Hoy más que nunca, la industria del juego crece en Argentina. La llegada de la era digital despejó el camino para las empresas del rubro del entretenimiento que encontraron un nuevo formato para ofrecer productos innovadores. Emergieron los casinos online que rápidamente llenaron sus salas virtuales con aficionados a los juegos de azar.
Los usuarios se encontraron con una modalidad de ocio totalmente nueva, más cómoda, que sustituyó la necesidad de desplazamiento a las salas de juego físicas; una ventaja poderosa que impulsó la industria en tiempos de Covid. Los casinos online ofrecen una experiencia nueva, pero sin renunciar a los clásicos de siempre; entre ellos, el bingo.
La industria ha sabido aprovechar el afán de los argentinos por los cartones de bingo, un juego que ha tenido un importante rol en la consolidación de comunidades, generación tras generación. Su versión online es la adaptación de un juego histórico a los tiempos modernos, encontrá los mejores casinos online con Bingo en Estafa.infoe informate sobre todas las opciones seguras para jugar desde Argentina.
Las raíces del bingo
El furor por las salas de bingo virtual ha encendido la llama de la curiosidad sobre su procedencia. A muchos les resulta difícil de creer que este juego tan emblemático no pregone el sello de industria nacional. Pero la realidad es que el bingo se encuentra entre las muchas herencias que se han embarcado en tierras europeas para ser desperdigadas por América.
Aunque no se sabe exactamente cuándo se originó el juego, los historiadores estiman que existe hace por los menos 500 años. De hecho, hay quienes apuntalan que ya se jugaba durante el imperio romano. Y es que, el bingo tal y como lo conocemos, dista de la forma en que se jugaba tiempo atrás. Las épocas fueron transformando este evento lúdico hasta llegar a ser patentado por un estadounidense llamado Edwin Lowe quien lo bautizó con el nombre “bingo”.
Pero el final de la historia y el salto que Lowe le dio al bingo para que comenzara a perfilarse como un negocio multimillonario tiene su principio. Las teorías sobre el origen del bingo tienen sus grises, pero todas coinciden en que fueron los italianos quienes inventaron el juego, al cual llamaron lo giocco del lotto d’ Italia. No solo la pasta y la pizza italiana han pregnado fuerte en Argentina; su cultura del ocio también caló hondo en las costumbres rioplatenses.
De un simple juego a una idea multimillonaria
Se cree que en Italia el bingo era jugado principalmente entre la población aristocrática, pero llegó a los puertos norteamericanos a través de los comerciantes que lo jugaban en las calles a la espera de embarcar. Los cartones eran rústicamente diseñados por ellos mismos y las casillas eran rellenadas con frijoles, en inglés beans. El desglose lingüístico hizo que el juego se popularizara como beano cuya pronunciación en inglés se asemeja a la de la palabra “bingo” en español.
El crisol de lenguas no es dato menor; da origen a un juego que en su mismo nombre refleja el cruce cultural, transmitido de generación en generación. Cuando Lowe lleva el juego para compartirlo con amigos, uno de ellos gritó “bingo” en lugar de beano. Desde entonces, el vendedor de juguetes con una afilada visión de negocios comenzó a vender el juego como “bingo” en Nueva York.
Fue tal el contagio del bingo que hasta llegó a decretarse el 27 de junio como el Día Nacional del Bingo en el Reino Unido. Hace décadas que el bingo es un juego de azar popular en Argentina que reúne a distintas franjas etarias a compartir una mesa redonda y que, incluso, cuenta con un organismo regulador; la Lotería de la Provincia en Buenos Aires. Es llamativo como este juego, luego de haber sido adaptado a su formato virtual, no ha perdido celebridad. La historia del bingo no se estanca, prolifera hacia distintas áreas de la sociedad que lo adopta para fines diversos.