La historia de un muchacho que abandonó su casa y pasa las noches a la intemperie

El Día de Escobar lo encontró durmiendo en la esquina de Mitre y Travi. Tiene 25 años y dice que es adicto a la cocaína.

El joven pasó la madrugada del lunes en la esquina de Mitre y Travi.

Ya no es inusual, lamentablemente, ver gente durmiendo a la intemperie en las calles de Escobar. Desde hace bastante, esa situación, tan cotidiana en diversos sitios de la Capital, se ha tornado también aquí frecuente al punto de parecer algo casi normal, como si fuera parte del paisaje urbano de la ciudad. Alcanza con pasar cualquier noche por la estación de trenes para tomar nota y vistas de esta realidad. En este contexto, lo de este lunes a la mañana fue solo un episodio más. Pero claro, cada una de estas historias tiene sus propios tintes.

Envuelto en una gruesa frazada, un muchacho de 25 años decidió echarse a pernoctar en la esquina de Mitre y Travi, en las puertas de una conocida ferretería industrial. Ni el ruido de los colectivos, de los autos y las motos ni el murmullo de los peatones lograron sacarlo de sus sueños. Hasta que a las 8 fue despertado por el dueño del comercio, ante la mirada de los clientes que contemplaban perplejos la imagen en la vereda mientras esperaban para entrar.

Contra lo que podía suponerse, el muchacho no resultó ser un indigente ni una persona sin familia o techo. Al menos, según el relato que le hizo a un cronista de El Día de Escobar con el que intercambió unas palabras. Dijo llamarse Nahuel, ser oriundo de Zárate y estar en la ciudad desde el jueves, durmiendo en distintos lugares cada noche. “A la estación no vuelvo, te encontrás con cada nene”, expresó.

Contó también que se había peleado con su familia, que por eso había dejado de vivir con sus padres y que tiene interés en internarse en un centro de rehabilitación por su adicción a la cocaína. “Un flaco que me cruzó por la calle me dijo que iba a llevarme a uno en Pilar. Quedamos en encontrarnos en la estación pero no volví a verlo, de esto hace dos días”, comentó.

“Ahora estoy haciendo unas monedas en una verdulería, cerca de la terminal. Después veré qué hago”, concluyó el joven, que dobló su frazada, la metió en el cajón de verdulería que tenía consigo y se echó a caminar hacia allí, quizás pensando qué le depararán las próximas horas y qué hacer para darle un rumbo cierto a su vida.

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