Como volver a parir

El cuerpo de Camilo yacía inerte en la cama de aquel hospital. Su madre sentada a su derecha inmóvil, desde el día de aquel horrible accidente.

El cuerpo de Camilo yacía inerte en la cama de aquel hospital. Su madre sentada a su derecha inmóvil, desde el día de aquel horrible accidente.

Clara, se llamaba, y su hijo era todo lo que tenía. Era la llama que confortaba su alma e iluminaba siempre cada una de sus búsquedas. Y ahora, se empezaba a apagar irremediablemente.

Ya los médicos le dieron el último parte, donde constaba lo irreversible del caso. Muerte cerebral. Uno de esos accidentes que, de tan comunes, demuestran claramente lo vulnerables que somos.

La gente de Ablación e Implantes ya había hecho su solicitud de donación a Clara, pero ella se negó rotundamente, aduciendo que ya habían sido suficientes los golpes que había recibido el cuerpo de su amado hijo como para seguir mutilándolo.

A la mañana siguiente, temprano, sintió golpear la puerta de la habitación. Se incorpora como puede acomodando su dolida espalda, y abre la puerta.

Una señora de aproximadamente su misma edad con rasgos de humildad en su vestimenta y un señor apenas un poco mayor la saludan:

Hola, mucho gusto, soy Marta… Hugo, mi esposo. ¿Clara?

Sí… soy yo… ¿qué necesitan?

Nos manda el Dr. Zaldívar, acotó el hombre.

¿Podemos hablar un ratito?, pidió casi suplicante Marta.

Nosotros somos los padres de Esteban, el muchachito que usted habrá visto por televisión a cada rato; el del pedido solidario…

No… No sé…. disculpe…. hace más de un mes que no miro televisión… mi hijo se está muriendo.

– ¿Le molestaría si pasamos y miramos un segundo el televisor de la habitación? Es sólo un par de minutos nomás, rogó Hugo.

Clara no podía hilvanar una respuesta, hasta el momento que la escuchó nuevamente a Marta:

Por favor…

Siento mucho lo de Camilo, dijo Hugo

Bueno, pasen… solo un minuto.

Hugo se dirigió inmediatamente al televisor y lo encendió

Faltan dos minutos para las “y media”… Y ahí va a aparecer nuestro hijo… queríamos que lo vea, explico Marta.

Pensó que se trataría de una familia evangélica enviada para darle ánimos en esta situación tan desesperante. Pero apareció un joven de aproximadamente la misma edad de Camilo, con una enorme y hermosa sonrisa, vestido con un estilo también muy similar al de él, diciendo:

“Hola, soy Esteban, tengo 17 años y la estaba pasando ‘bomba’. Estaba por terminar mi secundaria con varios proyectos, pero, ¿viste?… un bajón… me dijeron que mi corazón no quiere más… que ya no tengo nada para hacer con él… fundí el motor, ¿viste? (y se reía) Así que si no consigo otro… ¡soné! Y por eso te estoy llamando a vos, si conoces a alguien que me pueda donar un corazón para seguir viviendo… es todo lo que necesito, porque el resto… de mi salud anda muy bien y quiero vivir muchos años más… pero sin tu ayuda… no termino el año. Bueno, no te jodo más… solo te digo que, como das vida al parir…también das vida… donando órganos”.

Y así terminaba el spot publicitario con la sonrisa de Esteban al máximo.

Clara se levantó de inmediato y les dijo:

Este tema ya lo hablamos con el Dr. Zaldívar. No tengo nada más que agregar. Siento mucho lo de Esteban…. yo ya tengo suficiente con lo de Camilo…Adiós.

Marta y Hugo se fueron sin decir palabra, con una mirada muy triste y sin dejar de observar a Clara, que apagó inmediatamente el televisor y volvió junto a su hijo… acariciar sus manos con la ilusión de que moviese un dedo… que le diese una esperanza de vida.

Ya había pasado más de un mes sin tener un movimiento. Sólo el respirador se oía en esa horrible habitación.

Si bien los días se hacían larguísimos, cada noche, al quedar dormida inclinada sobre las piernas de su hijo, tenía sueños que tenían que ver con el día que su hijo despierte de ese largo sueño.

Y esa noche no fue la excepción: sólo que el sueño fue distinto. Se empezaron a entremezclar la cara de su hijo con la voz de Esteban en la televisión diciendo que quería vivir, que necesitaba un corazón. Sólo era eso en el sueño, la voz de Esteban y la cara de Camilo, como en una composición fotográfica.

Al despertar observó inmóvil durante largo rato la cara de su hijo, y volvió a aparecer el efecto que había visto en sus sueños.

Se incorporó como pudo, acomodó nuevamente sus huesos doloridos y salió por el pasillo en busca del Dr. Zaldívar, para darle la buena noticia que él, y la familia de Esteban, hacía más de un mes estaban esperando.

Por Eduardo Marino – Belén de Escobar – Agosto 2015

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