El Elegido y el ojo sartreano

Con euforia y escepticismo, un primer análisis sobre los resultados de las elecciones en Escobar y en el país. Por Ricardo Choffi.

El 31 de mayo de 2003, días después de la asunción de Néstor Kirchner, un José Pablo Feinmann eufórico por este suceso escribe en la contratapa de Página 12: “Un flaco como cualquier otro”, y anticipa certeramente todo lo bueno que vendría: “por fin un flaco que leyó a Jauretche, a Cooke, a Fernández Arregui… un flaco de la JP… sospecho que hasta leyó Envido”, la mítica revista universitaria de los ‘70 escrita entre otros intelectuales por el propio Feinmann y Horacio González. “Con un ojo nos mira a todos, pero con el otro, con el sartreano, mira de costadito a Cristina”. Culmina y hace referencia al filósofo francés Jean-Paul Sartre.
Al poco tiempo, esta nota llamó tanto la atención de Kirchner que convirtió a Feinmann en su consejero y amigo. Hasta donde duró, hasta donde dura la relación de dos hombres de carácter, cultos y dispares.
El Elegido en Escobar no leyó a Jauretche y a Fernández Arregui, menos a Cooke, no sé si perteneció a la Juventud Peronista y mucho menos a una de perfil setentista. Pero ganó de punta a punta en buena ley la primera elección de internas abiertas obligatorias primero y las generales después. Es cierto que no hubo alternativas de relevancia, pero la magnitud de la diferencia no deja lugar a dudas. Las elecciones fueron libres y limpias. Cualquier ciudadano voluntarioso que haya participado de una u otra forma del acto electoral lo sabe, las quejas no tienen justificativo.
Se podría decir que el Elegido llegó a la Intendencia de Escobar de la mano de un tirano, hoy recluido a cadena perpetua  por delitos de lesa humanidad (nada menos). Se podría decir que es la continuidad del régimen. Se podría decir que es un reciente afiliado y el presidente del Partido Justicialista que llegó a ese puesto con el menor esfuerzo. Quizá se podrá decir que no hay peronistas en su gabinete. Se podría decir que apoya a Daniel Scioli con cierta comodidad y disciplina, pero a Cristina con innegable incomodidad y disciplinado pero sin convicciones.
También hay que decir que la gente buscó su boleta en los cuartos oscuros. Había otras boletas de candidatos conocidos y desconocidos arriba, abajo, al costado, encima, hasta del mismo color, pero la gente no se confundió: buscó, encontró y votó las del Elegido.
Es cierto, a otro postulante lo dejaron con la boleta corta. Símbolo de que la nueva Ley Electoral aún sucumbe ante poderosas lapiceras. Un detalle a tener en cuenta si se quiere respetar su espíritu para que cualquier ciudadano o grupo con iniciativas pero sin recursos y sin aparato pueda acceder a postularse en las internas de los partidos políticos.
El Elegido ganó, y como dijo alguna vez el historiador Félix Luna sobre Perón: “daría diez años de mi vida por un día de Perón, el día que recibió el apoyo de todo un pueblo”. Si el pueblo apoya a un candidato es inobjetable, inapelable y muy respetable.
Con el triunfo de Cristina a nivel nacional, con cuadros militantes como Gabriel Mariotto encumbrado en la vicegobernación, con María Cristina Álvarez Rodríguez electa diputada nacional y la buena performance de una construcción transversal como la de Martín Sabbatella, siento la euforia de Feinmann en 2003. A nivel local, sobre Escobar, tengo el mismo escepticismo de 1999, cuando el régimen del hoy presidiario reinaba.
Sabemos que el Elegido de Escobar con un ojo nos mira a todos. Mi esperanza es que con el otro quizá, ojalá, pueda leer algo de Jauretche… de Cooke… como aquel “flaco” setentista y Cristina, su ojo sartreano, que torcieron el rumbo de la historia al igual que Evita y Perón, logrando para los argentinos hacer realidad la gran utopía del peronismo: “un pueblo feliz”.
Hasta la Victoria…
Por Ricardo Choffi
Agrupación Arturo Jauretche de Escobar
ricardo@jauretche.org.ar

