En un acontecimiento sin precedentes en el país, una pareja decidió mitigar el impacto ambiental de su boda con un protocolo muy especial. “Somos parte de este mundo y recibimos todo de él”, explicaron.
Una fiesta de casamiento genera un gran movimiento de personas, consumo de energía, combustible, agua y otros insumos, lo que provoca emisiones de Gases de Efecto Invernadero que se acumulan en la atmósfera y son responsables del cambio climático.
Fue por esto que Martina Costa Paz y Jaime del Sel decidieron mitigar el impacto ambiental de su boda, haciendo que su fiesta fuera carbono neutral.
“Somos parte de este mundo y recibimos todo de él. En nuestro día a día somos muy conscientes de esto, intentamos reducir nuestros consumos, separamos los residuos, compostamos y priorizamos comprar a empresas de triple impacto. Incluso elegimos que nuestro camino profesional estuviera alineado con esto”, comentan.
Jaime se dedica a la comunicación y trabaja con Empresas B y Martina desde su arte de moda y diseño busca transmitir un mensaje de conciencia ambiental.
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“Es por todo esto que compensar la huella que generamos en nuestro casamiento nos pareció la forma más coherente de hacerlo”, explican.
El casamiento de Martina y Jaime tuvo lugar en un salón de eventos de Ingeniero Maschwitz, en octubre. Con la ayuda de The Carbon Sink, la primera tienda regional para medir y compensar dióxido de carbono, decidieron cuantificar la huella de carbono midiendo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por el evento.
Entre las áreas y actividades que se midieron para conocer las fuentes de las emisiones de dióxido de carbono se contemplaron los viajes de los invitados, de los proveedores, el consumo de la energía, el tratamiento de los residuos, el hospedaje, los servicios tercerizados, entre otros
Los invitados recibieron junto a la invitación un formulario que debieron completar para poder cuantificar las emisiones generadas por su traslado. “Una gran parte no sabía bien qué era la huella de carbono, pero cuando les explicamos les pareció una idea increíble y súper alineada con nuestra filosofía. Los que ya sabían lo que significaba nos felicitaron por hacerlo en medio del estrés y cansancio que te genera la organización de un casamiento”, cuenta Jaime.
El casamiento de Martina y Jaime generó 6 toneladas de CO2, lo que equivale a 4,3 algarrobos cortados por año, 46.735 km recorridos en un auto mediano o 10,8 viajes ida y vuelta en avión de Buenos Aires a San Pablo. “Una vez que calculamos la cantidad de dióxido de carbono que generaría el evento, les presentamos a la pareja una serie de opciones de proyectos de captura de carbono certificados que tenemos para poder compensar y neutralizar dichas emisiones”, comenta Federico Falcón, director de The Carbon Sink.
La pareja decidió compensar con bonos certificados de “Corredor de los Cedros”, un proyecto de conservación y manejo forestal de bosques nativos en Jujuy, Argentina. Su objetivo es preservar la ecorregión Yungas-Jujeñas y su rica biodiversidad. La zona sufre una gran presión por el alto nivel de deforestación y el avance de la frontera agrícola.
Este proyecto está evitando la destrucción de miles de km2 de bosque nativo y, con ello, la pérdida de especies de la región como el tapir y el oso hormiguero, ambos en peligro de extinción. Al implementarse mejores prácticas de silvicultura y tareas de restauración, el proyecto tenderá a incrementar el stock de carbono en el bosque.
“Recomendamos 100% hacer no solo una boda sino cualquier fiesta carbono neutral, porque la situación climática está llegando a un punto de no retorno y, cada uno, desde su lugar y con sus recursos, debe aportar lo que pueda para reducir su impacto, cuidar el planeta y dejarlo mejor de lo que lo recibimos. Además, realmente es un proceso mucho más sencillo y económico de lo que se puede llegar a suponer”, concluyeron los recién y felizmente casados.
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