Falleció Antonio Mastroianni, el creador de la cerveza artesanal BarbaRoja

Tenía 65 años y llevaba casi un mes internado en un sanatorio porteño, donde ingresó con un cuadro de Covid-19. Fue un empresario pujante y visionario en su actividad.

Tenía 65 años y estaba internado en un sanatorio porteño, donde ingresó con un cuadro de Covid-19. Fue un empresario pujante y visionario en su actividad. En 2001 se radicó en Escobar y plantó la bandera de un gran emprendimiento.

En un contexto de pandemia que a cada momento sorprende con noticias dolorosas y trágicas, la comunidad escobarense perdió esta semana a un gran empresario: Antonio Mastronianni (65), el creador de la reconocida cerveza artesanal BarbaRoja. Tenía 65 años y siete hijos, cinco de ellos adoptivos.

Tan italiano como sugiere su apellido, Mastronianni era originario de Calabria. Aunque en su tierra natal pasó apenas unos días: todavía era un bebé cuando debió subirse al barco junto a un grupo de familiares para emprender el viaje que lo trajo a Sudamérica. Su destino fue Uruguay, aunque la mayoría de aquella tripulación bajó en Argentina.

Hasta los 20 años vivió en la ciudad de Montevideo. Después cruzó el Río de la Plata y se estableció junto a sus padres en el país, más precisamente en la localidad de San Martín. Como medio de vida, la familia puso un almacén de la que él tuvo que hacerse cargo, al menos ante clientes y proveedores, porque era quien mejor dominaba el castellano. Así fue dando sus primeros pasos en el comercio.

Por esos años también conoció a Susana Deckert, con quien se casó y tuvo dos hijos: Analía y Pablo.

Hace unos años, ya separado de su esposa y con su nueva compañera, Viviana Pérez, adoptó a cinco hermanitos salteños. Una historia que daría para otra nota y que habla también de la persona detrás del empresario.

En 2001 se radicó en Belén de Escobar y su vida dio un nuevo vuelco, el más significativo a nivel comercial. Fue cuando decidió crear la marca BarbaRoja e instalar una fábrica de cerveza artesanal sobre la ruta provincial 25, casi frente al bioparque Temaikèn. En el mismo predio, además, montó un restaurante, cabañas de alojamiento y una tienda de regalos.

La idea se le ocurrió durante un viaje de negocios en Praga, República Checa, donde la cerveza artesanal ya marcaba tendencia en los bares, mientras que acá casi no se la conocía.

“El know how lo compramos en República Checa. Estuvimos seis meses con nuestro maestro cervecero y un traductor. Pasamos por varias etapas. En el inicio tiramos litros y litros porque, por una cosa u otra, nos salía mal. Fue muy costoso, pero nos sirvió para aprender. Ahora podemos decir que realmente sabemos cómo hacer, de punta a punta, una excelente cerveza”, contaba en una entrevista con DIA 32 (click acá), en 2012.

Orgulloso. Con una Strong Red Ale en la regalería del complejo BarbaRoja, donde era común encontrarlo.

Pese a los avatares de la economía, la empresa creció, amplió su variedad de productos y también se involucró en el mundo de las franquicias. Mastroianni logró hacer de su marca un sinónimo de calidad, tanto por la presentación como por sus sabores. Siempre intentó vincular a BarbaRoja con Escobar, a tal punto que creó una variedad floral de su elixir.

A fines de abril empezó a sentirse mal, le hicieron un hisopado y dio positivo. Lo internaron en el hospital CEMIC, en Capital Federal. Y aunque fue dado de alta de Covid-19, tuvo que seguir internado por las secuelas y su cuadro se complicó. A tal punto que necesitó asistencia respiratoria y fue internado en terapia intensiva, donde falleció en la noche del domingo.

Paradojas de la vida: apenas unas horas después nacería su quinto nieto, Lorenzo; el tercer hijo de Analía, quien lo recuerda con una anécdota que lo pinta de cuerpo entero: “Antes de entrar a terapia intensiva nos mandaba mensajes con indicaciones de nuevos productos, las etiquetas y los palets. Siempre estaba pendiente de todo. Y murió con las botas puestas”, le cuenta El Día de Escobar.

“Era una persona que siempre iba para adelante, construía y le gustaba estar rodeado de la familia. Fue un guerrero, un luchador incansable”, concluye Analía.

Aunque su creador ya no esté, el legado de BarbaRoja queda en las mejores manos. Con el trípode que conforman su hija Analía, su sobrino Martín Juárez -actual maestro cervecero- y Viviana Pérez a cargo de la administración y las finanzas, la empresa familiar de la que tanto se enorgullecía el empresario tiene el rumbo claro para seguir creciendo.

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