El 31 de mayo de 2003, días después de la asunción de Néstor Kirchner, un José Pablo Feinmann eufórico por este suceso escribe en la contratapa de Página 12: “Un flaco como cualquier otro”, y anticipa certeramente todo lo bueno que vendría: “por fin un flaco que leyó a Jauretche, a Cooke, a Fernández Arregui… un flaco de la JP… sospecho que hasta leyó Envido”, la mítica revista universitaria de los ‘70 escrita entre otros intelectuales por el propio Feinmann y Horacio González. “Con un ojo nos mira a todos, pero con el otro, con el sartreano, mira de costadito a Cristina”. Culmina y hace referencia al filósofo francés Jean-Paul Sartre.

Al poco tiempo, esta nota llamó tanto la atención de Kirchner que convirtió a Feinmann en su consejero y amigo. Hasta donde duró, hasta donde dura la relación de dos hombres de carácter, cultos y dispares.

El Elegido en Escobar no leyó a Jauretche y a Fernández Arregui, menos a Cooke, no sé si perteneció a la Juventud Peronista y mucho menos a una de perfil setentista. Pero ganó de punta a punta en buena ley la primera elección de internas abiertas obligatorias primero y las generales después. Es cierto que no hubo alternativas de relevancia, pero la magnitud de la diferencia no deja lugar a dudas. Las elecciones fueron libres y limpias. Cualquier ciudadano voluntarioso que haya participado de una u otra forma del acto electoral lo sabe, las quejas no tienen justificativo.

Se podría decir que el Elegido llegó a la Intendencia de Escobar de la mano de un tirano, hoy recluido a cadena perpetua  por delitos de lesa humanidad (nada menos). Se podría decir que es la continuidad del régimen. Se podría decir que es un reciente afiliado y el presidente del Partido Justicialista que llegó a ese puesto con el menor esfuerzo. Quizá se podrá decir que no hay peronistas en su gabinete. Se podría decir que apoya a Daniel Scioli con cierta comodidad y disciplina, pero a Cristina con innegable incomodidad y disciplinado pero sin convicciones.

También hay que decir que la gente buscó su boleta en los cuartos oscuros. Había otras boletas de candidatos conocidos y desconocidos arriba, abajo, al costado, encima, hasta del mismo color, pero la gente no se confundió: buscó, encontró y votó las del Elegido.

Es cierto, a otro postulante lo dejaron con la boleta corta. Símbolo de que la nueva Ley Electoral aún sucumbe ante poderosas lapiceras. Un detalle a tener en cuenta si se quiere respetar su espíritu para que cualquier ciudadano o grupo con iniciativas pero sin recursos y sin aparato pueda acceder a postularse en las internas de los partidos políticos.

El Elegido ganó, y como dijo alguna vez el historiador Félix Luna sobre Perón: “daría diez años de mi vida por un día de Perón, el día que recibió el apoyo de todo un pueblo”. Si el pueblo apoya a un candidato es inobjetable, inapelable y muy respetable.

Con el triunfo de Cristina a nivel nacional, con cuadros militantes como Gabriel Mariotto encumbrado en la vicegobernación, con María Cristina Álvarez Rodríguez electa diputada nacional y la buena performance de una construcción transversal como la de Martín Sabbatella, siento la euforia de Feinmann en 2003. A nivel local, sobre Escobar, tengo el mismo escepticismo de 1999, cuando el régimen del hoy presidiario reinaba.

Sabemos que el Elegido de Escobar con un ojo nos mira a todos. Mi esperanza es que con el otro quizá, ojalá, pueda leer algo de Jauretche… de Cooke… como aquel “flaco” setentista y Cristina, su ojo sartreano, que torcieron el rumbo de la historia al igual que Evita y Perón, logrando para los argentinos hacer realidad la gran utopía del peronismo: “un pueblo feliz”.

Hasta la Victoria…

Por Ricardo Choffi

Agrupación Arturo Jauretche de Escobar

ricardo@jauretche.org.ar

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