Como cada año, una multitud se congregó el sábado al atardecer en el parque Papa Francisco para disfrutar de una nueva edición de la Fogata de San Juan. Este evento, que se ha convertido en un símbolo de Maschwitz, volvió a reunir a los vecinos en torno a las llamas purificadoras, renovando el espíritu comunitario y la conexión con las tradiciones ancestrales.
El tradicional evento, que se festeja en cada solsticio de invierno y es organizado desde 2010 por el movimiento Arde Juan, resultó no solo un éxito en términos de convocatoria sino también por la propuesta artística desplegada. La jornada contó con diversas actividades culturales que mantuvieron a los asistentes entretenidos y conectados con la esencia del ritual.
A pesar de las bajas temperaturas, el fervor popular volvió a arder tanto como la hoguera. La 13º Fogata de San Juan evocó la memoria ancestral de La Serpiente Amarú, la más antigua de la Tierra. La emblemática quema de la figura y de los “Juanitos” (siluetas hechas de paja y madera) se realizó después de la Procesión del Muñeco desde el Paseo Mendoza hasta el parque público de la calle El Dorado al 1900, con el habitual ritmo de los tambores de la Escuela de Percusión Agua de Río.
La Procesión del Muñeco fue uno de los momentos más emotivos de la jornada. Los vecinos acompañaron el recorrido con velas y antorchas, creando un ambiente místico y lleno de simbolismo. Mientras que la percusión marcó el compás de una marcha que simboliza la liberación de cargas y el inicio de un nuevo ciclo.
La celebración convocó a los asistentes a despojarse de aquellas cosas que les pesan, de modos tóxicos de conducta y de emociones irresponsables, para así contribuir a una vida más genuina y conectada con los sentimientos nobles del amor.
Además, el evento honró y agradeció a la naturaleza, que brinda todo aquello de lo que las personas se nutren para vivir. Las ofrendas y agradecimientos a la tierra, el agua y el fuego fueron una constante a lo largo de la noche.
A través de las llamas purificadoras, este ritual de luz y fuego dio por iniciada una nueva etapa en la vida de todos los presentes. Las llamas consumieron los “Juanitos”, llevándose con ellas las cargas y las energías negativas, mientras los espectadores renovaron la voluntad de vivir con mayor autenticidad y respeto por el entorno natural.
“Una vez más el sagrado fuego se elevó poderoso abriendo el portal mágico para que se lleve todo lo viejo que nos pesa y venga lo nuevo bueno por vivir”, destacaron desde Arde Juan en su página de Facebook. Y agregaron: “Está en cada uno de nosotros ser capaces de transformarnos y renacer hacia una humanidad más amorosa”.
Esta maravillosa expresión artística y cultural, que ya es parte de la identidad de los maschwitzenses, no solo refuerza los lazos comunitarios sino que también resalta la importancia de mantener vivas las tradiciones que conectan al pueblo con sus antepasados y con la naturaleza.
Con cada edición, la Fogata de San Juan en Maschwitz crece en magnitud e importancia y se consolida como un evento imperdible del calendario local. La participación activa de los habitantes de la localidad y el compromiso de los organizadores aseguran que esta tradición seguirá siendo un faro de luz y esperanza para todos los que participan en ella.