Faltas de respeto hacia su persona, tratos desiguales, un sueldo magro y discrepancias con la titular del organismo fueron algunas de las razones que la licencia Silvia Zaffirio esgrimió para presentar su “renuncia indeclinable” al cargo de Defensora Adjunta del Pueblo de Escobar. “Nací para ayudar desde el corazón, no desde la política salvaje”, sostuvo la ya ex funcionaria.
“Me he visto obligada a tomar esta decisión pues no me acostumbro a la falta de respeto hacia mi persona y a mi cargo por parte de algunas personas de la Defensoría del Pueblo de Escobar”, señaló Zaffirio en una carta que hizo llegar este jueves al Concejo Deliberante y a la que El Día de Escobar tuvo acceso exclusivo.
“Otro de los motivos es lo indigno de mi sueldo, de $2.000. No sólo por el cargo de Defensora Adjunta sino también desde la idoneidad con la que lo he llevado adelante, con la eficacia y eficiencia con las que he trabajado, además de haber puesto mi larga trayectoria profesional al servicio incondicional de los vecinos”, amplió la mujer.
Entre sus argumentos, también señaló su desacuerdo con “el modo de llevar adelante la defensa de nuestros vecinos, sobre todo en temas importantes”.
“He trabajado en esta Defensoría con pasión y con responsabilidad, incluso a punto de arriesgarme a perder mi nombramiento y mi imagen profesional el día que un joven llamado Adán Minuet intentó suicidarse desde un puente de la ruta Panamericana, debiendo permanecer allí sin relevamiento alguno”, agregó.
En otro párrafo de su renuncia, que ocupó dos hojas A4, Zaffirio volvió a exponer las adversas condiciones en las que debía desempeñar su función por orden de la titular del organismo, Rocío Fernández. “Me ha obligado a firmar el libro de entradas y salidas del personal, imponiéndome el horario de 8 a 14, siendo que no todos los integrantes cumplen dichos horario y algunos tienen menos cantidad de días”, se quejó.
No fue esa la única alusión directa a Fernández, a quien también responsabilizó de trabar varios proyectos de su autoría. Algunos de ellos referidos a los Derechos del Niño, la implementación de un sistema de pasantías con universidades y de políticas para la primera infancia. “No me ha dado lugar a desarrollarlos. Está a la vista”, aseveró.
En tono sugerente, la renunciante defensora adjunta dijo llamarse a silencio sobre otras cuestiones por no contar con pruebas que respalden sus dichos, a la vez que reparó en que todos los empleados del organismo son del mismo partido político que la abogada Fernández. “Sé que todo lo que no puedo probar deberé callarlo. Quedará en la conciencia de cada una de las personas que integran la Defensoría del Pueblo de Escobar, que no atestiguarían por mí, pues son del mismo partido político (AVE) y perderían su trabajo si así lo hicieren”, señaló. Más adelante, insistió: “Son muchos los temas de los cuales, por no poseer pruebas, debo callar”.
Zaffirio no pasó por alto las circunstancias en la que fue designada. “Dejo aclarado que mi cargo surgió de un ofrecimiento que hizo el senador Costa al ARI de Escobar para concretar su entrada al Acuerdo Cívico”, marcó sin entrar en consideraciones.
En sus líneas finales, la licenciada aclaró que su dimisión no obedece “a ninguna cuestión de animadversión personal”. En ese aspecto, concluyó: “No tengo odios ni rencores. Nací no sólo para vivir sino para ayudar a vivir, y lo hago desde el corazón, no desde el poder salvaje”.
Aguantó un año
Que Silvia Zaffirio no se encontraba cómoda en la Defensoría del Pueblo era un secreto a voces, aunque siempre mantuvo en silencio esta situación, al menos ante la prensa.
Teniendo en cuenta que había asumido el 1º de septiembre del año pasado, es probable que se haya propuesto llegar al año para pegar este portazo, cuyas implicancias seguramente tendrán un costo político para el partido vecinal que responde al senador Roberto Costa.
Silvia Zaffirio pegó el portazo con varias quejas sobre la defensora Rocío Fernández.
