Tenía 70 años y padecía una enfermedad terminal. Fue director de APANNE, presidente del Círculo Médico de Escobar y fundador del Club Defensores. Un profesional con vocación, disciplina y compromiso.
Víctima de una larga y cruel enfermedad que padecía desde hace un tiempo, falleció este viernes el doctor Carlos Guevara, a los 70 años. Su salud se deterioró de tal modo que no pudo recuperarse como lo había hecho tiempo atrás, cuando se le había detectado el problema.
Guevara era uno de los últimos pediatras tradicionales de la ciudad: tenía sus consultorios particulares en Belén de Escobar y en Maquinista Savio, donde fue el primer médico de niños en atender en la salita municipal del barrio Amancay. Se recibió en la Universidad de La Plata en 1978 y trabajó en varios centros de salud, como Casa Cuna, la Clínica Privada y en distintas unidades sanitarias.
Además, durante muchos años fue médico y director de la Asociación de Padres y Amigos del Niño Neurológico de Escobar (APANNE) y presidente del Círculo Médico de Escobar en los ´90.
“Recibirse es fácil: si te sentás diez horas por día durante siete años lo lográs. El tema es tener concepto médico, conducta y que te guste lo que estás haciendo. Es experiencia. Yo por suerte tuve gente que me orientó muy bien, hice atención primaria y eso te hace ver otra realidad”, le contaba a la revista DIA 32, en 2013 (click acá).
Hincha fanático de River, coleccionista de artículos de las guerras mundiales y de barcos, fue también entrenador de fútbol infantil durante nueve años y fundador del Club Defensores de Escobar. Esa era su otra pasión, dirigir y formar pequeños futbolistas.
“Mi mayor satisfacción es ver a los chicos después de 35 años, ya grandes, y que me traigan a sus hijos al consultorio. Veo que las conductas que les fui marcando sirvieron porque son sanos, están bien, son trabajadores. Me ven por la calle y me dicen ‘vos fuiste mi pediatra’, y me encanta”, sostenía orgulloso, acerca de la relación que aún mantenía con sus pacientes de décadas atrás.
Estaba casado con María Luisa Pulada y tenía tres hijos: Sebastián, Santiago y Sergio.
“Ser pediatra es una profesión como cualquier otra, que te lleva a estar cerca de la gente, nada más. No me creo endiosado. Pero el médico es médico las 24 horas. Me ha pasado que me llaman a la madrugada y los atiendo en casa. Los padres saben que me llaman y yo atiendo siempre el celular”, afirmaba, orgulloso.
Escobar va extrañar a un pediatra con todas las letras.
Por Javier Rubinstein
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