Con apenas 12 años, Tobías Volker compitió en Italia y regresó a Loma Verde con dos medallas

El alumno de la Dante Alighieri participó en los 28º Juegos de la Juventud, en Salerno. Salió segundo en lanzamiento y postas.

Tobías Volker tras el selectivo en el CeNARD, en mayo.

Con solo 12 años, el joven Tobías Volker consiguió dos segundos puestos en una nueva edición de los tradicionales Juegos de la Juventud que se realizaron del 7 al 16 de junio en Salerno, Italia, organizados por el Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI).

Las medallas del escobarense, oriundo de Loma Verde, fueron en las pruebas de lanzamiento de bala y posta. En la primera “Toby” hizo un lanzamiento de 9,98 metros, algunos centímetros menos que un mes atrás, cuando en el CeNARD había logrado la clasificación a Europa lanzando 10,21 metros. El otro galardón lo obtuvo en la carrera de postas, junto a otros tres atletas que se quedaron con el 2º lugar del podio en velocidad.

Dos muy buenas actuaciones de un adolescente que también practica básquet en el Club Vélez Sársfied, tras siete años de vestir la camiseta del CAIDE. Un deportista al ciento por ciento.

Para llegar a La Bota Tobías compitió en el Selectivo que se hizo en mayo en el CeNARD, organizado por el CONI. Allí fue elegido junto a otros tres chicos del Colegio Dante Alighieri. En aquella prueba, con balas de 4 kilos, había salido 1º entre 13 atletas y eso le dio el pase a Salerno, adonde viajó junto a otros 19 argentinos seleccionados para distintas disciplinas.

En Italia, los “Giochi della Gioventu” reunieron a deportistas de 11 a 18 años -divididos en cuatro categorías de mujeres y varones- de diferentes países: Suiza, Canadá, Estados Unidos, Brasil y Venezuela, entre otros, además de muchos italianos, y se vio un muy buen nivel de competencia. Los gastos corrieron por cuenta del CONI y para Tobías fue “una experiencia única” y que le sirvió “mucho a nivel deportivo”.

Volvió a Escobar el pasado domingo 17 de junio, tras diez días “inolvidables” y con dos medallas plateadas. Mejor imposible.

Por Javier Rubinstein

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