El Intendente de Escobar debió soportar un mal momento al ser silbado por los seguidores de Ariel Sujarchuk cuando mencionaron su nombre en el acto que se realizó en la planta de L’Oréal.
Fue un momento incómodo. De lo más incómodo. Y no sólo para él. El CEO de L’Oréal, Marcelo Zimet, empezaba su alocución con los saludos de rigor y no pasó por alto nombrar al intendente Sandro Guzmán, aunque de haber sabido lo que sucedería seguramente lo hubiese evitado.
Al escuchar el nombre del jefe comunal, los militantes del Frente para la Victoria que se acercaron a respaldar a Ariel Sujarchuk arremetieron inmediatamente con un coro de silbidos y abucheos que obligó al orador a hacer una pausa, mientras la Presidenta no salía de su asombro y con una expresión inequívoca en el rostro instaba a sus seguidores a hacer silencio y recuperar la compostura.
En términos protocolares, un papelón. Sin embargo, al tratarse de un acto en el que se permitió el ingreso de militantes podría considerarse que el episodio fue algo “folklórico”, como suele decirse en el argot político para restarle importancia a aquello que no está bien pero que es moneda corriente.
Así, para Guzmán la inauguración en L’Oréal de este mediodía dejó una mueca de malestar imposible de maquillar. No solo porque debió masticar el fastidio de haber soportado un abucheo televisado en vivo y en directo, nada menos que con la jefa de Estado como testigo. De yapa, la ubicación que le asignaron a su silla en el escenario fue exactamente al lado de Sujarchuk, quien aspira a sucederlo a partir del 10 de diciembre y en el acto realizado en la fábrica de cosméticos lo desplazó completamente de la escena. Más incómodo, difícil…