En una ceremonia colmada de sensaciones, los 117 alumnos de la primera promoción del colegio preuniversitario Dr. Ramón A. Cereijo recibieron el martes a la noche sus diplomas en el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
La ceremonia en la UBA se sumó al acto realizado el pasado viernes en la sede del colegio, en Belén de Escobar, donde la comunidad local homenajeó a los egresados con actividades artísticas y reconocimientos. Fue la coronación de un proyecto que comenzó en el año 2020, con la construcción y puesta en funcionamiento del establecimiento.
Durante la ceremonia se entregaron reconocimientos al mejor promedio, al mejor compañero y al desempeño cívico-ciudadano, junto con pines institucionales que simbolizan la identidad del colegio, reconociendo la excelencia académica, los valores humanos y el compromiso de esta camada histórica.
Del acto participaron el rector de la UBA, Ricardo Gelpi; el intendente Ariel Sujarchuk; el presidente del Consejo Superior Académico del colegio, Leandro Rodríguez; la rectora, Victoria Serruya; el ex rector de la UBA y secretario de Educación de Escobar, Rubén Hallú; junto a otros funcionarios de la universidad, docentes y familiares que colmaron el histórico auditorio.

En su discurso, Sujarchuk destacó el esfuerzo de la comunidad educativa y el rol de la UBA en la consolidación del proyecto. “Cuando uno tiene sueños, esos sueños tienen convicciones, y si a esas convicciones les sumamos trabajo, constancia y esfuerzo, todo es posible. Este colegio educa en ese sentido. Ahora nos queda una responsabilidad enorme: cuidarlo, que continúe y siga creciendo”, expresó. También subrayó el contexto presupuestario y el valor de sostener la educación pública como prioridad.
Sujarchuk también puso en valor la heterogeneidad del Cereijo, al señalar que la diversidad de trayectorias y miradas que conviven en el colegio replica el espíritu de los establecimientos preuniversitarios de la UBA. Consideró que esa pluralidad es “clave en la excelencia del aprendizaje” y convocó a los egresados a valorar la formación recibida y a celebrar el título obtenido “porque se lo merecen”.

Por su parte, Gelpi remarcó la articulación institucional entre la universidad y el Municipio: “Se unió la excelencia de la UBA con el compromiso y las ganas de educar del Municipio de Escobar, con su intendente a la cabeza. Es realmente único que un gobierno municipal pueda articularse de esta manera con una universidad de la calidad de la UBA. Ojalá podamos ver muchos más ejemplos de esta combinación virtuosa entre gobierno y educación pública”.
Uno de los momentos más conmovedores del acto fue la entrega del primer diploma a la madre de Matilda Angeleri, la estudiante de sexto año que falleció dramáticamente a fines de septiembre. Conmovida, Rosana Plaza subió al escenario para recibir el reconocimiento de manos del intendente. El gesto fue acompañado por un aplauso prolongado y cargado de emoción por parte de los presentes.

“Basta de bullying en la UBA”
Después de recibir el diploma de su hija, la mamá de Matilda Angeleri se detuvo frente al auditorio y mostró un cartel con un mensaje que recorrió todo el Aula Magna: “Matilda presente, Matías presente. ¡Basta de bullying en la UBA!”. El gesto sorprendió al auditorio, que acompañó con un silencio respetuoso ese momento de alto impacto emocional.
Más tarde, en una entrevista concedida a una periodista de Clarín, Rosana Plaza explicó que su intención es contar la historia de su hija: “No busco sangre, sino concientizar”. Relató que Matilda venía atravesando situaciones de acoso desde hacía años y que había atravesado largos períodos de soledad, pese a los intentos de contención.

“Ella quería que la aceptaran, tenía la esperanza. Me decía: ‘Mami no quiero empezar otra vez, acá ya los conozco. En algún momento me van a aceptar”, cuenta. Pero ese momento nunca llegó. El 27 de septiembre, en la casa de su padre, decidió quitarse la vida.
Matilda soñaba con el viaje de egresados a Bariloche, pero una semana antes dijo que no quería ir. “Se dio cuenta de que iba a estar sola y no la iba a pasar bien”, explica Rosana. Su amiga Catalina también decidió no ir: “Mati, ¿para qué vamos a ir si nos van a bulear a las dos?”
También cuestionó la falta de respuesta institucional: “La UBA no lo supo manejar. No supo preservar a las personas. No digo que sean los culpables, pero imaginate la cantidad de horas que pasan esos chicos ahí adentro”. En una reunión posterior con los docentes, la madre de Matilda les dijo: “Ustedes contienen a la víctima, pero nunca se dieron vuelta a hablar con los que hacían el bullying”.
Asimismo, recordó la frase que tanto la impactó cuando su hija y un compañero pidieron ayuda por una compañera que sufría lo mismo: “No podemos hacer nada. Eso le dijeron a un chico de 17 y a una nena de 18”. En el funeral, la madre de ese compañero le contó que su hijo también había sido hostigado durante años sin que el colegio intervenga.

Con ese conjunto de experiencias, Rosana Plaza subrayó la necesidad urgente de que las instituciones actúen frente al acoso escolar y universitario. Su objetivo, dijo, es evitar que otros adolescentes atraviesen situaciones similares e impulsar cambios que mejoren los mecanismos de acompañamiento en escuelas y universidades.
La respuesta del colegio
Tras la repercusión del caso y la entrevista publicada por Clarín, el colegio preuniversitario difundió un comunicado en el que expresó su “profunda tristeza” por la muerte de Matilda Angeleri y remarcó que la institución decidió homenajearla como parte de la primera cohorte. En ese sentido, señalaron que su nombre figura en las placas conmemorativas y que la entrega del diploma a su madre fue un gesto acordado como símbolo de acompañamiento institucional.
Las autoridades también negaron que la joven haya sufrido “años de bullying” sin intervención escolar. “Desde el comienzo estuvimos junto a Matilda en la búsqueda de su bienestar: generamos un espacio de contención en el Departamento de Orientación Escolar (DOE) cuando ella rehusaba permanecer en clase y desplegamos un diálogo fluido y constante con su familia y sus profesionales médicos tratantes”, comentaron.
Además, aseguraron que, tras su fallecimiento, se reforzaron los dispositivos de cuidado y contención para el conjunto del alumnado, en un contexto donde los problemas de salud mental entre adolescentes representan un desafío creciente para todas las instituciones educativas.
El comunicado cerró con un llamado a evitar interpretaciones erróneas sobre lo ocurrido y a fortalecer los espacios de convivencia. Las autoridades afirmaron que la mejor manera de honrar a Matilda es trabajar colectivamente para prevenir situaciones de sufrimiento que puedan derivar en pérdidas irreparables.


















Gracias por poner las dos caras de la moneda. Si no podemos hacer autocrítica nunca vamos a avanzar. Es verdad que es difícil cin estos temas, con los adolescentes y sus familias. Pero hay que actura y hacerse cargo para que no vuelva a ocurrir.
Gracias por la visibilidad de algo tan delicado y que pasa tan a diario.