En la mañana de este domingo, luego de pelear varios años contra una cruel enfermedad, falleció Alberto Roque Puzzo (67), un querido y antiguo peluquero escobarense.
“Beto”, como todos lo conocían, era el peluquero en actividad con más antigüedad en Belén de Escobar. De hecho, el pasado 5 de septiembre había cumplido 51 años en su local de la calle Libertad 61.
En 2015 le habían diagnosticado un tumor maligno en uno de sus pulmones. Lo operaron y pudo seguir adelante, pero cuatro años más tarde tuvo una recaída, cuando le apareció otro en la tercera vértebra de la columna. En 2021 volvió a tener la lucha de la quimioterapia, esta vez para tratar de nuevo su pulmón derecho.
Siempre había logrado salir adelante, y su actitud positiva ante la enfermedad fue un motor importante para reponerse.
“Cuando me enteré lo que tenía no le di bolilla, no me hice problema, si no es peor. Me hago estudios cada seis meses para ver cómo va todo. Ando mejor, no se sabe por qué me salió, fumé muy poco tiempo, dicen que puede ser genético”, contaba en una nota que le hizo la revista DIA 32, hace exactamente un año.
Sin embargo, esta vez no pudo ganar la batalla. La enfermedad se ramificó, le afectó órganos vitales y sus internaciones en la Clínica Fátima eran recurrentes, sin haber una cura viable. Prácticamente no quedaban esperanzas.
“Los últimos tres meses la pasó bastante mal, lo internaban, le daban el alta y en la casa la pasaba mal. Abría la peluquería unos días y después cerraba una semana. Ya se sabía que era casi imposible que saliera de esta última internación. No había más nada que hacer, solo le daban calmantes para que no sufra tanto dolor”, le contó a El Día de Escobar su amigo Claudio Turilli.
“Siempre quise ser peluquero”
“Beto” Puzzo fue el tercer hijo de Irene Lemme y Juan Bautista Puzzo. Su primer corte lo hizo a los 13 años. A los 16 abrió el local delante de su casa paterna.
“No sé por qué siempre quise ser peluquero, las cosas vienen con uno. Me acuerdo de doña Margarita, la esposa de Luis Monti, que me preguntaba siempre qué iba a ser de grande y yo a los 8 años ya le decía que quería cortar el pelo”, le contaba a DIA 32.
Era el peluquero en vigencia más antiguo de la ciudad. “Siempre trabajé bien, creo que la gente viene porque soy buena persona, decente y, además, les gusta como corto. Los atiendo, no los despacho, con cada uno me tomo el tiempo necesario”, decía, convencido de la forma de trabajar que mantuvo a lo largo de 51 años.
“Si no me muero, voy a seguir trabajando de por vida, me gusta trabajar y estar en contacto con la gente, charlar… Me levanto y estoy feliz porque tengo que trabajar de lo que me gusta”, aseguraba en aquella entrevista, con una definición que lo pintaba de cuerpo entero.
En sus tiempos libres “Beto” era un apasionado por la pesca: colaboró muchos años con el Club de Pescadores de Escobar, como fiscal en los concursos del ranking general y mozo en los clásicos asados de fin de año. En las noches solía vérselo cenando con sus amigos de toda la vida en los bufetes de los clubes escobarenses.
Siempre soltero, como él mismo decía. “No es que no me haya querido casar, no se me dio. Una vez le pregunté a un psicólogo y me dijo que era el destino”, confesaba sobre su estado sentimental.
Icono de una generación de peluqueros que aprendió a cortar con tijera y navaja, honesto, trabajador y buen amigo. “Qué le agregaría a Escobar? Un centro oncológico”, respondía el año pasado, pensando en los demás.
Un personaje bien escobarense, que se extrañará en la ciudad.