritaria, la incapaz, la mentirosa, la soberbia, alcanza la mitad de las voluntades de quienes votaron.
Lamentablemente, las primeras declaraciones de los derrotados no muestran que hayan registrado el dato. Parecen seguir sin darse cuenta de que su contrincante no es la Presidenta ni su equipo, no saben que su obligación como opositores no es contarle a la sociedad cuál es la opinión que tienen sobre Cristina Fernández sino demostrar porqué este cambio que se llevó adelante de 2003 a la fecha es erroneo y que ellos tienen otras propuestas que son superadoras. Tal vez lo que todavía no comprenden es que no pueden seguir menoscabando la capacidad de discernimiento de un pueblo que acaba de darles una leccion histórica.
Por lo demás, el camino que queda de acá a octubre estará fuertemente impregnado de la impronta de esta pionera elección primaria. El gobierno sabe que tiene los votos, pero no debería dormirse en los laureles, sino, muy por el contrario, salir a ampliar la base de sustentación social, para andar lo que resta del camino. Porque después de lo mucho que se ha avanzado, lo que viene por delante sera cada vez más arduo, cada paso que se dé tocará intereses más poderosos.
Reestablecido ya el equilibrio socioeconomico, en un punto de mínima inclusión social, lo que queda es llevar ese punto más alla, ampliando el universo, llegando a más argentinos abarcando más aspectos y, por sobre todas las cosas, seguir subiendo.
Detenerse es caer nuevamente en el abismo, ir otra vez al fondo. Para eso están los otros, los que dijeron y todavía siguen diciendo.
Por Jorge Derra
Cristina y su hija Rocío, en el festejo por el triunfo.

Cristina y su hija Florencia, en el festejo por el triunfo.

Dijeron que es autoritaria, que es soberbia, que es bipolar, que es una yegua. Que no iba a ser candidata, que lo mejor que le podía pasar al país era que se muriera su esposo. La acusaron de simular, engañar y mentir cuando se la vio quebrada por la muerte de su compañero. Dijeron que este murió para no recibir otra paliza electoral. Le aconsejaron que se bajara de la candidatura porque no tiene condiciones para gobernar, que no tiene resto, que está quebrada. Dijeron, dijeron y dijeron con perversidad, con maledicencia, con impunidad.

Quienes dijeron no fueron comadronas de la chusma del barrio sino la dirigencia politica que pretende llegar al poder formal, de la mano del poder real de las corporaciones, económicas y mediáticas. Salvo escasas excepciones, esta cataratas de dijeron fue el discurso político con que la oposición se paró frente a la realidad de un país que no les deja lugar para sus viejas recetas, para su eterno intento de retorno al pasado.

Cristina Kirchner no fue nunca de la preferencia de quien suscribe, pero sencillamente ha dado al país y a toda la sociedad una demostración épica de lo que es un estadista, que por si alguien no lo sabía está muy lejos de ser una persona perfecta y, a veces, ni siquiera buena.

Aquellos que dijeron, dijeron y dijeron, no entendieron, no comprendieron, porque su concepción de la realidad y de la política se lo impide, que su problema no era Ella sino su gobierno. Este incontenible proceso histórico, iniciado hace poco más de ocho años, que llevo el país de la ruina económica a la solidez frente a la crisis. De la desolación de la sociedad, a la inclusión y el desarrollo actual. De la formal acefalía del poder político, cuando los dirigentes eran corridos por la calle por los transeuntes, a este presente de activa militancia. Del que se vayan todos, a una eleccion primaria con una concurrencia de casi el 80% donde ella, la yegua, la bipolar, la autoritaria, la incapaz, la mentirosa, la soberbia, alcanza la mitad de las voluntades de quienes votaron.

Lamentablemente, las primeras declaraciones de los derrotados no muestran que hayan registrado el dato. Parecen seguir sin darse cuenta de que su contrincante no es la Presidenta ni su equipo, no saben que su obligación como opositores no es contarle a la sociedad cuál es la opinión que tienen sobre Cristina Fernández sino demostrar porqué este cambio que se llevó adelante de 2003 a la fecha es erroneo y que ellos tienen otras propuestas que son superadoras. Tal vez lo que todavía no comprenden es que no pueden seguir menoscabando la capacidad de discernimiento de un pueblo que acaba de darles una lección histórica.

Por lo demás, el camino que queda de acá a octubre estará fuertemente impregnado de la impronta de esta pionera elección primaria. El gobierno sabe que tiene los votos, pero no debería dormirse en los laureles, sino, muy por el contrario, salir a ampliar la base de sustentación social, para andar lo que resta del camino. Porque después de lo mucho que se ha avanzado, lo que viene por delante sera cada vez más arduo, cada paso que se dé tocará intereses más poderosos.

Reestablecido ya el equilibrio socioeconomico, en un punto de mínima inclusión social, lo que queda es llevar ese punto más alla, ampliando el universo, llegando a más argentinos abarcando más aspectos y, por sobre todas las cosas, seguir subiendo.

Detenerse es caer nuevamente en el abismo, ir otra vez al fondo. Para eso están los otros, los que dijeron y todavía siguen diciendo.

Por Jorge Derra

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