Adiós “Popeye”: Falleció el dueño de un emblemático restorán de Maschwitz

Uruguay Almenara tenía 90 años y sufrió un paro cardíaco en su casa. Durante más de tres décadas su comercio fue un símbolo de la localidad.

Popeye y Uruguay Almenara

En la historia de Ingeniero Maschwitz no hay un comercio que haya sido tan emblemático y recordado como el restorán “Popeye”, que entre los ‘60 y fines de los ‘90 fue ícono y orgullo del pueblo. Por eso la muerte de su dueño, Uruguay Almenara, entristece a toda la comunidad.

Almenara tenía 90 años y falleció este domingo en su domicilio, a causa de un paro cardíaco. El paso del tiempo había afectado su salud, al punto que en enero estuvo casi un mes internado. Tenía dos hijos: Adrián y Marcela, quienes le habían dado cuatro nietos. Su compañera, Mirta Lescano, había partido hace ya diez años.

En la década del ‘60 Maschwitz era un pueblo perdido en mapas de papel, tan pequeño y recóndito que resultaba difícil ubicarlo en el kilómetro 42. La Panamericana no existía, el camino de ripio era conocido como ruta 9 y quienes querían llegar lo hacían basándose en una sola referencia: el restorán de la bajada, que se llamaba El Molino.

A partir de 1964, cuando Uruguay Almenara se hizo cargo del comercio, pasó a llamarse “Popeye”, como el popular marino de los dibujos animados que se alimentaba y se hacía fuerte a base de espinacas. El nombre fue un homenaje a su padre, Manuel, a quien apodaron así porque vivía en las islas de Tigre y pasaba gran parte del día remando.

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foto del restaurante Popeye en sus inicios
Inicios. El restorán tuvo techo de paja hasta 1991, cuando sufrió un incendio.

El restorán estaba en el terreno donde hoy funciona la estación de servicio Axion. Entonces, cuando alguien quería entrar a Maschwitz o a Dique Luján sabía que tenía que bajar de la ruta en “Popeye”. Además del gran cartel que lo identificaba, conservaba el viejo molino, ícono de la firma anterior.

La especialidad de la casa eran las pastas. Pero también se destacaba una parrilla de buena calidad que con el olorcito de su humo atraía hasta al comensal menos hambriento. Era un paseo de fin de semana para gente que venía de Buenos Aires, personas de buen poder adquisitivo, porque los precios no eran económicos. Quizás por esa razón era poca la clientela local.

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Uruguay Almenara, dueño de Popeye
Creador. Uruguay Almenara dejó una huella en Maschwitz con su emprendimiento comercial.

El locutor Antonio Carrizo -un fan asiduo-, el humorista Mario Sánchez, “El Flaco” Menotti, “El Gordo” Porcel y Alberto Olmedo en sus idas y venidas a Rosario eran algunas de las personalidades que solían asistir a Popeye. También Eduardo Duhalde, su esposa “Chiche” y hasta Jorge Bergoglio, cuando era cardenal.

Durante el último tiempo Adrián “Poy” Almenara se sumó al emprendimiento de sus padres, encargándose de la promoción del restorán a su manera: “Como me gusta mucho el fútbol y tuve la suerte de ir a mundiales, siempre llevaba la bandera que decía ‘Popeye-Maschwitz’. Eso ayudó mucho al mito, porque se la veía por todos lados”, le contaba años atrás a la revista DIA 32.

“Popeye” cerró en 1999, después de 35 años. Pero su recuerdo ya lleva dos décadas y media y seguramente perdurará mucho más en el tiempo. Por eso, con la muerte de Uruguay Almenara se fue también un pedacito de historia de Ingeniero Maschwitz.

foto aérea del restaurante Popeye
Emblemático. El cartel del comercio se convirtió en un ícono de la entrada a Maschwitz.

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