Con el brillo y colorido característico de sus mejores épocas, el Jardín Japonés de Escobar celebró este sábado el 50º aniversario de su creación. Fue en un acto sencillo, que contó con la presencia del intendente Ariel Sujarchuk y del embajador de Japón en Argentina, Takahiro Nakamae, entre otros invitados.
En el marco de los festejos por los 60 años del partido de Escobar, una de las múltiples actividades oficiales del fin de semana tuvo lugar en el emblemático parque de la calle Alberdi, inaugurado el 4 de octubre de 1969.
Una numerosa comitiva recorrió las tareas de reacondicionamiento y ampliación realizadas por el Municipio, que incluyeron un patio zen y una casa de té característica de estilo nipón, con cerramiento de hierro y vidrio, que invita a la contemplación del paisaje.
Además, las autoridades plantaron un gingko biloba. Se trata de un árbol venerado en Japón, considerado como símbolo de fraternidad entre los pueblos.
El intendente destacó “la influencia de la colectividad japonesa en el partido de Escobar, sobre todo a través de su cultura y sus tradiciones, que hoy marcan a fuego nuestra identidad como Capital Nacional de la Flor”.
Del acto también participaron el cónsul japonés, Yoshikazu Furukawa; el secretario general de la Gobernación bonaerense, Fabián Perechodnik; la diputada nacional Laura Russo de Sujarchuk; el presidente de la Fiesta de la Flor, Tetsuya Hirose, y el creador del Jardín Japonés, el ingeniero paisajista Yasúo Inomata, quien recibió un reconocimiento de manos del jefe comunal.
La construcción del Jardín Japonés fue un regalo de la colectividad asiática al partido de Escobar, como muestra de gratitud por la hospitalidad a sus compatriotas durante la masiva inmigración ocurrida cuatro décadas atrás.
Así fue como Escobar recibió uno de los quinientos parques públicos de este tipo que existen en el mundo y el único de la provincia de Buenos Aires. Un espacio zen de meditación y profundo contacto con la naturaleza.
Durante los últimos años su fisonomía estaba visiblemente deteriorada y su esplendor se había esfumado. Pero desde la Comuna se encaró un proyecto para reacondicionarlo y ponerlo en valor, a la par del festejo de su medio siglo de vida y el 60º aniversario de la autonomía de Escobar.
Las obras consistieron en el arreglo de los tres puentes, la parquización y la recuperación del lago, en el que la cantidad excesiva de barro impedía que las carpas koi pudieran sobrevivir.
Así, el Jardín Japonés recuperó el brillo de antaño y Escobar conserva el encanto de uno de sus sitios más emblemáticos.