Cuando el Papa influyó en la elección de un candidato a presidente

El joven Karol se hizo adulto bajo la inclemencia y las miserias de la SGM en Polonia, el país que quizá más sufrió las atrocidades del nazismo… Por Ricardo Choffi

El joven Karol se hizo adulto bajo la inclemencia y las miserias de la Segunda Guerra Mundial en Polonia, el país que quizá más sufrió las atrocidades del nazismo. Estudió en un seminario oculto, que subsistió clandestinamente bajo la ocupación alemana. Tras la férrea cortina de hierro de posguerra fue escalando rápidamente posiciones en la Iglesia y llegó a cardenal de Cracovia con solo 47 años.

En 1978 Wojtyła fue elegido sucesor de San Pedro, el primero que no era italiano. Cierto día, mientras visitaba Asís, entre los gritos de júbilo de la multitud, el Papa oyó a alguien gritar: “¡No olvide a la Iglesia del silencio!”, en clara alusión a la Iglesia reprimida por el comunismo polaco. Sin detenerse un instante a pensar, Juan Pablo II respondió: “Ya no es una Iglesia de silencio, pues habla por mi voz”.

Con su carisma popular y muñeca diplomática ejerció su pontificado en un largo peregrinar por el mundo, lo que le valió el mote de “el Papa viajero”. En nuestro país terció en lo que hubiera sido un absurdo derramamiento de sangre entre hermanos en el diferendo con Chile por el canal de Beagle y ejerció un rol activo durante la guerra de Malvinas en busca de la paz. Todos los que lo vivimos recordamos la inmensa convocatoria frente a la Basílica de Luján en 1982. Pero siempre tenía un ojo puesto en su Polonia natal, siguiendo al detalle los acontecimientos políticos que allí sucedían.

Le llamó la atención la energía y la hiperactividad de un modesto electricista de un astillero que con mucho esfuerzo y valentía conducía un movimiento sindical democrático llamado “Solidaridad”. Era Lech Walesa, que por aquel entonces rondaba apenas los 40 años de edad.

A veces leemos en las entradas de EL DIA de Escobar como algunos dirigentes locales buscan ansiosos el “padrinazgo” de algún funcionario nacional o provincial de segunda o tercera línea para posicionarse. Sin ánimo de comparar, Walesa logró la bendición, pero también la foto y el apoyo de uno de los líderes más influyentes del planeta, el heredero de San Pedro y representante de Dios en la tierra para los fieles de la religión más numerosa del mundo: el Papa, nada menos.

De esto tomó nota el parlamento sueco y erigió al sindicalista como premio Nobel de la Paz, distinción que no fue a recibir por temor a que le impidan reingresar a su país. Su esposa lo reemplazó. Cuentan que la recompensa en dinero por el galardón fue donada al sindicato.

Estos sucesos fueron un mazazo mortal sobre vetusta cúpula de la dictadura comunista. Al poco tiempo, el electricista de astilleros fue electo presidente de Polonia.

Juan Pablo II, al ver un obrero con la banda presidencial obtenida en elecciones libres, quizá habrá recordado con una sonrisa y una mueca irónica a aquel feligrés que le recriminaba el silencio de la Iglesia. Luego completó su obra: asestó un certero golpe que derrumbó el vergonzoso muro de Berlín y el mundo cambió.

Con el tiempo aquel activo gremialista dejó el poder y no volvió a retomarlo. El ya anciano Karol agravó su salud y dejo ser el “Papa Viajero”. Los fieles hoy lo recuerdan como “Juan, el Grande”.

Por Ricardo F. Choffi
ricardo@jauretche.org.ar

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