A unos cuantos kilómetros del ruido y el movimiento de la ciudad, en un predio de 30 hectáreas ubicado en una zona rural de Belén de Escobar, la Fundación Respirar Comunidad está llevando adelante un proyecto residencial totalmente novedoso, que combina aspectos terapéuticos con espiritualidad, solidaridad y sustentabilidad.
“Un modelo superador de comunidad”, “la propuesta de una vida digna” y “el motor del aprendizaje sustentable” son algunas de las frases con las que los miembros El Cauce describen a este proyecto de convivencia, basado en los preceptos del movimiento Camphill. Se busca tanto el bienestar de las personas -sobre todo de jóvenes adultos con discapacidad- como el cuidado del ambiente.
“El objetivo es mantener un entorno sano, rítmico y predecible, que es terapéutico en sí. Queremos que las personas que elijan vivir en la comunidad puedan ser adultos responsables y autónomos, participando en actividades reales y productivas”, cuenta Keri MacDonald, cofundadora de Respirar Comunidad y del proyecto.
Muchas familias que tienen algún integrante con discapacidad se preguntan -no sin temor- cómo incentivar la independencia de esa persona sin dejar de protegerla. Para eso surgió El Cauce: hay granjas, huertas de frutas y verduras, talleres y actividades de todo tipo.
“La propuesta camphill es una elección de vida. Es una comunidad que permite la participación plena de personas muy diversas, tanto en las responsabilidades de la casa como en las necesidades de la comunidad”, explica MacDonald en declaraciones al canal TN.
“Es un lugar donde los integrantes pueden armar su proyecto de vida, tanto la parte productiva como lo social/cultural y personal. No es un lugar donde uno pasa unas horas para ser atendido. Apuntamos a adecuar un entorno que fomente la autonomía”.
Por su parte, Martín Ackermann, que también es cofundador de Respirar Comunidad, comenta que “la propuesta es la de una vida digna en el trabajo real, en un entorno que contempla las necesidades de cada persona, un modelo superador de la vida en comunidad”.
“Se trata de una actividad productiva, y es justamente eso lo que proporciona cotidianamente mucho aprendizaje a personas con diferentes ritmos. Hay gente interesada en proyectos de huerta biodinámica o con ganas de colaborar en el cuidado de la tierra”, agrega el psiquiatra infantil Christian Plebst.
La conformación de la comunidad se genera de a poco, al conocer el lugar y establecer vínculos entre sí. Hay un grupo “núcleo” que hace de guía con docentes, agricultores, psicólogos, abogados, médicos y arquitectos.
“Cuando alguien se acerca al camphill puede hacerlo por diferentes motivos: para convertirse en voluntario, para comprar verduras o panes. Quizá descubre algo nuevo y desea formar parte de la comunidad”, afirma MacDonald,
La sustentabilidad como forma de vida
La Fundación Respirar Comunidad y el proyecto El Cauce tienen como objeto promover el bienestar de personas con o sin discapacidad, específicamente a través de la creación de una comunidad de convivencia. También está grabado en los objetivos el compromiso de cultivar sin el uso de agroquímicos, cuidando la tierra y utilizando las prácticas de la agricultura biodinámica.
El Cauce tiene muchos espacios de bosque: “Hay un olivo que tiene más de cien años. No se puede describir con palabras la cantidad y la belleza de los árboles que tenemos acá. Nuestra idea es hacer una gran plantación de árboles autóctonos, en línea con el cuidado del ambiente que fomentamos”, adelanta Harald Ditsch, miembro del consejo administrativo del equipo.
El predio está ubicado en una zona rural de Belén de Escobar, que está entre las calles Las Heras y Virgen de los Bañados, al fondo de lo que se conoce como el barrio de Torres. Cuenta con una instalación de paneles solares y contempla el buen uso de las energías renovables en el diseño global. También tiene una bomba solar para la provisión de agua.
“La construcción de las residencias -en lo que estamos trabajando ahora-, contempla la recolección de aguas de los techos y el tratamiento responsable del agua sanitaria, con separación de las aguas grises y negras y el uso de biodigestores y biojardineras. Buscamos construir con técnicas de arquitectura sustentable”, explica la cofundadora del proyecto.
Los residentes de El Cauce viven en casas diseñadas para la convivencia de varias personas, cada uno con su espacio personal, pero en un contexto familiar. Una casa modelo es ocupada por 12 personas con dos responsables que, en general, tienen un compromiso de quedarse 2 años o más en la comunidad. Se suman otros 3 ó 4 voluntarios temporarios y unas 6 personas que eligen vivir en la comunidad y requieren algún apoyo en particular.
“En El Cauce esperamos tener al menos 10 casas de este estilo. Cada casa maneja su mantenimiento y sus comidas, con la mayoría de los insumos de la huerta y la producción artesanal de la comunidad (panes, quesos, leche, yogures y miel)”, anuncia la impulsora del proyecto.
“Mi visión del futuro es vivir acá, estar más tranquilo, estar conectado con la naturaleza. La ciudad a mí me pone muy nervioso y no me gusta. Me gusta más el campo y acá estoy contento”, concluyó el adolescente y miembro del camphill, Máximo Godoy.
Comunidades Camphill
El movimiento Camphill surgió en Escocia en 1940, cuando comenzaba la segunda guerra mundial. Un grupo de refugiados decidieron dar inicio a un sueño en las afueras de la ciudad de Aberdeen. Entre ellos se encontraba el Doctor Karl König.
Actualmente las comunidades Camphill son una de las redes mundiales más grandes de comunidades inspiradas por los estudios antroposóficos de Rudolf Steiner y sus seguidores, como lo fue el mencionado Kónig, que trabajan por el bienestar de aquellos que necesitan cuidados especiales.
Son comunidades formadas tanto para ayudar a otros como para crear una alternativa de vida distinta en la sociedad, donde se mejore la calidad de vida tanto de las personas con habilidades especiales y diferentes necesidades como de los demás miembros que apoyan y participan de la comunidad, los cuales a su vez tienen otro tipo de necesidades y están haciendo un gran trabajo interior.
Existen comunidades en Reino Unido, Alemania, Suecia, África, India, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá, Vietnam. Son alrededor de cien, algunas con historia de 80 años.