Las Pastillas del Abuelo volvió a hacer vibrar al microestadio de Sportivo

Ante un recinto colmado, la banda liderada por “Pity” Fernández desplegó un show plagado de éxitos y algunas sorpresas en la presentación de su nuevo disco: Paradojas. Una noche con varios puntos altos y con clima de fiesta del comienzo al final.

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Ante un recinto colmado, la banda liderada por “Pity” Fernández desplegó un show plagado de éxitos y algunas sorpresas en la presentación de su nuevo disco: Paradojas. Una noche con varios puntos altos y clima de fiesta.

Con un repertorio plagado de éxitos y alguna que otra sorpresa, Las Pastillas del Abuelo volvió a hacer vibrar este viernes al microestadio de Sportivo Escobar, ante más de mil espectadores que disfrutaron de un show lleno de buenos pasajes.

La banda comandada por «Pity» Fernández salió a escena a las 21.20 con Perdido, Historias y Candombe de resaca, un tridente que puso rápidamente en clima a la fiesta que se vivió en el reducto de la calle Colón. La excusa era la presentación del último disco, Paradojas (2015), del que tocaron apenas un puñado de canciones.

La temperatura fue subiendo con Inercia -uno de los dos cortes de difusión de Paradojas-, Dónde esconder tantas manos y Desde la postura. Después llegó una de las primeras sorpresas de la noche con Duda, que no siempre figura en las listas de los recitales. El público lo festejó cantando cada estrofa, algo que ocurriría casi en la mitad de los temas.

Promediando el concierto llegaron José y ¿Qué es Dios?, la oda a Diego Maradona que terminó con el clásico «el que no salta, es un inglés» de la gente. Sin pausa engancharon Rompecabezas de amor, el otro corte de Paradojas, cuya delicada interpretación marcó otro de los varios altos que tuvo la noche.

Solo Dios y Me juego el corazón signaron el inicio de la cuenta regresiva. Y El ratón volvió a hacer estallar a un público infatigable. Quedaba poco tiempo, pero todavía había mucho más para disfrutar. En la antesala de los bises sonaron La Casada y ¿Qué hago yo esperando un puto as?, siempre al palo, con mucha energía desde arriba y pura reciprocidad abajo.

Parecía que el telón se bajaba con Otra vuelta de tuerca, más cuando Fernández saltó del escenario al vallado para recorrer todo el frente saludando a sus seguidores, mientras sus compañeros daban el paso al frente para el adiós. Sin embargo, habría más.

Como si fuera un regalo en retribución a tanto júbilo, la banda decidió hacer un tema más. Pero no cualquiera: El Sensei, casi un himno, que curiosamente no forma parte de la discografía oficial y estaba autocensurada por sus alusiones a la marihuana. Ahí la fiesta llegó al clímax. Incluso se dieron el gusto de cerrarlo haciendo el estribillo de La Pachanga, de Vilma Palma, en un homenaje al rock vernáculo de los ’90.

Fueron cerca de veinte canciones y noventa minutos de pura adrenalina, otra vez con el microestadio de Sportivo lleno. Como en sus dos anteriores presentaciones en Escobar (2010 y 2012). Como pasa en cada lugar donde se presentan. Siempre es una fiesta cuando toca Las Pastillas del Abuelo.

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