Tenía 86 años y pasó los últimos veinte en la puerta del templo parroquial, viviendo de la caridad. Hace dos semanas había sido internada en el sanatorio Plaza por una grave infección.
Clara René Rondán (86), la mujer que desde hace veinte años pasaba sus días sentada en las escalinatas de la cocatedral de Escobar, falleció este sábado a causa de una grave infección por la que había sido internada en terapia intensiva dos semanas atrás.
Había nacido en Entre Ríos, donde vivió hasta que cumplió los quince años y se vino a Buenos Aires. A los 16 quedó embarazada de su única hija. Se casó de adolescente y enviudó cuando tenía 30: llegó de hacer las compras y encontró a su marido muerto de tres balazos en el patio de su casa. Después se eso, se vino a vivir a Matheu.
Su vida siempre fue cuesta arriba. Debió criar sola a su joven hija y también a cuatro hijos que su hermano quería dar en adopción. Hasta sus últimos días estuvo acompañado por su nieto, de quien también fue madre del corazón. Durante un tiempo trabajó como empleada doméstica.
Vivía en una vivienda muy modesta del barrio Doña Justa, en Ingeniero Maschwitz, junto a su nieto y su nuera. Costeaba el alquiler con los ingresos de su pensión y las limosnas que recibía en la parroquia, donde pasó sus últimos veinte años viviendo de la caridad. Aunque lo hacía por necesidad, también sentía que ese era su lugar en el mundo. Allí era querida, todos la conocían, la saludaban y se preocupaban por ella.
Era una mujer de carácter bravo, pero también sensible, que se hacía querer a su manera.
Irremediablemente, con el paso del tiempo su salud se fue deteriorando. Al punto que el lunes 27 de noviembre sufrió una descompensación en la puerta del templo parroquial y debió ser internada de urgencia en el sanatorio Plaza.
Le diagnosticaron una infección en el hígado que comprometía a otros órganos. Su cuadro era tan crítico que no pudo sobreponerse y falleció este sábado a la madrugada.
Conforme a su voluntad, el cuerpo de René fue cremado y se espera que próximamente sea posible cumplir su último deseo: que sus cenizas permanezcan en la parroquia.