El juego de lanzar dardos tiene sus propias competencias internacionales, mueve mucha cantidad de seguidores y dinero. En el circuito hay jugadores de máximo nivel, que llegan a ser profesionales y máximos referentes para los fanáticos de este entretenimiento.
En la ciudad de Frankfurt, Alemania, se disputó desde el 12 al 15 de junio la 15º Copa Mundial de Dardos, organizada por la Professional Darts Corporation (PDC), que contó con la participación de cuarenta países. Uno de ellos fue Argentina, que compitió por primera vez en la historia en un certamen de estas características. Irlanda del Norte se coronó campeón, tras derrotar en la final a Gales.
La dupla nacional estuvo integrada por Víctor Guillin Ramírez y el garinense Jesús Salate, quien a los 18 años se fue a vivir a Málaga (España). En Europa conoció este apasionante juego y cada vez se fue perfeccionando más, hasta llegar a ser parte del seleccionado nacional.
Argentina integró el Grupo L. En la primera fecha se impuso a Finlandia por 4 a 1 y en la segunda a Nueva Zelanda 4 a 3 (los partidos en esta fase fueron al mejor de siete duelos). Así, la dupla quedó primera en la zona y clasificó a octavos de final, donde enfrentó a Australia.

En la instancia eliminatoria los partidos se jugaron al mejor de quince y los australianos impusieron su superioridad con absoluta contundencia al ganar 8 a 1. Pese a la derrota, que los dejó fuera de competencia, Ramírez y Salate lograron que por primera vez Argentina juegue un Mundial y termine entre las mejores 16 selecciones. Todo un mérito.
“Un sueño hecho realidad”
Tras el exigente torneo, Jesús Salate compartió sus impresiones con El Día de Escobar. “La experiencia fue increíble, un sueño hecho realidad. Ver a tus ídolos entrenando al lado fue lo más impactante. De verlos en la tele a tenerlos ahí, fue increíble. Pero nosotros fuimos a competir, no a pasear”, remarcó.
El formato establecía que los cuatro equipos mejor clasificados según el Orden de Mérito PDC accedieran directamente a la segunda ronda, mientras que los otros 36 conjuntos iniciaron su participación en la fase de grupos.
“Los dos primeros partidos los jugamos muy bien, creo que el mundo entero se quedó un poco impresionado por el debut, siendo que no somos profesionales, sino amateurs. Fue muy emocionante. Con la presión que se vive arriba del escenario y con el estadio lleno de gente gritando ‘Argentina, Argentina’, porque estaban a nuestro favor por ser debutantes. Muy lindo”, señaló el garinense, que de joven llegó a jugar fútbol en las inferiores de Deportivo Armenio, hasta que se marchó a España buscando un futuro mejor.

“Nos vinimos contentos por el resultado. Nos quedamos con un poco de mal sabor de boca en la partida con Australia, al margen de que ellos son profesionales y llevan muchos años dedicándose solo a esto. Siento que podría haber dado un poco más. Mi compañero jugó mucho mejor que yo ese partido. Nos vale de experiencia, con mucha ilusión de seguir y conseguir más objetivos”, sostuvo el dardista, haciendo autocrítica y buscando mejorar en lo que viene.
El próximo desafío de Jesús Salate será clasificar al Mundial individual, que se jugará en Inglaterra, en diciembre. Para eso debe jugar los clasificatorios de Bahamas y Chile, en julio y octubre, respectivamente. “Se puede. Lo que veíamos imposible hace un año lo tuvimos ahí, incluso con la sensación de que podemos mejorar muchísimo más”, confesó el jugador, todo un experto en tiro al blanco.
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