Preocupación en Maschwitz: “Tenemos miedo de morir aplastados por un árbol”

Vecinos de la calle Espora llevan diez años reclamando al Municipio que interceda para la poda de unos enormes y añejos eucaliptus. Están en el terreno de una sobrina de Pérez Companc. “Por eso no hacen nada”, afirman.

Peligro latente. La altura de los eucaliptus preocupa a los vecinos de las propiedades linderas.

Vecinos de la calle Espora llevan diez años reclamando al Municipio que interceda para la poda de unos enormes y añejos eucaliptus. Están en el terreno de una sobrina de Pérez Companc. “Por eso no hacen nada”, afirman.

Parte del encanto natural de Ingeniero Maschwitz tiene que ver con sus frondosas y añejas arboledas, las que dibujan un paisaje que no se encuentra en cualquier punto del conurbano bonaerense y que, además, liberan un oxígeno que atrae a cada vez más porteños. Sin embargo, muchas veces también suelen ocasionar problemas y alterar la normal tranquilidad de un barrio cuando sus dueños no atienden sus responsabilidades. Prueba de ello es la gran cantidad de árboles que cayeron en la vía pública en las últimas tormentas.

En este marco, un grupo de vecinos de la calle Tomás Espora, ubicada a pocos metros de la avenida Independencia y la estación del ferrocarril, viene denunciando desde el año 2008 la potencial peligrosidad de unos ejemplares de eucaliptus -uno de los árboles más altos del mundo- que crecieron más allá de lo imaginado y causan temor entre los frentistas. Pero diez años después la situación sigue sin resolverse y el riesgo continúa latente.

“Hicimos todos los reclamos formales habidos y por haber. Fuimos al Centro de Atención al Vecino (CAV), a Espacios Verdes, a la Defensoría del Pueblo… Las notas pasaron por todos lados. También le enviamos varias cartas documento a la dueña de la casa para que pode los eucaliptus, pero esta gente nunca se presentó a los llamados”, expresó Alejandra Orlando a El Día de Escobar.

La mujer también comentó que los concejales Miriam Pierotti y Esteban Colley -ambos de Cambiemos- están al tanto de la situación y que ya la llamaron del CAV, aunque por ahora “sigue todo igual”.

“Les expliqué todo y me dijeron que no habían visto el montón de expedientes abiertos. Por suerte, yo tenía guardadas copias de algunos. Ahora estamos esperando”, expresó, con tanto enojo como resignación.

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“Si estos árboles se caen, van a caerse arriba de mi casa y nos mata a mí y a mi nena. Mis padres, que viven al lado, temen lo mismo. Es un reclamo que firmaron todos los vecinos de la cuadra, incluyendo una abogada que ya le envió varias cartas documento al dueño de la casa”, esgrimió Orlando, que vive frente a la casaquinta donde se encuentran los eucaliptus en cuestión.

Además, la vecina contó que “la medianera de la vereda se rompió hace siete años por la presión que ejercen los árboles y ahora se le está rompiendo de nuevo. O sea que los árboles están ejerciendo fuerza de nuevo para caer. Ese es el problema que tenemos y esta gente no hace nada”, expresó, al tiempo que exhibió una serie de fotografías que no hacen más que corroborar sus palabras y temores.

En las reiteradas cartas documentos y en las notas presentadas en el Municipio, los denunciantes también hacen referencia a la suciedad que generan los eucaliptus en sus patios y, fundamentalmente, al Código Civil de la Argentina, que en su artículo 2628 establece que “el propietario de una heredad no puede tener en ella árboles sino a distancia de tres metros de la línea divisoria con el vecino”. Algo que en este caso no se estaría respetando.

“Hace diez años que estamos con este reclamo, pero nunca nadie hizo nada. No te dan bolilla, queda todo inconcluso y sigue como si nada”, criticó la mujer, para quien la problemática no se resuelve por una simple razón: “La dueña de la casa -Carolina Sundblad- es sobrina de Pérez Companc y su tía es la dueña de Munchi’s. Por eso, como pisa fuerte, no le importan los vecinos”, arremetió.

“Queremos que se sepa, porque esto es un peligro y tenemos miedo de morir aplastados por un árbol. Esa es la verdad”, concluyó Orlando, rodeada de unos eucaliptus tan hermosos como amenazantes.

Por Damián Fernández

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