Ali-Sil, un clásico del comercio escobarense que cambió de casa

La tradicional relojería y joyería dejó el local de Tapia de Cruz para trasladarse a uno propio en la calle Asborno al 500.

Vidriera del nuevo local de Ali SIl

Presente en cada momento feliz de la vida de las personas, la relojería y joyería Ali-Sil es un clásico dentro del mundo comercial de Belén de Escobar. ¿Quién no fue a su local a la hora de comprar alianzas, cadenitas, pulseras o un lindo reloj? Para regalar o regalarse, el surtido y calidad de sus productos son una marca garantizada en un rubro con muchos fanáticos.

Las personas que pasaron por su legendario local de avenida Tapia de Cruz 727 habrán notado que estuvo cerrado por un mes. Y aunque muchos sabían de la mudanza, otros tantos llegaron a pensar que el negocio había cerrado sus puertas. Pero no, no se fue. Renovada y con más ganas que nunca, Ali-Sil cambió de casa y el martes 14 reabrió en un nuevo espacio, moderno, luminoso y con la calidez de sus vendedoras.

Alicia Laura González (64) es la dueña de la joyería y, todavía convulsionada por la mudanza y los preparativos del cambio, no deja de sorprenderse por el cariño de sus clientes. “Estoy súper agradecida y emocionada. La gente me ha dicho palabras muy lindas. Eso me da confianza y me da llena de satisfacción. Muchos nos esperaron hasta que volvimos a abrir y vinieron a comparar sus regalos para el Día de la Madre”, le cuenta a El Día de Escobar.

El 13 de septiembre fue el último día que atendió en el antiguo local. La razón es que el inmueble se vendió y el nuevo propietario no quiso renovar, teniendo otros planes para el lugar. A partir de ahí, la comerciante no tuvo otra opción que buscar una nueva locación para Ali-Sil, con lo difícil que es encontrar algo disponible en pleno centro de la ciudad.

“Me vino bien, porque igual tenía que renovar el negocio. Empecé a buscar desde diciembre, cuando me dijeron que se había vendido. No encontraba nada para alquilar y vi que acá había un cartel, llamé a la dueña y terminé comprando la casona antigua. Quise mantener la fachada, en esta cuadra hay varias propiedades históricas y está bueno que se conserven. Hay que mantener la identidad escobarense”, sostiene, feliz por el cambio.

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Ese nuevo lugar donde acaba de abrir está en Asborno 577, donde antes hubo un estudio de abogacía. A solo unos metros de Tapia de Cruz y de la plaza San Martín, una ubicación inmejorable para la casa propia. Todos los exhibidores y muebles internos del negocio fueron pensados por ella, en madera y vidrio. El lugar está impecablemente iluminado y con un estilo moderno y elegante. Con mucha mercadería a la vista, donde se destacan los relojes, los anillos, pulseras y dijes, de oro, plata o acero.

“Todavía no está como quiero, faltan los toldos y el cartel. Estuve desde febrero con las reformas, casi un embarazo. En realidad, en abril arrancamos la construcción, pero antes fuimos viendo, pensando qué hacer. Diseñamos los muebles y estoy muy contenta por cómo quedó, me gusta mucho. Y falta algún detalle más en el frente”, señala. Según sus cálculos, muy pronto todo quedará como desea. Lo importante era volver a trabajar tras una pausa larga.

“Con esta situación de tener que cambiar de local, mi hijo (Juan Arcura) me decía si no era momento de tirar la toalla, pero no quise, porque esto es lo mío, es mi pasión. Y mientras tenga fuerza y ganas voy a seguir”, asegura, convencida de que dejar el negocio no era una opción acertada.

Casi 50 años de historia

En 2026 Ali-Sil cumplirá 50 años de vida en Belén de Escobar, convirtiéndose en uno de los negocios más antiguos de la ciudad y el más longevo en el rubro de joyerías. Sus padres, Elvira Maya y Pedro González, habían puesto un negocio en Pilar, donde vivían, y más adelante otro en Escobar, Joyería Paris, en la calle Rivadavia.

“Ellos después se separaron y mi madre fundó Ali-Sil en 1976, por las iniciales de mi nombre y el de mi hermana, Silvia. Cuando terminé el secundario yo decidí acompañar a mi mamá en el local y desde ese momento estoy acá. Ella fue la piedra fundamental, me transmitió el amor por el rubro. Yo no soy relojera, mi papá sí lo era, también joyero y grabador. A mí me gusta la atención al público”, explica, rememorando la historia del comercio, que disfruta día a día.

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Estamos en momentos muy importantes de la vida de la gente y por eso es tan lindo este rubro. Aunque también tenemos nuestros problemas o cosas que salen mal, la gente nos elige. Estamos para bodas, nacimientos, bautismos, comuniones… Por eso somos muy agradecidos”, confiesa Alicia González, mientras en el local los clientes pasan a saludar con alegría por la reapertura y el reencuentro.

Si bien las ventas continúan, no es el mejor momento del rubro, que pasó a ser un lujo comparado con otras necesidades que hay para las familias. Igual, el movimiento no para. Están los que preguntan y se van y los que miran detenidamente, eligen y compran.

“Se siente la situación económica delicada. Es el año más difícil de todos, el 2000 fue complicado, pero este afecta a todos. Es un momento crítico de Argentina, esperemos se revierta. Acá recibimos a todos, el rubro se siente afectado. Es un lujo, sí, por eso es una dicha que podamos estar en pie”, remarca, siendo muy consciente de la realidad, pero sin dejar de confiar en el país y en un futuro más promisorio.

Su hijo la ayudó en la obra de refacción; él está a cargo de Ambar, su propia joyería. “Su apoyo es fundamental. Como el de las chicas, mis empleadas. Sin un equipo es imposible continuar”, cierra Gonález, una verdadera experta en el oficio de vender alhajas, fantasía o relojes. Un legado familiar que estrena nuevo hogar, con la calidez de siempre.

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