“La Función Pública”

SR. DIRECTOR: Por este medio deseo, si se me permite, suscribir a la carta de lectores del señor Laramy, que hace referencia al nivel de capacitación de quienes ejercen la función pública. Supongo que, en principio, el autor de la carta se refiere al nivel municipal. Mucho me temo que en realidad tal panorama no […]

SR. DIRECTOR:

Por este medio deseo, si se me permite, suscribir a la carta de lectores del señor Laramy, que hace referencia al nivel de capacitación de quienes ejercen la función pública.

Supongo que, en principio, el autor de la carta se refiere al nivel municipal. Mucho me temo que en realidad tal panorama no ha de ser tan diferente a nivel provincial o nacional. Bien, hecho el diagnóstico queda por preguntarnos ¿cuál es la causa de esta falta de idoneidad?, ¿por qué los cargos públicos son ocupados por personas que no están capacitadas para ello?

La respuesta podría ser simple, porque los funcionarios son elegidos por cuestiones que tienen que ver más con el amiguismo personal o político que por sus conocimientos. Esto, que dicho así parece una chicana política, es en realidad la expresión de un problema aún mayor: la destrucción y el desprestigio del Estado y de la cosa pública.

La democracia de nuestro país transita por un tembladeral. Las elecciones pasadas son una muestra contundente de ello. La mecánica electoralista le ha cambiado dramáticamente el sentido al voto. Ya no concurrimos a las urnas para afrontar el delicado acto de delegar nuestra representatividad, sino que lo hacemos con la intención de castigar o premiar a un gobierno. Es una parábola perversa donde la metáfora asume el rol del concepto y viceversa.

En ese contexto, lo elegido lejos está de representar el pensamiento ni la ideología del soberano. Es apenas la materialización de un mensaje que se transmite desde el poder fenomenal de los medios de comunicación masiva, los oráculos del siglo XXI.

De este modo, donde todo es lo mismo, donde los capaces rechazan la política, donde el Estado se debilita frente a referentes sociales nuevos y de poder inmenso, como los medios, donde no existen políticas, solo medidas, es muy difícil que pueda haber idóneos.

No hay idoneidad de lo ausente.

Jorge Derra (Maquinista Savio)

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