Un éxito de todos los años: Maschwitz se encendió con la Fogata de San Juan

Cientos de vecinos peregrinaron desde el Paseo Mendoza hasta el parque público de El Dorado para participar del ritual, que incluyó a un grupo musical antes de iniciar la hoguera del Ninot. Una fiesta que la localidad reincorporó a su calendario desde 2010.

Fuego purificador. Esta ceremonia ya es una tradición en Maschwitz, desde su inicio en 2010.

Fuego purificador. Arde el muñeco y las llamas simbolizan la renovación del espíritu de los presentes.

Cientos de vecinos peregrinaron desde el Paseo Mendoza hasta el parque público de El Dorado para participar del ritual de la quema del Ninot. Una tradición que la localidad volvió a celebrar desde 2010.

La gran hoguera volvió a arder. Como ocurre ininterrumpidamente desde 2010, Ingeniero Maschwitz tuvo este sábado su Fogata de San Juan ante más de 300 personas que se acercaron al Paseo Papa Francisco para participar del particular ritual, ya incorporado al calendario cultural de la localidad.

Con motivo del inicio del solsticio de invierno, todos los años se realiza esta celebración originada en Europa por el comienzo del verano y que llegó al continente americano con la colonización. Simbólicamente, el fuego tiene una función “purificadora” en las personas que lo contemplan para dejar atrás lo viejo y darle lugar a lo nuevo.

La procesión comenzó en el Paseo Mendoza a las 18. La muchedumbre siguió los pasos del muñeco hecho para la ocasión hasta el paseo público de la calle El Dorado. “Es mi primera fogata, ¡qué emoción!”, se escuchaba decir a algunos chicos.

Antes de iniciar la fogata, el grupo musical Agua de Río comenzó a ambientar con su música repleta de letras alusivas al fuego y tambores que daban un tinte de ritual. Minutos después de las 19, las ramas de árboles que cubrían al gran muñeco comenzaron a arder. Una espesa capa de humo se hizo presente en el lugar y las llamas se fueron acercando lentamente.

A la media hora la figura del muñeco ya estaba transformada en una llamarada inmensa. Mientras tanto, la gente arrojaba sus «juanitos» -carteles con peticiones personales- para deshacerse de lo viejo y darle paso a lo nuevo en sus vidas.

Una ceremonia que una vez más fue un éxito, no solo por la convocatoria sino también por la escena artística desplegada y la unión de los vecinos en una tradición ancestral que sigue renovándose con cada invierno.

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