Durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro, el Papa León XIV recibió el miércoles un regalo muy especial de parte de un matrimonio escobarense: una Cruz de la Unidad, símbolo del Movimiento de Schoenstatt que lleva un profundo mensaje de fe, esperanza y reconciliación.

Los protagonistas de este emotivo gesto fueron Cecilia Jiménez Bouret y Javier Carbonere, miembros de la Federación de Familias de Schoenstatt Argentina y vecinos de Belén de Escobar. Estuvieron acompañados por el padre Ludovico Tedeschi, asesor espiritual del movimiento, quien facilitó el encuentro con el Sumo Pontífice.

La escena fue sencilla, pero de una enorme carga simbólica. Tras estrechar la mano del Santo Padre, Cecilia le agradeció en castellano su entrega al llamado de Dios, mientras que Javier explicó el profundo significado que tiene la Cruz de la Unidad para la familia de Schoenstatt. Luego, rezaron juntos una estrofa de la oración que suele acompañar la peregrinación de esta cruz por distintos países del mundo.

Al recibir el obsequio, León XIV sostuvo la cruz entre sus manos, la contempló con atención y expresó: “Qué linda cruz”. Antes de despedirse, invitó con una sonrisa al fotógrafo oficial a registrar el momento: “Ahora vamos a sacar la foto”, dijo, acomodándose para que la imagen quedara bien encuadrada. Esa fotografía se viralizó rápidamente en las redes sociales del movimiento y conmovió a la comunidad de Schoenstatt en todo el continente.

La cruz que le entregaron al Papa fue bendecida y enviada desde el Santuario Original en Alemania, como parte de una corriente de vida iniciada en 2020 por este matrimonio escobarense. Su historia comenzó en plena pandemia, cuando sintieron el llamado a hacer peregrinar la Cruz de la Unidad por todo el país y más allá.

“La Cruz viajó a lo largo y ancho de la Argentina, recorrió escuelas, hospitales, parroquias, familias. Recorrió más de 20.000 kilómetros. Luego fue a Ecuador, de ahí a Colombia, Alemania, Estados Unidos y Canadá. Cada país que la recibe, regala una nueva cruz a otro país. Es un testimonio de fe que traspasa fronteras”, explicó Javier en una entrevista.

La iniciativa, conocida como Corriente de la Nueva Unidad, tiene dos grandes vertientes: la peregrinación de la Cruz de la Unidad y una novena de consagración a Cristo y María, que en esta última Pascua se rezó en distintos santuarios. El mensaje, afirman, es claro: llevar a Jesús y a María a todos los rincones, especialmente a los más necesitados.

Para Javier y Cecilia, la Cruz de la Unidad no es solo un símbolo. “Es la Cruz victoriosa, donde Cristo y María nos regalan la salvación. Nos enseña que Dios siempre saca un bien mayor del mal. Es la cruz de los vínculos: con Dios Padre, con María, entre el cielo y la tierra, y entre los hombres”, señalan.

Cuando se enteraron de que podrían saludar al Papa durante su viaje a Europa, en el marco del jubileo por los 75 años de la Federación de Familias, no lo dudaron. Se comunicaron con colaboradores del movimiento en Ecuador y Alemania, y lograron que la cruz que hoy está en manos de León XIV fuera bendecida y enviada desde el santuario original en Schoenstatt.

El encuentro, dicen, fue breve pero inolvidable. “Fue un momento de cielo, muchísima emoción. Nos miró a los ojos con una expresión de ternura. Le contamos que éramos un matrimonio de Schoenstatt y que traíamos este regalo de parte de la familia del movimiento. Rezamos una estrofa que dice: ‘Enséñame a ser uno con todos, a buscar la paz y a ser instrumento de esperanza’. Él agradeció y sonrió”, recordó Javier.

La emoción los desbordó. Para Cecilia, “haber podido entregarle personalmente esta cruz al Papa fue algo impensado. Un regalo inmenso. Algo que nunca habríamos soñado”.

Desde hace más de veinte años, Javier y Cecilia pertenecen al santuario de Schoenstatt de Belén de Escobar, donde hay una Cruz de la Unidad de tres metros de altura, réplica exacta de la que hoy está en el Vaticano.

Ahora, la Cruz de la Unidad forma parte de los objetos personales del Papa León XIV, como testimonio del vínculo entre Schoenstatt y la Iglesia. Pero más aún, como símbolo del amor de Cristo y María que, desde Escobar hasta Roma, sigue peregrinando para tocar corazones.