Estuvo siete meses internado por coronavirus. A fines de 2019 había decidido donar su casa para que el Municipio construya una biblioteca y una sala de primeros auxilios cuando fallezca. Tenía 82 años.
A la edad de 82 años, este domingo falleció Roberto Artiles, un histórico vecino del barrio parque El Cazador y permanente colaborador de la Escuela Nº7 y del Jardín de Infantes Nº902.
Había contraído Covid y permaneció internado durante siete meses, hasta que el virus terminó ganando la batalla. Tenía otras complicaciones de salud y eso hizo que le haya costado muchísimo recuperarse. En 1992 sufrió una pancreatitis aguda que lo tuvo a maltraer: permaneció internado y con respirador artificial durante casi un mes, hasta que logró curarse.
Al mismo tiempo había fallecido su mujer, “Almita” Lali, su gran amor. “Fue algo muy feo todo, una tragedia para mí”, recordaba en una entrevista con DIA 32 publicada en abril de 2020. Habían estado juntos 26 años.
Oriundo de Campana, tuvo varios trabajos en Belén de Escobar: en la década del ´70 abrió una exitosa confitería frente a la plaza San Martín. “Mi suegra tenía un galón en Estrada y Asborno, me lo dio y abrí Kings, estuve dos meses remodelando el lugar, saqué a pagar y en siete meses pagué todo, era un éxito. Fue un boom”, comentaba. También armó un bowling sobre Tapia de Cruz.
Durante la última dictadura debió cerrar los negocios en 1976 y siguió trabajando en la fábrica Dálmine, hasta que se jubiló.
Después fue el tiempo de abrir su inmobiliaria en la entrada al barrio, donde le fue muy bien. Llevó a Luis Russo como martillero público y así empezó el negocio Artiles Propiedades, que después pasó a llamarse Inmobiliaria El Cazador, sobre la calle Kennedy, a metros de la avenida San Martín.
Él también se arraigó al lugar y allí hizo su amplia casa, sobre la calle Zorrilla de San Martín al 3000 (entre Harris y Schweitzer), un lote con 32 metros de ancho, justo enfrente al Jardín N°902. Era el padrino de la cooperadora de ese establecimiento y de la Escuela N°7. Ayudaba a ambas instituciones con mercadería, donación de árboles y todo lo que necesitaban para que los chicos estén en las mejores condiciones.
A fines de 2019 hizo todos los trámites para que su casa sea donada al Municipio cuando él muera. “Primero se la ofrecí a mis sobrinos con la condición de que no la parcelen, pero ellos no la quisieron. Entonces decidí donarla para que hagan un espacio para ancianos y chicos, para que puedan venir a pasar la tarde, a tomar mate en familia los fines de semana”, contaba, feliz por la decisión que había tomado. Además, firmó un acuerdo para que allí se construya una sala de primeros auxilios y una biblioteca.
Artiles partió, pero dejó un legado muy valioso, siempre pensando en los demás y siendo generoso con lo que tuvo.
Por Javier Rubinstein
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