La ciudad volvió a vivir este sábado un día de fiesta con el desfile de carrozas florales sobre la avenida Eugenia Tapia de Cruz, un espectáculo que por repetido no pierde su encanto ni su atracción. Al contrario, es un histórico emblema local que en cada edición aporta su semilla para cultivar la identidad y el sentido de pertenencia escobarense.
El show principal comenzó minutos después de las 19. Pero desde varias horas el clima de fiesta ya se palpitaba en la avenida. Porque a las 16 desfilaron varias murgas de distintas localidades del partido de Escobar, que le impregnaron ritmo, color y energía al centro de la ciudad, preparando la atmósfera para lo que vendría.
Ya más cerca del acto central, la banda militar Regimiento 1 de Patricios hizo su aporte musical y pintoresco sobre la avenida principal de la ciudad. Para entonces, ya eran miles las personas que se habían concentrado sobre las veredas, detrás del vallado, expectantes y con sus celulares en la mano para capturar fotos y videos.
Al igual que en los últimos años, el palco de autoridades se ubicó de espaldas a la cocatedral Natividad del Señor, con tribunas a ambos costados. Desde allí se dirigieron al público el cura párroco, Ariel Pérez; el presidente de la Fiesta de la Flor, Tetsuya Hirose, y el intendente Ariel Sujarchuk.
Colores, cultura y alegría
Como es costumbre, la apertura del desfile estuvo encabezada por la carroza oficial de la Fiesta Nacional de la Flor. Tras ella asomó la de la Asociación Japonesa de Escobar, que siempre se destaca y este año no fue la excepción. La colectividad nipona presentó un inspirado diseño de Hello Kitty, confeccionado con más de 7.000 claveles.
El Rotary Club de Escobar -entidad fundadora de la Fiesta Nacional de la Flor-, la Cooperativa de Productores Waira, la Secretaría de Desarrollo Social con su carroza diversa, la colectividad de Perú con Santa Rosa de Lima y la colectividad boliviana con sus bailes y trajes también lucieron sus carruajes ante el público, en un recorrido de más de 15 cuadras que empezó en el polideportivo municipal y finalizó en la Ciudad Floral.
Mezclándose entre las carrozas, en ese tramo también desplegaron sus danzas las Soñadoras de Paysandú (Uruguay), sonaron con fuerza los tamboriles de la colectividad uruguaya y portaron sus estandartes los residentes de Venezuela en el partido de Escobar. Minutos más tarde, el contingente de la colectividad paraguaya impactó con sus disfraces, colorido y desparpajo.
Después llegó el turno de las localidades. Cada una de las siete se las ingenió para presentar una carroza que llamara la atención. La de Maschwitz sorprendió con la presencia del popular humorista Peter Castro, que vive en Garín, mientras que el jinete con boleadoras de Maquinista Savio se llevó muchos aplausos. Loma Verde también apostó a la tradición, con un motivo que emuló con carruaje antiguo.
Una de las más festejadas por el público fue la carroza de Matheu, que homenajeó a la Selección Argentina campeona del Mundial 2022 en Francia. La réplica de la Copa del Mundo y la figura de “Dibu” Martínez en un arco con su histórica atajada en la final se llevó todos los aplausos. De fondo sonaba la canción de La T y la M, mientras que detrás de la carroza pasaron cientos de personas con la remera celeste y blanca.
Antes, la carroza del Municipio sorprendió al público con un logrado árbol de la vida que lanzó una lluvia de papeles frente al palco. Recién después pasó la de Matheu, que fue la última. Aunque el cierre estuvo a cargo de los caporales de Bolivia, que presentó más de 150 bailarines y bailarines desplegando sus bailes y su gracia sobre la avenida principal de la ciudad.
Así, el esperado y siempre grato desfile de carrozas se consumió en poco menos de una hora. Quizás le faltaron pausas para remarcar y enfatizar algunos aspectos de los participantes y de las performances más destacadas. Por momentos, hasta pareció que había cierto apuro en que termine.
Más allá de estas apreciaciones, el espectáculo volvió a ser digno de la tradición y de los valores que representa. Por eso, todos disfrutaron de un evento que cada año riega y estimula las raíces y la idiosincrasia escobarense.