Las enfermedades mentales representan uno de los desafíos más complejos para quienes las padecen, sus familias y los profesionales que las atienden. Cuando no se brinda el acompañamiento médico y humano adecuado, los desenlaces pueden ser devastadores. Aunque se trata de una problemática global en crecimiento, la cantidad de casos que ocurren en el partido de Escobar no deja de ser alarmante.
Uno de los hechos más recientes ocurrió el pasado martes a la madrugada en el hospital provincial Enrique Erill, donde una mujer de 54 años que estaba internada por un grave cuadro psiquiátrico falleció tras arrojarse desde una ventana del primer piso. Se llamaba Alicia Isabel Ibañez y vivía en Garín. La dramática escena sacudió al personal médico, a otros pacientes y a la comunidad escobarense. reavivando un debate urgente: la atención pública en salud mental.
La sobrina de la paciente, Erica Saldana, visiblemente conmovida, compartió los difíciles momentos que atravesó la familia en una publicación en redes sociales. “Mi tía no quería recibir tratamiento, pero hicimos todo lo posible. La jueza había ordenado que la internación fuera cerca del domicilio, por lo que no correspondía trasladarla a Escobar”. Además, denunció que el hospital Erill “no está preparado para atender estos casos”, ya que “es un lugar destinado a otras patologías”.
La médica que trató a su tía en el Hospital Municipal de Salud Mental “Papa Francisco” había solicitado en reiteradas ocasiones la internación inmediata de la paciente. Sin embargo, cada ingreso fue breve y sin continuidad. “En el último mes había sido internada varias veces, pero siempre la daban de alta porque el sistema estaba saturado”, detalló su sobrina.
El deterioro en la salud mental de Alicia Ibañez era evidente. “No quería comer desde hace un mes y solo respondía a su mamá, a quien a veces incluso agredía”, relató. Pese a la gravedad del cuadro, la familia no recibió apoyo económico. “Nunca accedimos a una pensión por discapacidad. Todo lo que hicimos fue por amor, pero el Estado estuvo ausente”, sostuvo Saldana, quien escribió este relato en una publicación de El Día de Escobar.
La mujer estaba acompañada por su madre, una anciana de 89 años, quien dormía junto a ella al momento del hecho, cumpliendo con el requerimiento de acompañamiento familiar continuo. “Mi abuela luchó hasta el último minuto; contuvo a mi tía hasta los últimos 10 minutos, dándole la mano. Cuando se quedó dormida, pasó lo peor. No saben las condiciones en las que está hoy. Fue traumático ver el cuerpo destrozado de su hija”, expresó.
“Deseo con todo mi corazón que la muerte de mi tía sirva para impulsar un cambio en nuestro sistema de salud, y que se establezca un hospital especializado para tratar estos casos”, concluyó la sobrina de Ibañez.
Este caso vuelve a poner en evidencia la fragilidad del sistema de salud mental en la Argentina y la urgencia de implementar políticas públicas que garanticen una atención digna, segura y sostenida para quienes más lo necesitan.
“Se necesita un cambio de ley urgente”
Este es el testimonio completo de Erica Saldana en la página de Facebook de El Día de Escobar.
Hola a todos. Soy la sobrina de la paciente. Lamentablemente, venimos luchando hace años. El problema es que la jueza dictaminó que la internación debía realizarse cerca del domicilio. Nosotros somos de Garín, por lo tanto, no correspondía Escobar. Todos sabemos que el hospital no está preparado para atender estos casos; es un hospital orientado a otras patologías.
Mi tía padecía esquizofrenia peligrosa, con trastorno de la personalidad. Su doctora del Hospital Papa Francisco intervino en numerosas ocasiones solicitando una internación inmediata. Sin embargo, mi tía no quería recibir atención médica. Como todos sabemos, la ley de salud mental ha cambiado. Ella no quería tener vínculo con la familia debido a su agresividad, lo que hacía muy difícil acercarse.
En el último mes había ingresado varias veces al hospital, pero nunca permanecía más de 11 días internada. Siempre le daban el alta porque, lamentablemente, el hospital está saturado con casos similares. Ella no quería comer desde hacía un mes, y la única persona a la que, en cierto modo, obedecía era a su mamá, aunque a veces la golpeaba y todo se salía de control.
Mi abuela estuvo durmiendo con ella en el hospital, las 24 horas del día, porque el hospital exige acompañamiento familiar constante. La tragedia ocurrió mientras mi abuela se había quedado dormida a su lado.
Es una mujer de 89 años que luchó hasta el último momento. No se imaginan en qué estado está hoy después de haber visto el cuerpo destrozado de su hija en el piso. Como sobrina, puedo decir que hace años venimos peleando, no solo desde lo emocional, sino también desde lo económico, ya que mi tía nunca recibió pensión por discapacidad.
Siempre intentamos darle todo lo que estuvo a nuestro alcance. Lamentablemente, no somos médicos ni profesionales para tratar este tipo de enfermedades. Con los años, su condición se agravó.
Deseo, con todo el corazón, que la muerte de mi tía sirva para generar un cambio en el sistema de salud. Es urgente contar con un hospital especializado que pueda atender este tipo de patologías.
Hasta el día de hoy no pudimos despedirnos. Mañana, si Dios quiere, nos entregan el cuerpo. Además de todo lo vivido, tenemos que soportar la lentitud del sistema judicial. Gracias a todos los que nos brindan su apoyo.
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