Faltas de respeto hacia su persona, tratos desiguales, un sueldo magro y discrepancias con la titular del organismo fueron algunas de las razones que la licencia Silvia Zaffirio esgrimió para presentar su “renuncia indeclinable” al cargo de Defensora Adjunta del Pueblo de Escobar. “Nací para ayudar desde el corazón, no desde la política salvaje”, sostuvo la ya ex funcionaria.
“Me he visto obligada a tomar esta decisión pues no me acostumbro a la falta de respeto hacia mi persona y a mi cargo por parte de algunas personas de la Defensoría del Pueblo de Escobar”, señaló Zaffirio en una carta que hizo llegar este jueves al Concejo Deliberante y a la que tuvo acceso El Día de Escobar.
“Otro de los motivos es lo indigno de mi sueldo, de $2.000. No sólo por el cargo de Defensora Adjunta sino también desde la idoneidad con la que lo he llevado adelante, con la eficacia y eficiencia con las que he trabajado, además de haber puesto mi larga trayectoria profesional al servicio incondicional de los vecinos”, amplió la mujer.
Entre sus argumentos, también señaló su desacuerdo con “el modo de llevar adelante la defensa de nuestros vecinos, sobre todo en temas importantes”.
“He trabajado en esta Defensoría con pasión y con responsabilidad, incluso a punto de arriesgarme a perder mi nombramiento y mi imagen profesional el día que un joven llamado Adán Minuet intentó suicidarse desde un puente de la ruta Panamericana, debiendo permanecer allí sin relevamiento alguno”, agregó.
En otro párrafo de su renuncia, que ocupó dos hojas A4, Zaffirio volvió a exponer las adversas condiciones en las que debía desempeñar su función por orden de la titular del organismo, Rocío Fernández. “Me ha obligado a firmar el libro de entradas y salidas del personal, imponiéndome el horario de 8 a 14, siendo que no todos los integrantes cumplen dichos horario y algunos tienen menos cantidad de días”, se quejó.
No fue esa la única alusión directa a Fernández, a quien también responsabilizó de trabar varios proyectos de su autoría. Algunos de ellos referidos a los Derechos del Niño, la implementación de un sistema de pasantías con universidades y de políticas para la primera infancia. “No me ha dado lugar a desarrollarlos. Está a la vista”, aseveró.
En tono sugerente, la renunciante defensora adjunta dijo llamarse a silencio sobre otras cuestiones por no contar con pruebas que respalden sus dichos, a la vez que reparó en que todos los empleados del organismo son del mismo partido político que la abogada Fernández. “Sé que todo lo que no puedo probar deberé callarlo. Quedará en la conciencia de cada una de las personas que integran la Defensoría del Pueblo de Escobar, que no atestiguarían por mí, pues son del mismo partido político (AVE) y perderían su trabajo si así lo hicieren”, señaló. Más adelante, insistió: “Son muchos los temas de los cuales, por no poseer pruebas, debo callar”.
Zaffirio no pasó por alto las circunstancias en la que fue designada. “Dejo aclarado que mi cargo surgió de un ofrecimiento que hizo el senador Costa al ARI de Escobar para concretar su entrada al Acuerdo Cívico”, marcó sin entrar en consideraciones.
En sus líneas finales, la licenciada aclaró que su dimisión no obedece “a ninguna cuestión de animadversión personal”. En ese aspecto, concluyó: “No tengo odios ni rencores. Nací no sólo para vivir sino para ayudar a vivir, y lo hago desde el corazón, no desde el poder salvaje”.
Aguantó un año
Que Silvia Zaffirio no se encontraba cómoda en la Defensoría del Pueblo era un secreto a voces, aunque siempre mantuvo en silencio esta situación, al menos ante la prensa.
Teniendo en cuenta que había asumido el 1º de septiembre del año pasado, es probable que se haya propuesto llegar al año para pegar este portazo, cuyas implicancias seguramente tendrán un costo político para el partido vecinal que responde al senador Roberto Costa.
Fotografía: Escobar News