Impusieron el nombre de Carlos Fuentealba a una escuela de Garín

Del acto participó la mujer del docente asesinado en 2007 durante una represión policial en Neuquén.

Sandra Rodríguez (centro), junto a los directivos del colegio.

En una jornada donde la emoción dijo presente, la Escuela Secundaria Nº 11 del barrio La Loma, en Garín, abrió sus puertas este sábado a la tarde para realizar un acto en el que se impuso al establecimiento el nombre de Carlos Fuentealba, en homenaje al docente asesinado en abril de 2007 durante una feroz represión policial en la provincia de Neuquén.

Su nombre surgió como resultado de una votación realizada en 2010 en la que participaron todos los estudiantes del colegio, al igual que profesores, padres y vecinos, en una iniciativa impulsada por la vicedirectora Leticia Silva. La postulación del docente cosechó el 41% de las adhesiones y superó en las preferencias a figuras de la talla de Eva Perón, René Favaloro, Rodolfo Walsh y Juana Azurduy.

Entre las autoridades e invitados especiales sobresalió la presencia de la viuda de Fuentealba, Sandra Rodríguez, acompañada de sus padres y sus hermanos.

Antes de que comenzara la ceremonia, Rodríguez conversó durante algunos minutos con El Día de Escobar.

– ¿Qué significa para vos este acontecimiento?

– Para mí es un encuentro, en lo personal, de volver a la escuela. Hace cinco años que no estoy ejerciendo como docente y estoy tratando de volver. Ha sido un duelo muy expansivo y recién ahora estoy recuperando toda la identidad que construí durante tantos años, al lado de Carlos, y que en algún momento había enterrado.

– ¿De dónde fluye la energía para dejar el duelo progresivamente atrás y salir adelante?

– Y… yo creo que es esto: volver a reencontrarte con los espacios educativos, desde la mirada que uno construyó. Yo hace casi 25 años que estoy en la docencia, es muchísimo tiempo. Con Carlos éramos una pareja compatiblemente ideológica. Lo ideológico es el cimiento más fuerte del ser humano; obviamente ideología sola no, ideología, corazón y espíritu. Fueron cosas que aprendimos juntos y en las que me apoyo siempre para tomar fuerzas. Más difícil es seguir adelante con mis hijas y que ellas crean que pueden salir adelante en la vida. Están pasando una crisis muy fuerte, muy descreídas de la vida y del futuro. Creo que por ellas también me levanto cada día con más fuerza, porque lo necesitan. Hice un pacto con él bajar los brazos, en nuestras vidas, las de mis hijas y las mías, para seguir viviendo todo lo que implica la vida.

"Hice un pacto con él y no voy a bajar los brazos", fue una de las frases que dejó Sandra en la entrevista.

– ¿Sos más optimista que tus hijas en cuanto al futuro?

– Sí, a pesar de que para nosotras Neuquén es un lugar terrible para seguir viviendo. Primero cuando está pendiente la causa “Fuentealba 2” que tiene que ver con las responsabilidades políticas, con un poder judicial corrupto, que todavía está colonizado por el poder del ex gobernador Sobisch, que fue quien dio la orden y planificó la represión de Arroyito. Eso no lo digo yo, lo dice la policía misma, que estaba en el lugar. Y es muy difícil vivir con eso en el propio Neuquén. Para mí, salir de Neuquén es aliviador, descomprimo la presión de estar allá. Es muy difícil luchar contra el poder de un partido político que hace 51 años están en el poder.

– ¿En qué estado está la causa “Fuentealba 2”?

– El miércoles pasado firmé la denuncia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado argentino y el Estado provincial por la inacción de los últimos cuatro años de esta causa. En Neuquén la causa está en un momento político muy interesante, porque la Cámara debe resolver nuestro pedido de que se investigue.

– ¿Conservás esperanzas de lograr un proceso sobre los responsables políticos del asesinato?

– Creo que se están abriendo caminos en los que la Justicia puede empezar a caminar más rápido sobre las responsabilidades políticas. Yo siempre comparo que este caso tiene las características de un caso de lesa humanidad, porque se intentó una masacre. Fue un milagro que no haya habido más víctimas. El plan era hacer escarmentar a todos los docentes. Para mis hijas y para mí es algo irreversible, no hay justicia que valga. Pero para la sociedad, para un futuro, eso tiene que ser investigado, juzgado y condenado, porque de otra manera no se puede reparar socialmente esa imagen, esa mala clase pública que se dio ese día.

– Y en esa búsqueda de justicia, ¿contribuye, de alguna manera, que se imponga el nombre de Carlos a una escuela?

– Sí, por supuesto, es algo muy fuerte. Estas cosas nos levantan el espíritu y nos dan fuerzas para salir adelante. Ojalá pudiera convencer de eso a mis hijas, que todavía cargan de culpa a la sociedad. Quiero hacer un reconocimiento inmenso a Leticia, que ha luchado para que yo viniera. Fue muy respetuosa y a la vez insistidora. Ella me dijo que se identifica conmigo y yo le dije que me identifico mucho con ella, es más, lo veo a Carlos en ella, porque era de persistente a tozudo. Hay trasmisiones que son más allá de los hechos y que van en la energía que uno pone en cada cosa que hace.

 

Fotografía: Ricardo Pedersen

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