Creativo: Quién es el joven que toca una batería “casera” en el centro de Escobar

Se llama Alejandro González, vive en Zárate y suele estar en la avenida Tapia de Cruz. El dinero que junta es para comer y pagar la habitación que alquila con su pareja. “Sueño con formar una banda y tocar en iglesias evangélicas”, confiesa.

Talentoso. González sorprende a la gente con su bateria, armada con tachos, latas y botellas de vidrio.

Se llama Alejandro González, vive en Zárate y suele estar en la avenida Tapia de Cruz. El dinero que junta es para comer y pagar la habitación que alquila con su pareja. “Sueño con formar una banda y tocar en iglesias evangélicas”, confiesa.

Casi todos los días, la gente que pasa por la avenida Tapia de Cruz al 800, entre Colón y las vías, se sorprende al ver a un joven que, con ingenio, necesidad y muchas ganas de mostrar lo que sabe hacer, toca con pasión una especie de batería casera que él mismo ideó, con cosas que fue juntando.

Su nombre es Alejandro González y vive Zárate. Su instrumento consta de tres tachos plásticos sostenidos por adoquines, algunas latas, un par de botellas, un cajón y dos platillos de chapa. Cuenta que adoptó esta rutina desde el verano para poder juntar algo de plata con la que afrontar sus gastos y sobrellevar el día a día.

“Toco desde los 7 años. Vengo acá porque gano algo de dinero, me gusta viajar, salir de gira. En Zárate me pongo en la peatonal y también toco. Venimos los dos, con mi pareja, ella tuvo la idea y nos va bien”, le cuenta a El Día de Escobar, que lo entrevistó para conocer su historia.

Así como hace sus “presentaciones” en Escobar, Alejandro también suele ir a Luján o a Tigre, para ir variando los lugares y que el público se renueve. “Se junta algo… Bah, más o menos, por eso voy cambiando y buscando otros lugares”, explica este singular artista urbano.

Delante de su batería, en la vereda de la avenida, hay una caja de cartón, donde la gente que se para a mirarlo y escucharlo le va deja alguna ayuda económica. Así recauda billetes, algunos de hasta $100, para que pueda tener un “buen día”.

“Mi sueño, en realidad, es tener una banda. Me gusta tocar en iglesias evangélicas, lo hacía antes. También me gusta el rock”, cuenta el joven zarateño, mientras toca sobre la base de un tema de Los Redonditos de Ricota, con una concentración y ritmo acorde a un recital de la mítica agrupación.

“Pongo temas en el celular que me presta mi mujer -yo no tengo-, con un parlante, y toco arriba. Me gustan todos, yo acompaño con la batería”, comenta.

“De chiquito que me armo mis propias baterías con tachos de pintura, latas y botellas, cada cosa tiene su sonido. Y tengo unos platillos verdaderos, que compré y me regalaron. La gente me filma y me saca fotos, les gusta lo que hago”, afirma, entusiasmado, mientras se saluda con algunos transeúntes.

También cuenta que hace unos años tuvo su propia batería, pero el instrumento tuvo un final trágico. “Por un incendio en mi casa se quemó toda, después no pude tener más. Ahora no puedo comprarla. Lo que juntamos con mi mujer, que tiene una discapacidad -usa silla de ruedas-, es para comer y para pagar la pieza que alquilamos. A ella le va mejor que a mí. También estamos pagando un terreno como podemos”, comenta.

Con creatividad, ingenio y la música como sostén, Alejandro se gana la vida a puro ritmo.

Por Javier Rubinstein

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