Piden protección para los activos ambientales de los humedales y la isla

Expertos convocados por El Escobar Que Queremos plantearon la necesidad de preservar el insustituible valor de estos sitios.

Representantes de decenas de entidades locales concurrieron a la jornada en el Club de Leones.

Representantes de decenas de entidades locales concurrieron a la jornada en el Club de Leones.

Popularmente conocidos como bañados, los técnicamente denominados humedales constituyen un área de suma jerarquía ambiental. Sin embargo, tan poco difundidas están sus virtudes que en el partido de Escobar una generosa porción de esas tierras ya está destinada al desarrollo de grandes emprendimientos urbanísticos, cuyos impactos podrían resultar severamente negativos para toda la comunidad en diversos aspectos.

Encendiendo una clara luz de alerta sobre esta situación, las entidades agrupadas en la red “El Escobar Que Queremos” (EEQQ) convocaron a varios especialistas a disertar en una jornada sobre “Desarrollo, Medio Ambiente y Hábitat de Islas y Humedales del partido de Escobar”. Fue este viernes, en la sede del Club de Leones, en un encuentro que se extendió por espacio de ocho horas y que tuvo por objetivos generar conciencia ambiental, difundir el conocimiento sobre el área de humedales y promover acciones tendientes a contribuir al desarrollo local.

La apertura de la jornada estuvo a cargo del arquitecto Alfredo Garay, titular de la cátedra de Urbanismo en la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien se refirió a la incidencia de los humedales sobre la gestión metropolitana.

Ponerle freno al avance privado

Garay, en diálogo con El Día de Escobar, recalcó que “el impacto de la Panamericana en la zona norte ha acelerado un tipo de proyecto de valorización inmobiliaria, donde aparecen tres líneas: proyectos logísticos y productivos como parques industriales y puertos; proyectos de centros comerciales y de oficinas, que arman una nueva centralidad; y grandes urbanizaciones, que no solo ocupan las áreas previstas para urbanizar sino que tienden a avanzar sobre el área del albardón, es decir, sobre la zona baja inundable, que históricamente se ha venido preservando como un ámbito especial”.

Ante este panorama, Garay señaló que “se hace necesario decidir hacia dónde se va a contener la expansión urbana y cuáles son los lugares que se van a proteger, porque tienen una vocación de área verde y prestan un servicio a la localidad, y a la vez, al área metropolitana. Hay una complicidad en aceptar que los humedales son una tierra barata y que se puede hacer sobre ella lo mismo que se hace sobre tierras caras. Eso es falso. No hay que dejar que la tendencia de mercado formatee el territorio siendo irresponsable de las consecuencias que después genera sobre la urbanización futura. Es un debate interesante para la sociedad”, aseguró.

Siguiendo esta línea, el experto en urbanismo remarcó la importancia de la convocatoria de la jornada organizada por EEQQ. “Es muy valioso que se hagan reuniones y discusiones donde este pensamiento se discuta y se consensue. En la medida en que la comunidad es más consciente de estas cosas, se organiza y considera que hay un valor para defender, más grande es la presión que ejerce contra los inversores que quieren optimizar la ganancia. Y, en general, el poder político equilibra estos sistemas de presión. En la medida en que estos temas dejan de formar parte del paisaje y se problematizan, se trata de un crecimiento cultural”, aseveró.

El desafío de planificar el territorio

Otro especialista convocado para exponer su visión sobre el tema fue el ingeniero agrónomo Daniel Somma, coordinador del proyecto nacional de ordenamiento territorial del INTA, que centró su preocupación en los efectos negativos de los desarrollos inmobiliarios sobre las zonas de tierras bajas. “Los bajíos ribereños son particularmente importantes por lo que implican en cuanto a la posibilidad de amortiguar las crecidas. Son áreas donde las crecidas del río se extienden en una superficie muy grande y determinan que lo que llega luego al área urbana, que está en tierra forme y en un nivel de altura superior, sea un volumen menor de agua”

“Si se genera un proceso de urbanización en la parte baja, el impacto sobre la zona urbana puede llegar a ser mayor. Esto es lo que se está verificando en Tigre, con Nordelta, que ha determinado que varios barrios tengan mayor altura y persistencia de la inundación en el tiempo. Estos son aspectos que hay que considerar”.

Somma, en declaraciones a este medio, indicó que “habría que establecer una planificación que contemple el desarrollo de ese tipo de urbanizaciones, pero también la interacción hidráulica con el conjunto del municipio. No evaluar qué va a ocurrir en torno del dique o el polder donde esta urbanización se desarrolla sino también en el entorno del municipio. De no ser así, el impacto positivo que supone el flujo económico de estas urbanizaciones tendrá un correlato negativo en la calidad de vida y los efectos de las inundaciones sobre los barrios que quedan afuera de este endicamiento”.

El experto se manifestó partidario de darle usos turísticos y recreativos a las zonas de humedales, ya que “son una válvula de descompresión para toda la zona del Conurbano”. No obstante, señaló que “el problema inicial a tratar de resolver es que el Municipio, en conjunto con la comunidad, defina un plan de desarrollo y organización del espacio físico del distrito. No contar con una herramienta de planificación supone analizar cada iniciativa de manera aislada. Y eso no permite evaluar qué ocurre en el conjunto del Municipio cuando esa iniciativa aparece”.

“Resulta difícil de asumir que en el año 2010 un municipio con las interacciones que tiene Escobar en la región aún no cuente con esta herramienta”, advirtió el ingeniero Somma.

Otras voces

De la jornada participaron otros ocho expositores: Miguel Germann, de la Secretaría de Gestión Ambiental del Municipio de Baradero; el licenciado Adrián González, de la Agencia de Extensión Rural Delta del INTA; la licenciada Natalia Fracassi, del Área de Recursos Naturales y Sistema de Información Geográfico del INTA; el ingeniero agrónomo Claudio Leveratto, del programa Pro Huerta del INTA; la licenciada Patricia Pintos y el arquitecto Luciano Pugliese, especialistas en planificación; la licenciada María Alejandra Girandolla y la ingeniera agrónoma Alejandra Páez, de la Subsecretaría de Agricultura Familiar del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación de la Nación.

La coordinación del evento estuvo a cargo de la Asociación de Arquitectos de Escobar, aunque las otras diez entidades que participan de EEQQ participaron en diversos detalles organizativos.

“Es imprescindible tomar conciencia de lo que representa el humedal como activo ambiental para la región, siendo estratégico incentivar la participación de otras organizaciones intermedias para alcanzar un desarrollo y progreso del área de humedales sobre la base del uso racional del recurso, preservando su valor natural y cultural como bien insustituible del Escobar periférico”, concluyeron desde EEQQ, que con esta convocatoria volvió a instalar en la agenda local un tema central que, hasta ahora, permanecía oculto tras las barrancas de El Cazador.

El ingeniero Somma responde a preguntas del auditorio. En el extremo derecho del panel, el arquitecto Garay.

El ingeniero Somma responde a preguntas del auditorio. En el extremo derecho del panel, el arquitecto Garay.

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