SR. DIRECTOR DE EL DÍA DE ESCOBAR
CIRO D. YACUZZI
DE MI CONSIDERACIÓN:
Voy a contar, intentando ser lo más breve posible, una situación lamentable en uno de los colegios secundarios más importantes de Escobar.
Hace unos días, una alumna de ese establecimiento publicó en una de sus redes sociales personales cosas referidas al escrache que se llevó a cabo en el country Septiembre, haciendo estricta alusión únicamente al genocida Patti, condenado a doble cadena perpetua.
A raíz de aquello, una serie de alumnxs de ese establecimiento comenzaron a insultar a todxs lxs que hablaban sobre dicho genocida por que “era una falta de respeto decir esas cosas sabiendo que el nieto asiste al establecimiento”, agrediendo con un trasfondo mucho más amplio que haber hablado sobre él: claramente eran agresiones sustentadas en las diferencias ideológicas.
Un día después, un alumno “X” le mostró a la directora del establecimiento únicamente los comentarios emitidos por la alumna que previamente mencioné. Apoyadxs en un comentario que la alumna escribió en defensa de ella misma, después de haber recibido una enorme cantidad de agravios, sobre una serie de requisitos que hay que cumplir para entrar o permanecer en el establecimiento, le dieron un día de suspensión por “infringir las normas de convivencia”.
Ahora, la cuestión es que hace unos días yo misma contesté al nieto de Luis Patti un comentario que hizo, sobre que para él estaba perfecto que haya placas con el nombre de su abuelo porque para él “hizo las cosas bien” (¿acaso eso no es una opinión?) y en uno de sus fundamentos me dijo “El intermediario es la directora”. Es decir que ya se sabe quién/es fueron lxs que mostraron esos comentarios en el establecimiento.
¿Es una suspensión por infringir las normas de convivencia? ¿O es una suspensión por el contenido de los tweets de la alumna sobre el genocida?
Es un claro llamado de atención por el contenido de los tweets de las alumnas alusivos al genocida de Luis Abelardo Patti.
¿Con qué sustento? Que esos comentarios hirieron psicológicamente al alumno que fue a denunciar a la dirección del establecimiento.
¿Vamos a hablar de herir sociológicamente? Hablemos, entonces.
Fui cuatro años a ese establecimiento. Y tuve que irme -sí, “tuve que”- porque no podía estar ni un día más ahí adentro por la cantidad de insultos, chicanas, apodos y demás que recibía por mi ideología política.
No solo por parte de algunxs alumnxs que suelen ser bastante malxs, que hacen bullying libremente, que ejercen violencia psicológica y hasta a veces física con las personas que practican libremente la militancia del tipo que sea, sino también por los comentarios fuera de lugar de algunxs profesorxs, que a veces tienen una bajada de línea bastante clara.
¿O me van a decir que no saben que hay una profesora que vive hablando de la iglesia y su religión? ¿O me van a decir que no saben que hay directivos completamente homofóbicos? ¿O me van a decir que no saben que hay una profesora que vive hablando mal del gobierno anterior y de funcionarios municipales puntuales? ¿O me van a decir que no saben que hay profesores y profesoras que son sumamente machistas y no les interesa seguir haciendo comentarios a pesar de saber que tienen alumnas que no concuerdan en absolutamente nada?
Me dijeron negra, boliviana, fea, boba, “con un cromosoma de más”, planera, chorra y hasta incluso llegaron a decirme que “me usaban” al frente de una profesora obteniendo como respuesta un acompañamiento hacia el comentario de ese alumno a mi persona.
No es de ahora, viene de hace unos años. No es un caso, son muchísimos. En ese establecimiento se generan víctimas y yo fui una.
¿Que revisan las redes sociales de los alumnos? Eso ya no es una novedad. Pasa, y se sigue permitiendo con la excusa de que en las normas de convivencia está escrito que también llega el reglamento hacia las redes sociales.
¿Libertad de expresión? Bien, gracias.
Entonces, si vamos a hablar de herir psicológicamente a lxs alumnxs, entonces que no sea un llamado de atención únicamente cuando ese alumno es de apellido importante.
Que expresar las opiniones libremente no sea un motivo de castigo. A eso también le dijimos nunca más.
Lucila Paz (Belén de Escobar)