La más castigada es Bernardo de Irigoyen, que tiene tres cuadras en pésimas condiciones y repleta de baches enormes. Tapia de Cruz, Sarmiento y Travi también acusan recibo de la mayor circulación del transporte urbano.
El desplazamiento de las paradas de colectivos por la remodelación de la terminal y la repavimentación de la calle Rivadavia, en Belén de Escobar, trajo como consecuencia un efecto secundario no deseado: la rotura de otras arterias en las que aparecieron grandes y peligrosos baches.
Una de las más afectadas es, claramente, la calle Bernardo de Irigoyen. El asfalto, que ya no se encontraba en buenas condiciones, acusó recibo del paso permanente de los colectivos. Entre las avenidas 25 de Mayo y Tapia de Cruz quedó minada de pozos y desniveles.
De todos los nuevos baches, hay uno que impacta por su tamaño y profundidad: está entre Travi y Spadaccini, donde se partieron las lozas y quedó un pozo destructor de carrocerías. En la esquina de Spadaccini también hay otro de una dimensión similar. Los conductores se ven obligados a maniobrar bruscamente para esquivarlos.
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Sobre Tapia de Cruz al 1000, en la parada provisoria del 276 que está en la esquina de Irigoyen, el asfalto quedó literalmente hundido por el peso de los colectivos. Impresiona la imagen de un bache así en plena avenida.
La calle Sarmiento, que ya estaba bastante deteriorada, tampoco quedó al margen de las roturas ocasiones la reubicación de las paradas. Si bien sobre esa arteria siempre circularon colectivos, en los últimos dos meses su asfalto se deterioró aún más. Lo mismo que en la calle Travi, entre Irigoyen y Sarmiento.
Es de esperar que una vez que se termine de reorganizar la situación del transporte urbano la reparación de estas calles sea una prioridad. Por lo pronto, hoy están en un estado casi tan crítico como el que presentaba la Rivadavia antes de la repavimentación que se está llevando a cabo.