Carolina supo desde chica lo que quería ser, sólo que la vida se ocupó de hacérselo difícil. A sus 36 años -cumplidos ahora, en mayo- siempre tuvo claro que su vocación era el canto. Tiene talento para cautivar al público con su voz y el don de sensibilizar a quien la escucha.
Nacida en San Isidro, vino a vivir a Garín cuando tenía 5 años. Desde chica le gustó cantar, pero en su casa no había una cultura de incentivar nada. Además, siendo la mayor de 9 hermanos, apenas si podía ir a la escuela.
“Recién a los 23 años me pagué mi primer clase de canto y fui recorriendo diferentes profesores, hasta que después de 6 ó 7 años de estudiar salteado, según el tiempo o el dinero con que contara, encontré una profesora en Caseros (que era donde estaba trabajando), Patricia Fernández, que me animó a cantar en público y a estudiar más seriamente”.
Su marido, Fernando Muzante, es quien la acompaña en guitarra. Estudió desde chico ese instrumento, pero cuando la conoció estaba peleado con la música y había dejado de tocar por mucho tiempo.
“Cuando nos conocimos, ni él sabía que yo cantaba ni yo sabía que él tocaba, pero puedo decir que comencé mi carrera en la música con él. Teníamos nuestro propio negocio, un maxiquiosco en Caseros, y vivíamos en Maschwitz, pero un día dijimos: larguemos todo y dediquémonos a la música. Fue tirarnos a la pileta sin saber qué podía pasar. Grabamos algo y salimos para la costa”, recuerda la cantante.
La versión completa de este artículo se encuentra publicada en la edición de junio de la revista DIA 32.
Fuente: El Día de Escobar