Miles de vecinos se acercaron al parque Papa Francisco para disfrutar de esta ancestral celebración de luz y fuego, con profunda simbología. Antes de la quema del muñeco hubo una procesión y un gran show de destrezas.
En una jornada muy fría, pero de mucho calor humano, artístico y espiritual, Ingeniero Maschwitz vivió este sábado una auténtica celebración popular con la tradicional Fogata de San Juan, que en los últimos dos años se había suspendido a causa de la pandemia de Covid-19.
Fue la undécima edición y quizás haya sido una de las mejores, o la mejor. Por el fervor de los participantes, por la organización, por el despliegue, los estímulos sonoros y el acompañamiento artístico previo, que fue generando la atmósfera ideal en el predio del parque Papa Francisco.
La gente se fue acercando a partir de las 17, de a poco pero fluidamente, hasta ser muchísima. Miles, seguro, aunque difíciles de calcular entre la oscuridad que cayó enseguida y la amplitud del espacio.
🔥 Una multitud participó de la renovada Fogata de San Juan en Maschwitz
Miles de vecinos se acercaron al parque Papa Francisco para disfrutar este ancestral ritual de luz y fuego. Antes de la quema del muñeco hubo una procesión y un show de destrezas. https://t.co/6g6tEP6HBj pic.twitter.com/oYHjsxiaE1
— El Día de Escobar (@eldiadeescobar) June 27, 2022
El ritual comenzó con la habitual procesión por las calles aledañas al ritmo de los tambores, un sonido que fungió como arenga para ir poniéndole alegría, energía y espiritualidad al recibimiento del solsticio de invierno, con toda su carga simbólica, en la noche más larga del año.
Los personajes en zancos y las destrezas con fuego también le aportaron al evento un encanto que no había tenido en otras ediciones. El artista que jugaba con antorchas y sostuvo con el mentón un cuadrado metálico en llamas se llevó todas las miradas, los aplausos y el foco de las cámaras de los teléfonos celulares.
Después, ya definitivamente de noche, con más frío y con una multitud expectante, se encendió la hoguera. Una plataforma prolijamente montada con tablas, ramas y hojas secas, que ardió hasta envolver en llamas y consumir vorazmente la figura del Ninot erguida en el basamento superior. Cincuenta metros alrededor de la efigie, el calor era abrasador.
La quema del muñeco representó el deseo y la petición de deshacerse de lo viejo para dar paso a lo nuevo. Ese fue el espíritu dominante en esta ancestral celebración de luz y fuego, que en Ingeniero Maschwitz encontró un lugar inmejorable para mantener encendida la tradición con la llegada de cada invierno.
Organizada por Arde Juan y con el apoyo de la Subsecretaría de Gestión Cultural e Inclusión Social, la Fogata de San Juan volvió recargada después de dos años en los que no se pudo realizar por la pandemia. La espera valió la pena.
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