Como cierre de un seminario para actores, directores y estudiantes que se dictó del 3 al 22 de febrero en el teatro Girona, el conocido actor de cine y televisión Daniel Miglioranza ofreció una charla abierta en la sala de la calle César Díaz en la que habló de su presente, de su trabajo y de cómo se imagina en un futuro no tan lejano.
Su presente transcurre en la sala Martín Coronado del teatro San Martín, donde junto a un gran electo -Virginia Innocenti, Sergio Surraco, Salo Pasik, Malena Figó, entre otros- protagoniza “Mucho ruido y pocas nueces”, una comedia de Shakespeare adaptada al campo argentino en 1800. “Me siento dentro de una obra de arte”, afirma el actor, mientras se sonríe entre las paredes mostazas del Girona, donde improvisadamente se armó una mini conferencia de prensa.
Para Miglioranza ser actor es una forma de vida, es la reelección constante de una profesión incierta para transformarla en una manera de enfrentar el día a día. Durante años de llevar a cabo ese trabajo, tras varios escenarios pisados y aplausos escuchados, lo que el actor sigue recalcando como lo mejor de su trabajo es la ingenuidad. “La capacidad de creer que uno es espejo del otro, del espectador, de las emociones y de las sensaciones”, explica. Y agrega: “es un mismo latir que se siente con el público”. Es que el teatro es básicamente eso, una combustión entre los actores y el público, una constante comunión.
Como cualquier actor, al cual la vida le enseña a través de los golpes, sabe que la fama es efímera. “A mí siempre me salvo el teatro, la mitad de lo que ganaba en la televisión lo invertía en hacer teatro, siempre fue mi refugio”. Las tablas y el crujido del escenario representaron para Miglioranza un cable a tierra en sus comienzos, donde el confundir la realidad con un sentimiento pasajero suele ser normal.
“Si volviera a nacer, sin ninguna duda volvería a elegir esta loca y soberbia profesión”, concluyó el actor.
Arte y sudor
Daniel Miglioranza aprovechó su presencia en el teatro de la familia Sureda para apoyar a esta sala independiente, por la que tantos artistas de primer nivel y muchos otros vocacionales desfilaron a lo largo de sus veinte años. “En las paredes de este teatro está presente el arte y el sudor. Es un claro ejemplo de un homenaje al trabajo de toda una vida”, destacó.
Colaboración periodística de Rocío Morale Otero para El Día de Escobar
Fuente: El Día de Escobar