Está claro que los barrios privados ya no son sinónimo de una seguridad inexpugnable. Esa idea, desde hace tiempo, no corre más. Sin embargo, lo que ocurrió en el Náutico Escobar Country Club supera todo lo conocido hasta ahora.
Aunque cueste creerlo, cuatro delincuentes lograron meterse en el barrio a través de un boquete en el alambrado perimetral, entraron a robar a cuatro casas -dos de ellas habitadas- y se retiraron sin ser advertidos en ningún momento por las cámaras de seguridad ni por el personal de vigilancia.
Esta seguidilla de robos se conoció en las últimas horas, pero ocurrió el pasado miércoles a la madrugada. La secuencia delictiva duró casi dos horas, en las cuales recorrieron a pie el barrio, maniataron a dos familias y salieron por el mismo lugar que ingresaron, con sugestiva precisión para eludir las cámaras de monitoreo del country, lindero al río Luján.
Fuentes policiales revelaron a El Día de Escobar que los delincuentes eran cuatro, estaban armados y llevaban mochilas. Ingresaron rompiendo el alambrado perimetral a través de un amplio predio conocido como “el campo de Manny”, próximo a otro barrio cerrado: el CUBE (Centro Urbanístico Belén de Escobar).
La primera vivienda que asaltaron fue la del lote 644, donde dormían un matrimonio y un bebé. A la pareja la despertaron a punta de pistola, los ataron con precintos y les ordenaron hacer silencio. Les robaron dinero y alhajas.
En la otra casa que asaltaron, ubicada en el lote 33, dormían una mujer y su hijo, de 7 años. El modus operandi y el botín fueron similares. “Solo tomaron cosas que pudieran guardar en sus mochilas, por eso no se llevaron electrodomésticos, ropa ni otros valores”, señaló un vocero policial de la Subcomisaría de El Cazador.
Las fuentes consultadas por este medio no dieron precisiones, pero estimaron que entre las dos casas los delincuentes hicieron un botín de alto valor y revelaron una curiosidad que podría ser graciosa si no fuera por el contexto: “los delincuentes solo se llevaron dólares, a los pesos ni los tocaron”.
Moviéndose con sigilo pero también con absoluta libertad, los ladrones ingresaron a otras dos viviendas en las que no había moradores: una era un taller de arte, donde no encontraron nada que les interese y se fueron con las manos vacías. De lo que pasó en la otra no hay certezas de que hayan sustraído algo, porque su titular todavía no se presentó ante la Policía a declarar faltantes.
Otra particularidad de este raid delictivo es que sus autores entraron a las cuatro viviendas sin ejercer ningún tipo de violencia, ya que las puertas estaban sin seguro. “Tomaron el recaudo de ir tanteando picaporte por picaporte cada casa para ver cuáles no tenían puesta una traba”, expuso sorprendido e indignado uno de los policías que tomó declaración a las víctimas.
Los investigadores no solo no descartan sino que están convencidos de que “hubo inteligencia previa y alguna ayuda desde adentro”. Por eso, todas las miradas están puestas ahora en la empresa Watchman Seguridad y el personal que esa madrugada estaba a cargo de la guardia.
Uno de los tantos indicios que avalan esta conjetura es que los delincuentes entraron y salieron por una parte del perímetro que no es recorrida por los vigiladores y en donde la cámara no alcanzó a tomarlos por apenas unos centímetros. Por sombras, movimientos y otros detalles se pudo determinar que ingresaron a la 1.22 y se retiraron a las 3.13.
Por lo pronto, en la Subcomisaría de El Cazador se inició un sumario por “robo agravado” y la causa quedó en manos de la Unidad Funcional de Instrucción Nº5.